Capítulo IV

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1 Noviembre 2019

–Día de muertos, jamás entendí eso de que los niños vienen el primero y los adultos el segundo día de noviembre, o al revés, no lo sé– Digo sentada en el suelo frente al demonio, con las piernas pegadas a mi pecho, él sólo me mira con sus enormes ojos rojos

No lo ví desde aquel día en que se fué dejandome confundida, él me explicó que no era por nada que yo hubiera hecho y que sólo era que quería estar solo.

¿Tú crees en eso?

–¿De que los muertos vienen a visitarnos?

Ajá

Tras pensar algunos segundos en mi respuesta finalmente se la digo –Pues... Hay un demonio en mi habitación y estoy hablando con él en este momento, no creo imposible que los muertos de verdad nos visiten– Le digo finalizando con un encogimiento de hombros

Nuevamente logro escuchar una pequeña risa y eso me hace sonreír como tonta, me gusta hacerlo reír. Hoy no comentaré nada para que no se vaya igual que aquella vez.

Ustedes no ponen ofrenda

–Porque no hay nadie que haya muerto y a quien ellos extrañen

Nunca ví que tuvieras abuelos o más familia además de los imbéciles de tus padres

–Por favor no los llames así, y no, las familias de ambos cortaron todo tipo de lazos cuando se metieron juntos en todo esto de las adicciones y al mismo tiempo decidieron tener una hija

¿Cómo es que entonces estás sana?

–Gracias a...– Casi menciono a Dios de nuevo pero lo pienso dos veces y al final digo otra cosa –Al destino, supongo. No morí antes de nacer, nací sana sólo para que ellos me hicieran daño después

Son unos imbéciles, es increíble que no hayas nacido con adicciones también

–Creo que mi madre sí se cuidó un poco entonces

Que se jodan los irresponsables de tus padres

Yo ruedo los ojos y me levanto del suelo dirigiendome a la ventana.

¿Qué?

–Fuera– Le ordeno sin mirarlo y eso lo hace enojar porque en un segundo me toma del brazo para voltearme bruscamente y que lo mire

¿Disculpa? ¿Estás corriéndome?

–¡Te dije que dejes de maldecirlos, decirles groserías u ofenderlos!

¿Por qué mierda los defiendes tanto?. Sabes que no se merecen ni un poco de respeto porque ellos no te lo dan a tí ni a nadie ¿Esperas que les de lo que ellos no dan ni conocen?

–No, no espero eso de tu parte, de alguien que no sabe lo que es ser un humano con sentimientos

Tras soltar eso inmediatamente me arrepiento porque lo veo y noto su mirada con un color y brillo menos intenso al usual, dándose la vuelta desaparece haciéndome sentir vacía y sola de nuevo.
Me tumbo en el suelo tras unos minutos parada intentando revertir lo que acabo de hacer aunque sé que es imposible, sin poder evitarlo comienzo a llorar abrazándome a mí misma. Pero no es lo mismo, después de sentir un abrazo de su parte no es lo mismo, quiero que él me abrace.

–Perdón– Suelto en un susurro inaudible para nadie más que para mí. Me quedo así hasta que poco a poco siento mis párpados pesar tras llorar a mares durante lo que pienso fue aproximadamente media hora

El demonio de mi habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora