Fuego artificial dorado

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Puede ser que... ¡No! Hoy va a pasar algo, eso tenlo claro.
-Otra vez estoy hablando yo solo. Últimamente no tengo muy claro lo que estoy haciendo, me pierdo en mis propios pensamientos, sin saber que hacer, sin saber dónde estoy, sin saber quién soy, una paradoja que se repite cada día, que simplemente es uno más... un simple día más.

Mierda, sigo hablando yo solo.


Ese día me levante, desayune sobras de la cena, me lave los dientes, tomé una ducha, me vestí con una polera blanca con rayas negras en los brazos, unos jeans que eran un poco ajustados y unos convers rojos. Todo para salir al parque de diversiones. Hacia un tiempo que quería ir, y como ese día no tenía nada que hacer, tomé mis cosas y me fui yo solo.
El parque estaba lleno, había gente por todos lados, niños riendo, familias, amigos y parejas pasando un buen rato, de todas maneras, era un fin de semana, no se podía esperar menos.

Subí a un par de juegos, como: las tazas, la montaña rusa y a la noria.

Estaba atardeciendo, en la poca luz rojiza del sol que se desvanecía poco a poco, dejando una breve imagen tenue de lo que se aproximaba... La obscura noche.
-Señores, señoras, niños y niñas y como no, los jóvenes. Hoy es el aniversario del parque, por ende, se preparó un pequeño festival de fuegos artificiales. Disfruten del espectáculo.
-Que buen día para venir.
La noche asomaba y el primer destello de luz, voló hacia las nubes con su característico silbido. El cielo se llenó de un inmenso color purpura, el reflejo de cohete se podía ver en las pupilas del chico. De repente, el resto de los fuegos artificiales se mostró en el cielo, dando un espectáculo hermoso para todos. Y cuando el ultimo salió, el sol se terminó de ir.

Un brillante color dorado ilumino el cielo por completo, haciendo que todas las personas quedaran encantadas con su majestuosidad.
-Bueno, creo que es hora de irse.


Iba de regreso a casa, las luces de las lámparas se habían encendido y como buen país tercermundista, estaban titilando.

La noche se hacía más espesa, cada vez había menos carros, la calle estaba casi en absoluto silencio y en las casas todos estaban empezando a acostarse.
- ¿Cuánto tiempo llevo caminando?


Miré el reloj y eran las dos de la mañana ¿Había perdido la noción de tiempo? Ni si quiera sabía dónde estaba.

El pánico empezó a invadirme, comencé a respirar agitadamente y tenía mucho miedo, básicamente estaba teniendo un ataque de ansiedad. Pero antes de que me volviera loco, el maullar de un gato me devolvió a la realidad.

Puse mi espalda contra una pared y lentamente empecé a bajar y esconderme entre mis rodillas.

Después de un rato sentado, me levanté, encendí mi teléfono y cuando lo volví a apagar, vi mi cara en el reflejo del celular y no me reconocí.

Lo último que recuerdo es que empecé a caminar sin rumbo alguno, un par de lágrimas bajaron por mis mejillas y lo último que vi, fueron dos luces acercándose
- ¿Lo lograste?
- ¿Lograr que cosa?
- ¿Olvidar la realidad de tu "yo"?
-Yo creo que sí, y lo hice muy bien.
- ¿Te arrepientes?
-Si...
Ese "Si" fue con una voz tan rota que dejó perplejo a la misma muerte. Luego de eso, exploté en llanto y me di cuenta de que una de las cosas que tiene el ser humano es... Yo, tú y ella, la realidad que nos rodea y los más preciado que todos tenemos y que si lo perdemos, no sabríamos ni quienes somos, nuestro tan amado y dulce fuego artificial dorado. 

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