Capítulo 1- Parte 2

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Tras una larga e intensa lucha finalmente logré abrir los ojos y, al instante, me arrepentí de ello.

Lo primero que supe fue que estaba en grave problemas. Dos hombres altos me observaban a varios pasos de distancia con sus rostros escondidos tras negras máscaras que, sólo dejando ver sus ojos fríos y peligrosos, ocultaban sus identidades por completo. Uno de ellos iba vestido con un largo abrigo negro y daba la impresión de moverse ágilmente provocándome escalofríos. No obstante, el otro, aunque vestido simplemente de negro, llevaba consigo una daga de peligroso y mortal filo que me llevó a colapsar en miedo. Eso, ya de por sí, no podía sig nificar nada bueno, pero el hecho de encontrarme amarrada por las muñecas y pies lo empeoraba aún más.

Y lo segundo, que tenía una terrible herida por debajo de las costillas, en el lado derecho del cuerpo, que me ardía y parecía abrirse mucho más con cada articulación del cuerpo que movía.

Sentía ganas de llorar, no entendía porque estaba allí, que querrían de mí y qué serían capaces esos hombres de hacer, pero la frustración y el miedo me nublaban los sentidos y no podía tan siquiera pensar. Las cuerdas me apretaban fuertemente las muñecas, picaban, y los huesos se me clavaban dolorosamente en la piel. Me removí intentando aminorar la presión y no pude evitar gritar cuando me apuñaló el dolor de la peor herida.

Entonces para mi sorpresa uno de ellos habló.

-Hay que hacer algo con esa herida, no podemos dejar que se desangre. -Dijo el del abrigo.

-No tendríamos que preocuparnos de eso si no la hubieras atacado. No era necesario. -Dijo al tiempo que balanceaba su daga de un dedo al otro con perfectos movimientos.

-Por favor, no te compadezcas ahora de su sufrimiento. -Se burló el otro.

-No lo hago, yo mismo la mataría de ser posible, pero Ectas la quiere viva. -Su declaración me aturdió, pero la forma en que se refirió a ese otro hombre, Ectas, y el tono que empeló me horrorizó. Si esos hombres eran peligrosos, no imaginaba lo horrible que sería ese otro tipo y las cosas que haría.

Alguien más entró a la habitación y los dos hombres se callaron rápidamente, caminó hasta ellos y les preguntó algo en murmullos.

Mi visión comenzaba a nublarse pero conseguí distinguirlo avanzando hacia mí y me aterroricé.

-Dime tu nombre. -Su voz era seca y autoritaria.

Las palabras se atragantaron en mí interior y antes de que pueda pronunciar alguna, una pesada mano cayó sobre mi rostro con fuerza, haciéndome perder el equilibrio y caer de costado al suelo con un doloroso golpe. Comencé a toser desesperadamente sin poder detenerme y, al no recibir respuesta, el hombre pateó allí dónde la sangre manaba de la herida. Las lágrimas fluyeron de mis ojos abiertos de par en par e inspiré cortas bocanadas de aire que parecía no llegar a oxigenar mi cuerpo, aún no paraba de toser y de inmediato sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca.

Me faltaba el aire.

-¡He dicho que me digas tu nombre! -Profirió a gritos el hombre.

-Ectas...

Éste se apartó y escupió a los pies de sus compañeros para luego marcharse, refunfuñando algunos insultos que no llegue a oír.

Él hombre del arma se acercó a mí y contuve la respiración, ahogando mis sollozos. Me observó a los ojos y dirigió la mirada a mi ropa ensangrentada, luego a mi rostro y finalmente posó su mirada en el charco de sangre que acaba de escupir.

Mis ojos se cerraron ya sin poder contenerlos y me quedé inconsciente.Aterrada por lo que pudiera pasar pero incapaz de seguir luchando por permanecer despierta.

Cuando fui lo suficiente valiente como para abrir mis pesados párpados, me encontraba en un sótano y, aunque seguía amarrada, la herida me escocía cada vez menos. Seguía sin saber qué estaba sucediendo y por qué, pero permanecí callada y mantuve la calma a pesar del miedo que sentía.

La temperatura allí era baja y mis dientes comenzaron a castañear en poco tiempo, no fue hasta entonces, cuando divisé la figura de un hombre que me observaba desde las sombras del lugar y al oírme movió levemente la cabeza hacia mí.

Finalmente decidí que si aún estaba viva significaba que matarme no estaba dentro de su plan, o al menos por ahora, así que me permití preguntarle a quién sea que estuviera allí cuidándome (cómo si pudiera irme a algún lugar herida de aquella forma y amarrada) sobre la situación.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieren de mí? -El hombre en la habitación permaneció en silencio, lo que sólo hizo que me incomodara aún más. -¿Van a matarme? -Pregunté en un leve susurro.

Nada.

Intenté moverme y comprendí casi al instante que había sido un error, la herida me punzó y sentí cómo el mundo daba vueltas a mi al rededor. ¿Qué demonios me había pasado allí?

-Si no permaneces quieta va a dolerte aún más. -Me avisó el desconocido.

-Gracias. -Fue todo cuanto pude pronunciar antes de volver a gemir de dolor, para volver a caer en un sueño casi eterno.

Hooola!! ¿Qué piensan sobre la situación de Thalia? ¿Por qué le estará sucediendo eso? ¿Quién será el culpable? Ustedes, ¿qué esperan que pase?

Comenten sus opinionees y voten!! Graciasss y recuerden que la continuación de esta historia depende de ustedes:P



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