Advertencia: Mención de violación Takano/Onodera.
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Yokozawa aún recordaba el momento de su vida en que estuvo en una situación similar. Las primeras cervezas deslizándose por su garganta como si el sabor amargo no fuera asqueroso, simulando trago tras trago que su estómago no estaba siendo lavado, ignorando las intensas ganas de vomitar que lo invadían. Pero, ¿qué era ese malestar en comparación a lo que sufrió antes? Un trago amargo que le fue metido por la boca a la fuerza, aquello que le dolía denominar rechazo.
Una, dos, tres latas de cerveza no eran nada en comparación a lo que había experimentado en manos de su mejor amigo sólo unas horas antes, ni las otras cinco que pidió luego.Y, ahora, tenía a alguien que pasaba por su misma desolación. Frente a él, sentado y con una bebida en las manos (aunque, en este caso, una infusión caliente), se encontraba Onodera Ritsu, cuya presencia en otras circunstancias lo hubiera irritado hasta el punto de comenzar a gritar ante la más mínima provocación, incluso aquellas que eran hechas sin intención.
La mirada de Ritsu estaba perdida, como si aún esperara despertar de un encantamiento, un sueño... Lo único que Yokozawa pudo hacer (o lo único que se le ocurrió) fue ofrecerle un café.
No tenía mucho para decir. No creyó que recurriría a él, de todas las personas. No creyó que vería a Onodera tan indefenso y asustado, ni que terminaría entendiéndolo y sintiendo lástima por él. Nunca imaginó que lo miraría de manera diferente al odio que parecía estar predeterminado. Que, al final de la pequeña e inusual reunión que se estaba llevando a cabo en su departamento, no sólo lo miraría con pena, sino con cierto afecto y entendimiento.
El frío los envolvía; su casa carecía de un lujo como la calefacción y la pequeña estufa que parecía querer cumplir esa función, sólo se enfocaba en las piernas del invitado y no en las del propietario, volviendo una tortura el hecho de que portara sus ropas ligeras de cama.Ritsu podía sentir sobre él la mirada del mayor mientras bebía lentamente el café, esquivo de correspondérsela; no quería enfrentarlo, aún si había recurrido a él, Yokozawa seguía asustándolo. El hombre siempre lo juzgaba, lo acusaba y humillaba sin fundamentos, con insultos y provocaciones innecesarias. Sus básicos (y hasta infantiles) modos lo intimidaban, no había nada de gracioso en que un tipo tenebroso lo insultara sólo por haber salido con alguien en su adolescencia. No había lugar para enfrentamientos cuando no se tienen las agallas para defenderse.
Atrapado, acorralado en su propio trabajo, a Ritsu no le quedó más opción que refugiarse en la persona que, por años, intentó olvidar. Sin embargo, sus opciones se agotaron cuando tuvo que aceptar lo que ignoraba.
Su cuerpo se sentía hervir. Sus latidos acelerados y la palabra "no" huyendo de sus labios, llegando a los oídos de su primer amor, Takano, quien se negó a escuchar y prosiguió. Los ojos húmedos de Onodera y su debilitado cuerpo fueron los testigos de la forzosa entrada que intentaba crear Masamune hacia su ser. Las palabras de auxilio que no salían al apretar con fuerza y desesperación sus dientes, al igual que sus párpados, en busca de suprimir la razón... Ritsu ya no quiere recordar nada de ello.
La estufa hacía su trabajo, y el pantalón que Onodera traía puesto se calentó hasta el punto de comenzar a quemarle las piernas. Movió el objeto con disimulo, esperando entre sorbos que Yokozawa no planeara una manera de destruirlo con palabras por haber hecho algo tan simple como mover la estufa de lugar. Su cuerpo, su psiquis, su corazón... apenas podían lidiar con la situación, y estar en ese desconocido lugar no ayudaba. El problema yacía en que no sabía a quién más recurrir, no sabía dónde refugiarse, no conocía un lugar seguro..., las circunstancias lo llevaron a comunicarse con la persona menos esperada. Un mensaje de texto y la pregunta más extraña que jamás había hecho, pidiendo un lugar para pasar la noche, recibiendo luego de varios minutos la respuesta que lo llevó a estar en esa silla.
Takafumi pretendía hacer de lado las ganas de fumarse un cigarrillo que lo invadían desde hacía rato, lo cual en este punto era casi imposible de ignorar. Mas, salir a la terraza no parecía ser una buena idea, dejar a Onodera por su cuenta con una mente así de nublada se sentía como una traición a su propia moral.
Observaba a Onodera sin querer preguntar más de la cuenta, no quería lidiar con una crisis nerviosa ajena en ese momento de su vida.Bebió un vaso de agua para limpiar su garganta, esperando que sus palabras e intenciones se transmitieran claramente.
Con un golpecito suave en el hombro del contrario, acto que simulaba ser reconfortante, habló:—Te prepararé el futón, mañana hablaremos bien.
El humo que aún salía de la taza pareció golpear al castaño repentinamente, haciendo que una sensación cálida invadiera su interior. Con una sonrisa tímida, llena de angustia, volvió su vista a la infusión.—Claro..., mañana.
Las palabras, dibujadas y borradas inmediatamente en el gélido aire, parecían ocultar una promesa. Existía un día después de ese, y otros más vendrían también. Un mañana sin problemas, un "te escucharé" asegurado... ¿Qué más podría necesitar Ritsu? Tal vez solo unas horas de descanso y un cargado café matutino.
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Café.
FanficUna decepción, un mensaje de texto y el vapor que despedía la taza que tenía en manos; sólo eso necesitó Onodera para sentirse a salvo de nuevo. Yokozawa x Onodera. (sekai-ichi hatsukoi, canon universe.)