El sonido de pájaros fueron lo primero que captó su atención; lo segundo, fue la falta de una figura familiar a su lado y la frialdad que acompañaba el espacio vacío. Con un gruñido disconforme, Ajax se abrió los ojos. Era temprano todavía, por la posición del sol podía asumir que eran las ocho o nueve de la mañana.
Energizado y totalmente despierto, salió de la cama. Podía oler el té inundando la habitación y la cocina, por lo que Zhongli quizá ya esté en el jardín preparándose para abrir la pequeña tienda abajo. Con un vistazo en la ventana, pudo ver su figura agachada, cabeza cubierta con un sombrero (aunque no haya sol), y sus manos recogiendo hierbas plantadas a todo lo ancho detrás de la casa. Si bien el mismo era versado en el arte de magia y mejunjes, no podía compararse con Zhongli de ninguna manera. Después de todo, era un ser que pasó siglos aprendiendo nuevas y viejas técnicas de magia. Algunas de las que él mismo Ajax poseía fueron aprendidas por Zhongli.
No se molestó en ponerse más que unos pantalones anchos blancos para bajar al jardín. Pero antes, pasó por la cocino y se sirvió su propia taza de té. No iba a negar que prefería el café, sin embargo, el té tampoco estaba mal. Le recordaba que estaba en casa.
Bajo las escaleras mientras daba sorbos a lo que podía reconocer como té oolong. Su casa no era de estilo opulento, más bien, tenía un estilo simple: la planta alta solo poseyendo dos habitaciones (que en su mayoría estaban llenas de baratijas que Zhongli había obtenido a lo largo de los siglos), y una pequeña sala que Ajax utilizaba como estudio. Luego, separado con una encimera de madera, se encontraba una cocina modesta con algunas manchas de aceite aquí y allá, junto con algunos trastes dejados la noche anterior. Al bajar, la primera vista era la decorada y organizada tienda de pociones y remedios mágicos de Zhongli. Aunque lo más grande e impresionante que poseían era el paraíso vegetal de Zhongli, que ocupaba unos 30 metros de toda la propiedad.
No pudo evitar el movimiento emocionado que hizo su cola al ver la espalda de su amante.
—Te levantaste demasiado temprano— dijo acercándose a la figura agachada.
Al escuchar su voz, Zhongli se levantó y se quitó los guantes de jardinería, revelando sus manos tintadas con tatuajes de color ocre y dorado.
—Cogerás un resfriado saliendo así. Estamos entrando en invierno— le regañó al tiempo que plantaba un beso en las mejillas de Ajax.
—Te gusta mirar— canturreó pellizcando las mejillas del otro.
Volteo los ojos ante tal respuesta, simplemente recogiendo la cesta llena de hierbas y se adentró a la casa nuevamente.
—Sabes, pasé tres meses en Snezhnaya extrañando al amor de mi vida, espero al menos un poco de amor de su parte.
Su queja le valió una risa por parte de Zhongli, quien dejó la cesta en el mostrador de la tienda para voltearse y besarlo suavemente, sosteniendo con amor sus mejillas mientras las acariciaba. Complacido, Ajax posó sus manos en la cintura del otro, acercándolo aún más a su cuerpo. Se separó solo para observar más de cerca la cara del mago: sus ojos rasgados, el color ámbar que siempre le dejaba sin palabras, el delineado rojo que destacaba su linaje, su nariz redonda, pómulos altos con un rubor esparcido que le llenaba de vida, y labios rosáceos brillantes. Todo ello solo le produjo una sonrisa que era incapaz de borrar. Los días en Snezhnaya no eran lo mismo sin aquel hombre con el que pasaba la mayoría de su tiempo a su lado.
—Bienvenido a casa, Ajax.
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rex lapis ;
Short StoryLas aventuras del mago Zhongli en Liyue acompañado de su amante Ajax.