El comienzo

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Últimamente no encuentro inspiración en nada, me siento un poco melancólica y no sé, cuál es la razón de este sentimentalismo tan cansado y pesado. Por eso, cada noche salgo a caminar, quiero inspirarme, mi trabajo no puede esperar más, me han dicho que debo entregar un adelanto de mi novela y ni siquiera he escrito nada durante estas dos semanas. Soy una escritora, tuve la suerte de ganar un concurso literario y por ello publiqué un libro que se convirtió en un Bestseller. Aunque es todo lo que tengo escrito y publicado, pues sigo trabajando en mi siguiente novela. La cual no he terminado, a penas llevo dos partes y estoy tan cansada, deprimida (ni siquiera sé lo que tengo) que no he avanzado con la tercera parte.

Voy pensando en todo esto y mientras camino observo a la gente, recordando cada detalle de sus gestos mientras comen, beben, se besan con alguien, etc. Me aprendo el nombre de cada calle por la que camino, las rutas que he tomado para llegar a esos lugares, etc.

Cuando entro a algún lugar, trato de memorizar cada detalle de decoración, las personas que trabajaban ahí, los clientes que había en ese momento, las conversaciones que escuché sin querer; pues algo de eso podía servir para mi novela, cuando llego a casa prendo el ordenador, pero no pasa nada, recuerdo todos los detalles, pero no puedo añadir nada de ello a la historia que trato de contar y así pasa otro día más sin ninguna línea escrita "mañana será diferente" me digo a mí misma, antes de cerrar los ojos y dormir plácidamente.

Al siguiente día me levanto, pero siento que de verdad pasa algo diferente, me calzó las pantuflas, y me pongo un suéter. Me dirijo a la sala, me siento en el sofá y prendo el televisor, mientras estoy poniendo el canal que da las noticias, me doy cuenta de que está comenzando a nevar, "vaya la primera nevada" me digo a mí misma. "Con razón hace frio" lo digo en voz alta, aunque sé que nadie me responderá. Le dejo a las noticas y me dirijo a la cocina, agarro mi taza preferida y me preparo en ella cereal con leche, es una taza especial, la mande a hacer muy grande pero no para que le entrara muchísimo café, sino para poder servirme cereal con leche y frutas. La verdad es que desde pequeña he comido el cereal en tazas, siempre que lo trato de comer en plato me sabe distinto, es una costumbre rara, pero necesito que tenga una agarradera, pues si no es asi, sería un plato y ahí no comeré el cereal, en fin. Me termino de preparar el cereal con leche y me voy nuevamente al sofá a ver la televisión, en las noticias mencionan que varios jóvenes de Argentina se intoxicaron con cocaína adulterada, esa noticia me llamó la atención porque no sabía que la cocaína se pudiera adulterar, la reportera dice que fueron varios jóvenes los que fueron a dar al hospital y algunos de ellos están graves; después entrevista a una de las madres de los jóvenes y ella dice que no sabía que su hijo se drogaba, pero que ahora que lo sabe lo va a meter a un anexo "jeje" eso me dio risa, me recordó a cuando mamá me regañaba. Después de esa noticia pasan otras cosas que no me llaman la atención como la noticia de la cocaína, termino mi cereal y me voy nuevamente a mi habitación por una cobija, pues hace demasiado frío. Sin embargo, decido comenzar a cambiarme y quitarme el pijama. "Voy a salir" digo en voz alta, me pongo un pantalón de mezclilla una blusa de manga larga color blanco y me pongo una boina café, pues el abrigo será del mismo color, en cuanto a zapatos me calzo unos tenis. Mientras me preparo, apago el televisor; Me asomo por la ventana y me doy cuenta de que dejó de nevar, entonces no me llevo el paraguas.

Nuevamente voy sin rumbo, quiero conocer nuevas calles, lugares y personas, tal vez así tenga inspiración, de repente llego a una calle que mas bien parece un callejón y en donde hay un local, veo que es una cafetería pero no me llama la atención entrar, estoy por darme la vuelta cuando comienza a nevar nuevamente, así que elijo meterme a la única cafetería que hay en esa callejón.

El lugar es pequeño, pero agradable, sin embargo, por fuera no llama mucho la atención, pero por dentro es muy curiosa, está decorado tipo años 20s y me gusta, tiene objetos antiguos y un olor exquisito a café, la música que está sonando es jazz, no sé quién está interpretando pues no soy fanática del jazz, pero queda muy bien con el ambiente, me dirijo a la barra que es bastante amplia, detrás de ella están todas las maquinas de café y en el frente esta la caja registradora con una vitrina que exhibe los postres, sobre la barra hay distintos granos de café los cuales tienen impreso el nombre y el origen. Comienzo a ver el menú que está en la parte superior de la barra, se me antoja un chocolate caliente con un panque de nuez, pues, aunque quisiera café no lo tolero, me hace daño (aunque huele delicioso). Ya que he tomado una elección me dirijo a la vendedora que tiene un mandil color café el cual tiene un logotipo dibujado en donde hay una taza sacando humo y dice café K es una mujer joven, pienso que es estudiante y trabaja medio tiempo, es un poco mona y se ve que es simpática; me sonríe y le digo mi orden, me dirijo a sentarme a una mesa, sin embargo cambió de opinión y me siento al fondo de la barra, mientras espero comienzo mi rutina, esa rutina de observar los lugares y a las personas detalladamente, veo que hay una pareja en la mesa del fondo haciéndose cariñitos, un señor de la tercera edad leyendo el periódico y pellizcando su pan, una pareja de amigas que se ríen muy fuerte y un chico que esta leyendo un libro, aunque lo intento logro ver el titulo.

En ese momento siento un poco de inspiración para escribir, creo que la decoración de la cafetería y las personas que estaban ahí, han movido algo en mi cabeza, sin embargo las risas de las chicas esfumaron mi melancolía, fue como un conjuro que salió a través de sus risas y ahora ya no me siento triste, esa melancolía se ha esfumado, así que, deseo escribir las sensaciones que estoy siento en esos momentos, pero cuando meto la mano en la bolsa de mi abrigo, recuerdo que no eché mi libreta y tampoco traigo una pluma; me levanto y le digo a la vendedora:

—Disculpa ¿Tendrás una pluma que me prestes? Por favor.

Ella me sonríe y responde —Claro, Espérame. Alarga su brazo y toma una pluma de la parte de atrás de la barra, en donde están las máquinas de café. —Aquí tienes.

—Muchas gracias. Le respondo mientras regreso a mi lugar y tomó varias servilletas.

Cuando estoy a punto de escribir, suena la campana de la puerta, volteo y veo unas botas color verde.

El chico de las botas verdesWhere stories live. Discover now