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Estabamos acostados. Tal vez follamos toda la noche, sinceramente no tengo idea. Estás descansando en mi pecho mientras te acaricio el cabello, me limito a pensar mientras escucho tu respiración.
Imaginó. Lo suelo hacer bastante. Imaginó la casa de mis sueños; Es la que tiene una habitación solamente para mí. La que tiene una amaca paraguaya en el patio y una mesita para tomar café. La que tiene ventanas enormes porque, a veces, no recuerdo cómo respirar. La que tiene una música extranjera sonando en la cocina y no tiene platos rotos. Sin dudas tiene el techo pintado de azul tristeza, pero las paredes manchadas de risas y no de rencores.
Seguramente tiene un rosal en la entrada y una alfombra para limpiarse los miedos (los tuyos y los que podés llegar a generar)
Tiene un piano en el comedor que ocupa un ochenta porciento del espacio, pero nunca me atrevería a venderlo. Cómo ley de vida debe tiener pósters pegados en los pasillos, Mac Miller siendo la estrella principal. Tal vez tiene una máquina de escribir tirada arriba de la biblioteca y tiene una biblioteca.
Mi casa.
Mi casa te tiene a tí, sano y salvo.
No me detengo, sigo pensando cosas extravagantes y sin el mínimo sentido y me preguntó cuáles son los mejores lugares del mundo.
Los bolsillos, sin dudas. Mi cama. Cada pedazo de tierra que sintió tus pizadas.
Dejo de pensar, porque me fastidia que era un juego conmigo mismo y ya empeze a meterte a tí. Últimamente siempre estás metido.
Soy un romántico, hasta la médula y la gente de allá fuera (no cualquier gente, esa gente, la que habl) no lo entiende. Nunca lo van a entender, ellos son ambiciosos. Ellos quieren amor, amor, amor y muerte.
Yo me conformo con que me sonrías cada que te levantes, porque me gusta el amor.
También me gusta el miedo.
En la médula tengo un toque de miedo.
Odio el miedo.
Básicamente me gustan y disgustan muchas cosas, demaciadas. Así que, en resúmen:
Me gusta el café y la cerveza. No sé quién soy, pero me estoy conociendo. Se, a veces, querer. No sé, a veces, confiar. Me tropiezo con mucha facilidad en la calle. Me incomodan las llamadas por teléfono, prefiero hablar en persona. Un día una chica me dijo "Te quiero como persona". Un día le dije a una chica "No puedo estar con vos, te quiero como una hermana". Miento mucho, incluso a mi mismo. Creo que me estoy enamorando y odio decir <<creo>> porque eso significa que ya lo hice, pero soy terca y porfiado como una mula. Me enamore de un chico. Me mentí un tiempo sobre ese tema. Me gusta un chico y estoy aprendiendo que eso no está mal.
Te removes arriba mío, te despertas y me miras adormilado
-- ¿En qué pensas? -- Tu voz está ronca y tu cabello desordenado
-- En lo estúpido que podés llegar a ser
Mentira, estaba pensando en como tratar de nunca hacerte falta.
-- No te creo mi amor
Me conoces. Me conoces más de lo que yo pensé conocerme, te diste cuenta que me gustabas antes de que siquiera yo lo hiciera. Sos inteligente y tengo ganas de besarte, pero me contengo.
-- Ese apodo es una mierda
Mentira, me encanta.
-- Que poco romántico que sos rubio -- Dejas un casto beso en mi cuello y sonreís - ¿Te puedo decir mi amor?
-- ... Si
Sabes que soy débil cuando pedís permiso, cuando me pedís permiso, porque nadie me había valorado tanto.
-- ¿Me vas a pedir permiso para irte también?
Me miraste, tus manos rozaron mis caderas en un tacto casi nulo.
-- Yo te amo rubio -- Te escondiste en mi pecho dispuesto a dormir nuevamente -- Y lo que se ama perdura para siempre
No, enamorarse de un chico no estaba mal.
Tirarme al vacío si ese chico me lo pidiese tal vez si, pero era Ryuusei Satou y a mi me encanta ese fucking nombre.
-- ¿En que pensas mi amor?
-- ... En qué siempre te metes en todo
-- Si, ayer me metí hondo en tí -- Automáticamente te golpee en el brazo, pero a pesar de tu doble sentido tenías razón
Estabas escarbando hondo en un lugar inexperto y eso no era tan malo.
Aprendí a escaparme. Estoy aprendiendo a quedarme.
