Zoe y Elías parecían tener el matrimonio perfecto, unidos por el amor y bendecidos con dos hijos preadolescentes. Pero bajo la aparente calma, una tormenta de desafíos maritales se avecinaba, amenazando con desgarrar el tejido de su familia. Mientra...
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—Por favor, Eric, ya no bebas más. —le decía Margaret suplicante a su marido mientras que el pequeño Elías observaba a través de la puerta que estaba semiabierta.
A sus cinco años de edad había experimentado lo que era la ansiedad lo que lo había provocado ser un niño callado y miedoso, pues, la manera de ser de su padre le aterraba sobre gran manera.
Eric Beltrán, era un hombre poco cálido. Aquel hombre tenía una mirada llena de altivez a todo a su alrededor. Por lo que al verlo Elías se sentía intimidado, pues, la mirada de repudio que Eric le lanzaba lo hacía siempre sentir intimidado por lo que cada vez que podía se ocultaba detrás de su madre.
Por otro lado, su madre a pesar de sufrir tanto tenía, una capa de superficialidad. Para ella todo era apariencia ya que le gustaba los lujos que Eric le ofrecía; por lo que prefería permanecer a su lado sin importar los malos tratos de un ebrio esposo que le golpeaba cuando perdía sus cabales.
Elías no entendía lo que sucedía, pues, había crecido aislado de sus padres.
Lo que no se había dado cuenta que tenía un trauma que debía tratar debido a los momentos que era encerrado por Margaret para protegerlo de un padre ebrio bebía. El pequeño Elías había reprimido tanto sus sentimientos emociones, guardando en silencio aguantando todo el sufrimiento y el estrés que estaba atravesando a causa de los maltratos que veía y escuchaba.
Elías era tan callado, que a pesar de que no gritaba, ni temblaba de miedo optaba llorar en el silencio de su habitación sin tener que molestar a nadie a sus padres. Sin embargo, este día Margaret se le había olvidado encerrar al pequeño en su habitación permanece estática viendo cómo su esposo tiraba todo lo que había en su habitación.
Temblorosa le suplicaba an Eric que no bebiera mientras que el niño Elías los veía desde esquina de la puerta.
Veía cómo su madre lloraba incontrolablemente mientras se postraba ante aquel hombre intimidante.
Elías no entendía lo que estaba sucediendo, pero tuvo que retener todo su miedo para si mismo lo que a su tan corta edad experimentó lo que era la ansiedad.
