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Su funeral fue en invierno, para muchos un día más, pero para mi el día en el que el mundo se me cayó a los pies.

La persona que más amaba se había ido, se había ido para siempre.

Quería decirle tantas cosas, quería reírme con él, quería seguir cantando con él, nos quedaban tantas cosas por hacer, pero ahora se ha ido, y ya no me quedaba nada, sin él no era nada.

Él me introdujo al mundo de música, este mundo que ahora intenta llenar el vacío que dejó, aunque ambos sabemos que eso nunca pasará, que nunca amaré a nadie como te ame a ti, como te amo a ti.

Ya ha pasado un tiempo, pero por más que lo intente sigo metida en el mismo pozo. Puede que tenga miedo de que si lo supero pueda llegar a olvidarme de él, olvidar su cara, sus manos, su voz.

Llevo escritas más de mil canciones, pero siguen sin ser suficientes para reemplazarte, mi corazón duele porque no estás aquí y mi mente no te perdona, no perdona el hecho de que me abandonaras en este mundo de mierda. Todas las bases de las canciones que creastes ahora tienen una letra, algunas alegres, otras dolorosas como cuchillas, todas escritas entre mis lágrimas para ti.

Teníamos grabadas canciones para enviarlas a las emisoras pero te fuiste antes de que pudiéramos hacerlo, canciones preciosas, tu cantando junto a mi siendo uno solo, nos compenetrábamos perfectamente con la música, solo tu y yo.

No se si algún día cantaría estas canciones al mundo, aunque me gustaría que la gente conociera tu maravilloso talento aunque ya no estés aquí.

El año de tu muerte falte casi todos los dias de clases, ya que todo me recordaba a ti, incluso estando en casa te recordaba, mi habitación estaba repleta de cosas nuestras, una foto que nos hicimos en el mar cuando me invitaste a ir contigo y tu familia, él peluche que me regalaste por mi noveno cumpleaños, algunos CDs de tus cantantes y bandas favoritas que me prestaste para que escuchara, el primer micrófono con el que cante una de nuestras canciones.

Después de que nos dejaste la banda se disolvió, y aunque Shizu, Hiiragi y yo seguimos en contacto no es lo mismo sin ti, quizás nunca sea lo mismo.

Te echo tanto de menos, nose como sobrevivir sin tus risas diarias, sin tu mirada, sin ti- dije llorando y con la voz rota frente la tumba de mi persona amada, "Yoshida Yūki".

Deje esas hermosas camelias en el suelo, junto a un beso en el borde de la lápida antes de irme.

Estaba de camino a casa cuando empezó a llover, comencé a correr para llegar cuanto antes, pero resbalé y caí en uno de los charcos que se había formando por la lluvia, me quedé allí sentada pensando si tenía algún sentido seguir viviendo, llevaba tiempo deprimida, mucho antes de su muerte pero ahora que me faltaba lo más importante de mi vida ya nada me retiene aquí, ¿qué debería hacer?, es la pregunta que se cruza por mi mente día si y día también.

Cuando me quise dar cuenta estaba completamente empapada y no paraba de temblar por el frío, me levante y caminé hacia mi casa, sintiéndome miserable.

En la puerta estaba Shizu, sentado con la espalda apoyada en la pared al lado de esta con las piernas cruzadas

- ¿Que haces aquí?- pregunté entrecortadamente por el frío.

- ¿Has estado llorando?- se levantó y puso su mano en mi mejilla mientras que su pulgar tocaba bajo mis ojos tratando de buscar algún signo que afirmara su pregunta- Tienes los ojos rojos- me miraba con lástima, igual que cuando Yūki nos confirmó su relación, la cual de la que todos sospechábamos.

- No has respondido a mi pregunta, ¿que haces aquí?- ante su tacto me aparté girando la cabeza a la derecha, aunque con Shizu me sentía segura no quería que me viera así, él es como mi hermano aunque siempre se sentía excluido del grupo, menos por mi parte que siempre intentaba integrarlo.

Mil Pedazos (Given)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora