Jeon Jungkook era perfecto. ¿De que otro modo podría Hoseok reconocer a un niño que cantaba como los ángeles, se movía como el demonio, se sonrojaba como una colegiala, hablaba como un adulto y se sentía como la mejor persona que había conocido hasta entonces?
Hoseok lo sentía por los niños que habían sido echados para darle toda su atención a este pero lo merecía totalmente. Jungkook parecía haber nacido para esto, para ser una estrella, con solo 18 años siempre estaba tan dispuesto a hacer lo que sea que le pidieran, incluso su rap era perfecto y eso era mucho decir.
Jimin era su entrenador vocal, Hoseok su coreógrafo y Yoongi lo ayudaba a producir porque incluso en la composición el niño era bueno. También amaba tomar fotografía y grabar videos y editarlos y generalmente se la pasaba regalándoles ediciones y fotografías a sus hyungs como agradecimiento por cuidar de él cuando Hoseok cree que ellos deberían estar eternamente agradecidos con él por haberlos elegido. Era un niño dulce, talentoso y trabajador y Hoseok lo admiraba.
Pero, su admiración no se comparaba con la que Jungkook sentía por él. El niño tenía estrellas en los ojos cuando lo veía bailar y cuando lo veía comer y cuando simplemente lo veía respirar. Básicamente lo seguía como un patito sigue a su mama pata desde el primer día que ingresó y Hoseok lo recibió porque era el veterano en Bighit y sabía que su manager siempre hablaba maravillas de él a todos los novatos. Se había ganado cierto prestigio y se había convertido en una especie de intocable. Así que no le pareció tan extraño que Jungkook se sintiera más cómodo con él al principio y lo tomó bajo su ala con gusto. De todos modos, Jungkook era algo tímido y torpe al principio y Yoongi no era mucho mejor en las interacciones sociales así que había cierta frialdad entre ellos y Jimin, con su naturaleza coqueta le daba algo de miedo. Hoseok se sintió con ganas de protegerlo.
Eso cambió un poco a los dos meses cuando Jungkook apareció con unos shorts cortos que dejaban ver sus deliciosos muslos y una camiseta sin mangas que mostraba sus fuertes brazos para preguntarle “¿Quieres tener una cita conmigo, hyung?”
Hoseok que siempre tenía que decir se quedó un poco mundo y finalmente después de una silenciosa lucha de miradas dijo “Sí”
Una persona puede brillar de la nada, fue lo que comprobó cuando Jungkook lo hizo.
Apagó ese brillo cuando añadió “Cuando cumplas 21 años”
Jungkook hizo un puchero perfecto y dijo “Pero faltan más de dos años para eso”
“Pero serás un adulto entonces y si lo que sientes ahora vale la pena, esperarás y será genial ¿no?”
“¿Es un desafío, hyung? Porque voy a esperar, tu realmente me gustas y me gustarás más dentro de dos años” Jungkook dijo con la valentía brillando en sus ojos. Hoseok nunca lo admiró como en ese momento.
“Es un desafío solo si lo consideras así, yo puedo prometerte que será genial” Hoseok dijo muy convencido que ese día nunca llegaría. Dos años parecían demasiado lejanos. Imposibles incluso.
Jungkook sonrió y asintió.Hoseok supuso que Jungkook olvidaría eso al salir del salón o al día siguiente o a la semana siguiente. No esperaba que un año después, justo un año después, cuando Jungkook estaba a punto de debutar y tenía una fan base ya creada esperando con ansias su debut, 10 canciones nuevas y coreografías espectaculares, apareciera en su puerta solo para decirle “Solo un año más, hyung”
Hoseok asintió pensando profundamente en ese momento de que estaba hablando.
Un año después, cuando el nombre de Jeon Jungkook, de 21 años era uno de los más buscado en Naver e incluso Google, lo recordó.Jeon Jungkook que no gustaba tanto de teñirse el pelo como Yoongi, Jimin o el mismo Hoseok, se tiño de naranja porque un día Hoseok le había dicho que le quedaría bien, apareció con una rosa en manos en su habitación, le dio un suave beso en la mejilla y lo llevó a una cita.
Jungkook era famoso, popular, era amado, tenía colaboraciones en puertas, una fanbase que crecía cada día, sus redes sociales tenían mucha interacción, dos álbumes de estudio, siete singles, sacó a Bighit de la quiebra y ahora estaba dándole la oportunidad a nuevos talentos para audicionar y entrenar en una empresa prometedora. Jungkook era aún más perfecto que aquel niño tímido y torpe con un crush enorme con Hoseok.
Y aun lo quería, aun miraba a Hoseok con estrellas en los ojos, aun recordaba que le debía una cita.
¿Qué iba hacer Hoseok? ¿Decir que no?
No pudo y dijo que sí.
Se dejó llevar.
Jungkook y su tranquilo picnic, su serenata con una canción que dijo que le escribió a él, su cena hecha por él mismo con ayuda de Yoongi, a la luz de la luna y las estrellas brillantes y a orillas del río Han, lo enamoraron completamente.
Hoseok olvidó todas sus reglas. No salir con alguien del trabajo, no salir con alguien menor, no salir con alguien que podía conocer a cualquier otra persona que valía mucho más que él en cualquier momento y tenía el poder de destrozarlo.
Cayó duro por Jungkook y pensó que nunca se arrepentiría.Cuando se besaron esa noche en la puerta de su habitación con Jimin silbándoles para que se detuvieran y luego corrió contarle a Yoongi que le sonrió suavemente y le dijo “Es bueno para ti, estoy feliz por ti Seok, siempre seré feliz si lo eres” Hoseok pensó que ellos se casarían, tendrían bebés y serían felices por siempre.
Estaba eufórico, feliz, excitado…no tenía palabras para la emoción que lo hacia flotar al estar comenzando una relación especial con alguien especial, se sentía especial.
Se permitió soñar en grande incluso cuando salía con la persona más popular y deseada de Corea y un poco más allá.
Fue soñar demasiado.