Pianista.

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Deslizo con pereza mis dedos sobre las teclas monocromáticas, mis pies se encuentran suspendidos del suelo debido a lo alto del banco y juego con ellos meciéndolos al compás de las teclas. Mi pecho se empieza a agitar y el escozor en mis ojos solo indica que pronto el llanto comenzará. Igual que en cada ocasión.

Esa fue la última vez que intenté acercarme a aquel viejo teclado de cuatro octavas que mi padre y mi hermano me habían obsequiado cuando comenté mi interés por aprender a tocar piano. No teníamos espacio para un piano convencional en casa y tampoco dinero para pagar clases de música.

Un manual descargado de internet y tutoriales en YouTube fueron mis maestros para aprender a tocar mis primera piezas.

Memorizar las teclas, cada nota y repetir; ese era mi método de estudio, aun recuerdo como con una sonrisa me felicitó papá cuando toque completa la primera canción. No había partituras, la había memorizado por completo.

Me pregunto si ahora que no estás aquella pasión por aprender volverá, simplemente muchas cosas dejaron de tener sentido desde que me haces falta. Ya no busco salir de la cotidianidad, ahora me apego a ella.

Si me rindo, ¿estarías decepcionado? Siempre me pregunto "¿qué diría papá ahora?" Y luego yo misma me respondo "nada, está muerto"

El teclado quedó en el olvido, algunas veces lo miro desde mi asiento y me digo que debería intentar nuevamente y luego me pregunto con qué propósito debería hacerlo, entonces termino desistiendo. La música me recuerda a ti, tal vez por eso cada vez que me siento mal, recurro a ella.

La vida se ha vuelto monótona; trabajo, limpieza, dormir.

Y repito esa rutina en mi cabeza como un mantra.

Algunas veces...

Solo me pregunto si sería mejor solo dormir para siempre.

🖤🖤🖤

Nos leemos pronto.

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