No leas esto...

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¡O bueno, ignora el título y léelo si quieres! Dioses.

No me queda la menor duda: eres una persona extremadamente ruda, quien adora romper las reglas y hacer todo lo contrario a lo que le dicen... la rebeldía en persona, ¿no es así? Bueno, tal vez entonces podrías ser amiga (o amigo, si es que hay algún chico leyendo esto) de Dick.

Quizá en este momento te estés haciendo la pregunta millonaria: ¿quién carajos es Dick?

Si este es el caso significa que no leíste la obvia y extremadamente corta descripción de esta historia por alguna razón... pero bien, como sea: Dick es mi mascota. Una querida y maravillosa amiga. Sí, es una hormiga. Sí, su nombre traducido al español es pene. ¿Y qué? ¿Acaso crees que solo por eso no tiene sentimientos o el derecho de tener amigos? Te equivocas.

A decir verdad Dick tiene muchos (pero muchísimos) sentimientos, puesto que se encuentra en la horrenda etapa de la adolescencia. Así es, ese infierno en el que todos estuvimos, estamos o estaremos; donde ya no se es tan pequeño e inocente como antes, pero tampoco se es lo suficientemente mayor o maduro para muchas cosas. Es una especie de limbo existencial. Un lugar caótico lleno de confusión, estrés, ansiedad... deseos de encajar y algunas veces de ser diferente al resto. Incertidumbre, angustia, desolación... todos los seres humanos pasamos por esto.

¿Y adivina qué? Las hormigas también.

Dick jamás encajó con el resto de las hormigas de su edad, al menos no con las que se veía forzada a interactuar diariamente dentro del hormiguero. No compartía gustos musicales, por ejemplo. Ella no escuchaba bandas como Ant Direction, Little Ants  o 5 Ants of Summer  y tampoco le gustaban otros artistas como Hormiga Grande  o Justin Ant-Beaver.  Dick no estaba contenta con los estándares de belleza que se manejaban en su colonia; que si tu tórax era demasiado grande o demasiado pequeño, que si la región Gastor de Fulanita era demasiado ancha o si la de Macaria demasiado estrecha... que si tus patas esto, que si tus antenas lo otro, si tenías o no tenías alas...

No soportaba la manera en que todos se juzgaban entre sí y como al final del día, nunca se le daba gusto a nadie. Solo surgían inseguridades y conflictos innecesarios cuando ya había cientos y cientos de problemas mucho más importantes para preocuparse y ocuparse. Nuestra pequeña pene... quiero decir, nuestra pequeña Dick, había abandonado todo deseo y esperanza de encajar en aquella sociedad desde hacía ya mucho tiempo.

Era consciente de que jamás sería como la hormiga reina; sabía bien que no era como su madre ni como su padre, quien había sido devorado en una épica batalla contra la enorme bestia mítica de cabellos dorados y nariz húmeda, que estaba armada con una lengua enorme salida del mismísimo infierno.

Y... sí, la "enorme bestia" es de hecho un Golden Retriever. Mi perro, Santiago. Jamás se lo he dicho a Dick, no tendría el corazón de hacerlo. Santi tiene esta horrible costumbre de comer papel higiénico, zapatos e insectos... particularmente hormigas, entonces... bueno, puedes imaginarte el resto por ti mismo.

Dick era especial. Ella era distinta, diferente... o rara, como el resto de la sociedad se lo hacía creer.

Estaba confundida. Confundida y un tanto asustada, porque sabía que no era igual al resto de las hormigas que conformaban su entorno general. No compartía las mismas ideologías ni creencias sobre un ser superior. Estaba en contra de la monarquía que regía su hormiguero. No estaba loca y perdidamente enamorada de un macho sino que en cambio se sentía atraída hacia las hembras, hacia una en particular.

Se negaba a tener un cierto tamaño de tórax o una determinada longitud de patas o antenas para ser considerada "linda". Ella pensaba que aquellas hormigas macho que se atrevían a usar delineador en los ojos y atuendos estrafalarios eran "lindos"; escuchaba música ruidosa con letras profundas y emotivas en lugar de vacías baladas pop, y por ende la categorizaban bajo la etiqueta "Emo".

Era categorizada. Bajo una maldita etiqueta.

Como si fuese un simple objeto y no un ser vivo.

Se sentía sola y perdida. Estresada, ansiosa y completamente desesperada. En el fondo  estaba convencida que no quería ser como ellos; sabía que quería pertenecer a algún sitio... pero no podía ser ese en particular, no quería que lo fuera. Dick deseaba encontrar otras hormigas similares ella. Hormigas que comprendieran como la vida va mucho más allá que simples números, etiquetas y apariencias. Que esta vida es más que la monotonía de ir y venir diariamente cargando cincuenta veces tu propio peso, no solo en comida o materiales útiles para el hormiguero, sino en tus propios problemas e inseguridades. En tus dudas y miedos.

Dick quería ser libre. Necesitaba serlo.

Así que un día... finalmente decidió huir.

Dejó una nota para su madre agradeciéndole por todo a manera de despedida, aclarando que jamás volvería. Finalmente se marchó del hormiguero con decisión. Estaba lista para encontrar aquel lugar al cual finalmente pertenecería. Sabía que sería difícil; estaba plenamente consciente de que el mundo fuera de su hormiguero no solo era enorme, sino también frío, oscuro y peligroso. Pero sabía también que de quedarse allí dentro, encerrada y atada a un lugar al que no pertenecería nunca, la vida misma se tornaría fría, oscura y deprimente. Ella no podría soportarlo...

Y no tenía por qué hacerlo. Esta era su vida y por ende, la decisión era únicamente suya.

Si se lo preguntas, ella te dirá que fue afortunada. Principalmente por no haber sido devorada por Santi... quiero decir, la bestia mítica... pero además porque fui yo quien la encontró. Estaba escondida en la canasta casi vacía del picnic, entre migajas de pan y restos de frituras. Subió a la punta de mi dedo y aquel día decidí darle un lugar para vivir. No sería como un hormiguero, por supuesto, pero... era un lugar al cual pertenecer. Un hogar.

Somos seres muy similares, aunque yo no tenga antenas y ella no tenga dedos. Ambas estamos vivas, ambas somos más que un par de objetos etiquetables. No estamos de acuerdo en todo y jamás lo estaremos, pero sabemos que eso está bien: la vida no fue fabricada a través de un perfecto cortador de galletas. Todos somos distintos en formas, tamaños, colores, gustos y creencias. Y eso está bien. Pero sin duda es bueno encontrar a aquellos seres con los que "encajes": esos que te complementen, te comprendan y acepten por lo que eres.

Mientras no te hagas daño a ti mismo o a los otros, ¿quién carajos tiene derecho a juzgarte o forzarte para cambiar algo de ti?

Así es: nadie. Absolutamente nadie.

Todos nos hemos sentido tan pequeños como hormigas alguna vez. Sabemos bien lo que es sentirse confundidos, perdidos y también solos. Pero la verdad es que no lo estamos, o al menos no lo estaremos eternamente; siempre podremos encontrar a alguien que nos comprenda. Encontraremos un lugar al cual pertenecer. Tal vez no ahora, tal vez no mañana, pero pasará.

Debemos aceptarlo: todos tenemos un tanto de Dick en nuestro interior...

Sí, eso último sonó mal. Olvídenlo.

Y bueno, quién sabe... tal vez me excedí con la medicación esta vez o fumé demasiada marihuana. Tal vez yo simplemente sea una loca que habla con una hormiga y escribe todo esto porque no tiene nada mejor que hacer...

Pero dime entonces: ¿quién está más loco... yo por escribirlo, o tú, por leerlo?

Piénsalo.


Dick: La Hormiga Emo Adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora