¿Qué fue de aquella joven de diecisiete años que levantaba muros kilométricos para proteger su fortaleza? Fue derribada por una fuerza mayor, algo que nunca imaginó al no creer que acabaría enamorándose.
Y ¿qué pasó con la luna y su mayor enigma? Desapareció tras densas nubes tanto de día como de noche. Aquel satélite que una vez consideré mío, ahora era solo una roca vista desde mi balcón.
De vez en cuando me sentaba en el pórtico de mi casa a las tantas de la noche y fingía que estaba en el balcón de esa casa llena de recuerdos, contemplándola con mis audífonos puestos y la música tan alta que seguía los compases de mi corazón. Esos tiempos... tan solo los había mantenido en mi cabeza por el mero hecho de que no me arrepentía de las cosas que sucedieron.
Pero como se dice: el pasado es pasado y allí debe quedarse, salvo que debas ir a buscar algo que dejaste allí y es de suma importancia que esté tanto en tu presente como en tu futuro.
—Billie, entra que terminarás quemándote con tanto sol —dijo mi padre detrás de mí.
—¿Ese no es el propósito que todos tenemos cuando empieza el verano? Broncearnos hasta que parezcamos sureños —contesté con mi libreta de dibujos infinitos e inacabados en mi regazo intentando terminar alguno.
—En tú caso es parecer una gamba porque ni yendo a África te pondrás morena.
—¿Se supone que debo reírme, bufón sin oficio? —lo miré de lado, con una sonrisa mezquina.
—Se supone que debes levantar el trasero de mi pórtico e irte a bañar. Lo que hace la gente cuando suele pasar el día en la playa.
—Ya... creo que paso. Prefiero acabar mis dibujos e intentar obtener inspiración de algún lado. Esta maldita canción me tiene estresada desde hace días.
—¿Le has pedido ayuda a tu madre?
—Pfff, no. Está tan concentrada en sus nuevos proyectos que no quiero poner más peso sobre sus hombros. Su nuevo álbum será un éxito. Como básicamente todos los que ha hecho hasta ahora.
—Necesitas despejarte para encontrar inspiración. No puedes forzarte a escribir algo sin sentido. Deben ser palabras que hagan latir tu corazón y te hagan reflexionar sobre su significado.
Di un suspiro y me recosté sobre las baldosas de madera que formaban el suelo de mi pórtico. Mi cabeza latía con fuerza de tanto pensar y buscar cómo seguir con esa canción a la que me había comprometido terminar para poder empezar con lo que tenía en mente.
Finalmente tomé una decisión: había completado mi carrera de cuatro años en composición musical en Baja California, mientras que Maya, como habíamos planeado años atrás, se convirtió en bióloga marina, aunque aún estaba comenzando. Por mi parte, todavía no había logrado alcanzar mis sueños. Terminar la carrera sin dañarme ni dañar a nadie había sido un desafío difícil, pero no imposible. Después de la universidad, consideré trabajar en una tienda de música mientras intentaba abrirme camino en la industria musical, gracias a las clases que tomé en una academia.
Regresamos a casa cuatro años después y sentí la necesidad de irme nuevamente. ¿Por qué? Supongo que mis alas se habían liberado y necesitaba volar más alto. Sin embargo, decidí quedarme por un tiempo para pasar tiempo con mi familia antes de decidir qué hacer con mi futuro. A pesar de que había cambiado lo suficiente como para ser otra persona, algunas de las inseguridades de mi adolescencia seguían persiguiéndome como si fueran de ayer.
—Creo que voy a salir a comer con Maya a algún lugar —murmuré, poniéndome de pie, mientras observaba cómo el sol se ocultaba lentamente, poniendo fin a un día que parecía interminable. Afortunadamente, el verano estaba siendo una bendición y no un martirio del que quisiera escapar.
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TAN ROTOS COMO EL OCÉANO •2• PAUSA
Teen Fiction#2 Bilogía Sueños de Luna La historia continúa, cuatro años después. Y aún así, después de todo ese tiempo, cuenta la leyenda que aquel cigarro que se sostenía de los dedos tatuados de ese chico arrogante y misterioso, sigue encendido. Un pasado en...