|Capítulo 39|

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Disculpen las faltas ortográficas! <3

Lea

Terminé de ducharme y ya luego de estar lista con la pijama puesta, me encaminé a mi habitación; por lo que Bruno me había comentado, Lucca se quedó dormido allí y ya que no quería despertarlo me duché en el baño del pasillo.

Abrí la puerta sin hacer mucho ruido y lo detallé detenidamente. Sus brazos rodeaban una de mis almohadas y su nariz se encontraba pegada a ella, su cabello chino se encontraba despeinado y su rostro transmitía muchísima paz.

Sus deliciosos labios se encontraban levemente abiertos, sus pestañas descansaban sobre sus pómulos y su respiración era pesada y tranquila.

La única sábana que se encontraba en la cama solo cubría su cuerpo desde la cintura para abajo, permitiéndome ver sus fuertes músculos relajados.

Caminé hasta subirme encima de la cama y me subí lentamente encima de él. Comencé a pasar mis manos por su ancha y fuerte espalda mientras le susurraba al oído que despertara.

Luego de unos minutos abrió por completo sus ojos para luego tallarlos con sus puños. Sin duda alguna era una imagen demasiado tierna.

Cuando se percató de mi presencia me sonrió y luego me colocó bajo su cuerpo, el cual se encontraba cálido. Escondió su rostro en el hueco de mi cuello y aspiró mi aroma.

-Qué perezoso eres- exclamé suavemente mientras le hacía piojito con ambas manos.

-Me encanta dormir- intentó excusarse. Su voz se escuchó demasiado ronca debido a que recién despertaba.

Fruncí el ceño cuando retiró la blusa de mi pijama de mi cuerpo. A causa de esos mis senos quedaron al aire y a su total disposición, causando un gran sonrojo en mi rostro.

-¿Qué haces?- cuestioné aún con el ceño fruncido.

-Planeo seguir durmiendo- sonrió y luego apoyó su rostro de costado encima de mis senos. Para mí y para sus hermanos no era un secreto que Lucca adoraba mis tetas, pero joder, no me esperaba ésto.

-Luego de cenar puedes seguir durmiendo. Ahora vamos a levantarnos y vamos a cenar. No puedes acostarte con el estómago vacío, mi amor- enredé mis piernas en su cintura y él apretó suavemente mi cintura.

-No tengo hambre- formó un puchero con sus labios que se me hizo demasiado tierno. Blanqueé los ojos y negué lentamente con la cabeza.

-Vas a comer al menos algo liviano, quieras o no- fruncí el ceño descontenta cuando él sonrió divertido.

-¿Y tú quién eres para darme órdenes?- rozó nuestros labios y ésta vez quien sonrió divertida fui yo.

-Tu mujer- atrapé entre mis dientes su labio inferior y luego de chuparlo por unos segundos lo mordí suavemente.

Sus ojos brillaron y mordió su labio inferior mientras veía como me colocaba mi blusa nuevamente. Me levanté de la cama y salí de la habitación, no sin antes guiñar un ojo en su dirección.

Me encaminé a la cocina y el aroma de la carne siendo horneada junto a verduras se volvió más intenso. Mi estómago gruñó y Bruno rió al escucharlo.

-No te rías- formé un puchero y él no tardó en dejar un casto beso en mis labios sin borrar su sonrisa.

-¿Despertó?- preguntó, refiriéndose a Lucca. Asentí sonriendo y mientras él terminaba de cocinar me senté en uno de los taburetes junto a la encimera.

Agarré mi celular y me entretuve leyendo hasta que sentí una mano rodear fuertemente mi cuello, pero sin causarme daño. Fruncí el ceño cuando una boca se adueñó de la mía en cuestión de segundos.

Lea [SUSPENDIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora