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Karen
Esa misma tarde entro en la mansión de los Armstrong. Puede que para mi familia suponga una fortaleza, un símbolo tangible e intangible de la extensión de su poder dentro de la comunidad Dámara. Un lugar seguro que nadie osaría quebrantar por miedo a sus moradores. Para mí, es un recordatorio de que soy una fracasada y la razón por la que tengo una diana en la frente.
—¿Karen? —Estoy a dos pasos del baño de la planta baja de mi casa cuando mi madre me divisa desde la cocina— ¿Puedes venir un momento?
Cierro los ojos y me resigno a lo inevitable. Han debido llamarla de la escuela. Otra vez.
Arrastrando los pies, voy hasta la cocina donde mi madre se está recogiendo el cabello rubio en una cola de caballo. Siempre lo hace cuando va a ponerse con alguna tarea ardua, como ordenar un cajón desastre o las carpetas con los documentos de la familia. Esta vez, solo me mira a mí con las manos apoyadas sobre la encimera de mármol de la enorme isla que ocupa la parte central de la cocina. Yo soy su tarea ardua a completar.
—¿Qué? —me mantengo en la puerta para que sepa que tengo prisa.
—Quiero que vayas a ver a tu abuela.
Frunzo el ceño. Normalmente vamos todos juntos, los domingos a visitar a mi abuela.
—¿Para qué?
Me echa un vistazo de arriba abajo.
—Si estás teniendo problemas con la comida...
—¿Qué? —la interrumpo incrédula.
—Es muy común en chicas de tu edad —prosigue mi madre con un tono apaciguador—. Es un momento delicado, donde empiezas a ver tu cuerpo de otra forma y la presión social puede ser difícil de gestionar a los doce años.
—No sé de qué estás hablando.
Mi madre toma una profunda inhalación.
—El señor Hodkins me ha llamado. Te has vuelto a desmayar en gimnasia —Ahí está, la razón por la que estoy en problemas—. Sé qué comes, Karen, pero no sé lo que haces después de comer.
—No soy bulímica —replico, tratando de ocultar mi impaciencia. Es entendible que se preocupe, teniendo en cuenta mi estado de salud y que los sanadores no dan con la tecla. Mi enfado va dirigido a Arthur Bohan, me gustaría estrangularlo con mis propias manos.
—Entonces dime qué está pasando.
Abro la boca y la vuelvo a cerrar. Jamás le contaría a nadie lo que me hacen en la escuela, pero tengo que decirle algo.
—Es lo de siempre, la anemia, la tensión baja... nací defectuosa. Ya lo sabéis.
—No digas eso.
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Mi Ascensión Dámara (Spin-off de Mi Piel Dámara)
Paranormal****SPIN-OFF DE MI PIEL DÁMARA*** Se puede leer sin haber leído Mi Piel Dámara (Advertencia: gran parte de la historia sucede después de Mi Piel Dámara por lo que contiene sopilers de la misma) Los Armstrong son una de las familias más influyentes...