El mismo suceso se había repetido varias veces sin que él se diera cuenta, últimamente pasaba a cualquier hora del día, sabía que tardaría varias horas en volver a comer y aprovechaba a llenar su pancita lo suficiente como para no tener hambre hasta llegar de nuevo a casa.
Una muy pequeña capa de grasa había aparecido en su sección media, era algo que no se notaba a menos de que estuviese sentado por lo que realmente no le tomó ni un poco de importancia, su cuerpo seguía saludable y eso era lo relevante.
Esta vez se encontraba en una de las tiendas cerca de su universidad, vendían varios tipos de comida y había decidido comprar un par de sándwiches junto a un refresco grande. En cuanto le llevaron su comida hasta su mesita, comenzó a comer tranquilamente mientras observaba cualquier cosa que llamase su atención, poquito a poco fue terminando los emparedados, de nuevo estaba la misma sensación de las últimas veces, su barriga estaba llena pero no lo suficiente, sabía que aún cabía más comida y para él eso significaba que tendría hambre antes de regresar a casa, no se podía permitir eso.
—Debí comer más que una manzana en la mañana.—
Murmuró frunciendo su ceñito y comenzó a beber su soda, tal vez eso le ayudaría a terminar de llenar su estómago, pero por si a las dudas pidió un emparedado más. Mientras esperaba, fue bebiendo el refresco y de a poquito comenzó a sentir su panza un poco pesada, aún le faltaba la mitad del jugo y justo la camarera dejó el nuevo sandwich sobre su mesa.
Tal vez sólo debió esperar a que la comida se asentara y no apresurarse, ahora se encontraba en un pequeño dilema. Podría simplemente pedir que le envolvieran el emparedado para llevar pero su mentecita le decía que luego estaría frío y ya no sabría bien, lo mismo que con el resto de la gaseosa.
Tomó una profunda respiración y comenzó a comer el sandwich, el hecho de haber pedido uno especial le hacía aún más difícil el comerlo pero también le hacía resignarse a dejarlo para después. Su pancita se sintió cada vez más pesada y el cinturón de su pantalón comenzaba a molestarle, podía sonar como una comida pequeña y aunque últimamente comía un poco más que lo de siempre, su estómago no estaba acostumbrado.
Cuando terminó con el sandwich, bajó su manito muy disimuladamente hasta su cinturón y lo dejó un poco más flojo, igual eso no sirvió de nada, sus pantalones eran ajustados y los bordes interferían con la libertad de su barriga y le hacían doler. El problema era que no podía desabrochar sus pantalones así como así, su camiseta no era lo suficientemente larga como para cubrirlo.
Sus ojitos vagaron hasta la soda y largó un sonoro suspiro armándose de valor para terminarla por fin. Su mano había quedado posada bajo de su pancita, de nuevo pudo sentir como se expandía y sus mejillas se sonrojaron levemente ¿podría expandirse más que eso? Inmediatamente eliminó aquel pensamiento y terminó de beber con rapidez ahogando algunos gases en el transcurso, eso le pasaría factura luego.
No pudo permanecer mucho tiempo más en el lugar por lo que sólo se levantó para ir a pagar, sus pantalones seguían molestando pero no tanto como antes.
Se encontraba sentadito en su salón de clases y por más que quisiera no podía prestar atención, su estómago gorgoteaba constantemente y sentía que el botón de sus jeans lo estaban matando.
Sin esperar mucho más, salió del aula y fue directamente a uno de los baños, por suerte todos se encontraban vacíos puesto que cada quien estaba en clases. Se sentó en una de las tapas de los inodoros y subió un poco su camiseta, frente a sus ojitos apareció una pancita bastante hinchada y dura, sus mejillas tomaron un muy notable color rojo, si sus padres miraban eso estaría en muy grandes problemas, pero... Ellos no estaban allí y no los vería hasta las vacaciones de navidad, no había problema alguno ¿verdad?
Esto era distinto a la primera noche, podía ver la curvatura con claridad aunque había algo que interfería con la vista completa. Llevó una de sus manos hasta su pantalón y terminó de soltar el cinturón para luego desabotonarse, su panza era pequeña pero se veía completamente redonda, como una linda pelotita. Pudo sentirse un poco más tranquilo al ya no tener la presión de los jeans pero seguía doliendo.
Llevó ambas manos a ella y comenzó a dar algunos masajes, la idea principal era sacar los gases pero aunque no lo admitiese, le gustaba tocar cuando su barriga estaba tan redonda. Varios eruptos salieron de su boquita, no le importaba porque sabía que no había nadie más.
Por más que seguía masajeando su barriguita seguía muy tensa, ya casi no salían ruidos de su boquita pero algo le hacía querer seguir jugando con ella. Su atención se vio interrumpida cuando escuchó a alguien más entrar al baño y con rapidez acomodó de nuevo su ropa sintiendo como el botón volvía a molestar.
Incluso durante sus clases estuvo pasando una mano por aquella bolita que se había mantenido en su cuerpo disimuladamente, le sorprendía lo mucho que su pantalón seguía apretando. Probablemente cuando llegase a su departamento la hinchazón ya haya desaparecido completamente y la verdad es que pensar eso no le había gustado del todo.
—Tal vez compre una pizza.—
Murmuró para sí mismo mientras anotaba en su cuaderno con una mano y con la otra daba pequeñas palmaditas en su panza, la sensación le gustaba.