Joshua
Dejé ambas manos sobre la mesa, mi mirada fija en Harry y Billie, quienes sostenían una conversación animada que apenas llegaba a mis oídos. Sus risas eran como pequeños cuchillos clavándose en mi pecho. No había esperado que Harry y Billie se hicieran tan cercanos tan rápido, y esa cercanía me inquietaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Incluso venían conjuntados, lo que fue la guinda del pastel.
Sabía que invitarla había sido una mala idea, y el ambiente en la mesa lo confirmaba. Todos estábamos tensos, incómodos, como si estuviéramos esperando que algo explotara. Ashley, especialmente, era la que más lo sentía. Desde mi lugar, podía ver la vena pulsando en su frente mientras se esforzaba por ignorar la presencia de Billie. Sabía que la estaba irritando profundamente, lo que solo añadía más leña al fuego.
Intenté concentrarme en Riley, que estaba sentada a mi lado, tratando de mantener una conversación ligera conmigo. Pero, por más que intentaba prestar atención, mis ojos seguían desviándose hacia Billie y Harry. Verla tan cómoda, tan despreocupada en su compañía, despertaba algo en mí. No era solo celos, era algo más oscuro, algo que había intentado mantener enterrado durante mucho tiempo.
No quería arreglar nada con Billie. No quería hablar de lo que pasó, ni intentar reconciliarnos. Todo eso estaba en el pasado, donde debía quedarse. Pero tenerla tan cerca me hacía sentir expuesto, vulnerable, como si ella pudiera ver a través de cada capa que había construido para protegerme. Billie tenía la capacidad de despertar en mí un lado peligroso, un lado que había jurado no mostrarle a nadie. Y lo peor de todo, sabía que no podía controlarlo si ella seguía en mi vida.
—¿Podrías sonreír un poco? —murmuró Hugh a mi lado, con los dientes apretados.
Lo miré de lado sin girar la cabeza.
—¿A ti qué más te da? —inquirí arqueando una ceja.
—Parece que estés aquí por obligación y al mismo tiempo haciendo un maleficio en contra de los que tienes enfrente.
—No sé de qué hablas —me limité a decir, antes de darle un trago al vino que habían pedido.
—Hazte el loco, pero supongo que soy el único que veo como te estás retorciendo por dentro.
—¿De qué coño estás hablando? —me gire a verlo finalmente.
—¿Billie y Harry? Prometedores —sonrío a través del vaso.
—No te sigo.
—Tú me sigues, solo que luego te desvías por tu cuenta.
—¿Estás borracho?
—Quizás, pero los borrachos son los que dicen la verdad y yo veo tus celos enfermizos salir a la luz sin importar que tu casi algo esté a tu lado.
—Definitivamente deberías dejar de beber.
Hugh se rió suavemente, casi sin alegría, antes de dejar su vaso sobre la mesa.
—Puedes negarlo todo lo que quieras, Joshua. Pero no puedes engañarme. Nos conocemos desde hace demasiado tiempo.
Aparté la mirada, volviendo a fijarla en el vino que giraba lentamente en mi copa. No quería hablar de eso. Pero él tenía razón en una cosa: nos conocíamos lo suficiente como para saber cuándo uno de los dos estaba mintiendo. Y ahora mismo, yo mentía, aunque ni siquiera estaba seguro de a quién intentaba engañar más, si a él o a mí mismo.
—Esto no tiene nada que ver con Billie —dije en un tono más bajo, casi como un murmullo.
—Claro, claro. Y yo soy el príncipe de Gales —respondió Hugh con una ironía palpable—. Solo digo que no eres famoso por tener un autocontrol de renombre. Al contrario, esos puños que tienes sobre la mesa parece que terminarán en la cabeza de alguien esta noche. Y estoy segura que no será en la mía.

ESTÁS LEYENDO
TAN ROTOS COMO EL OCÉANO •2• PAUSA
Novela Juvenil#2 Bilogía Sueños de Luna La historia continúa, cuatro años después. Y aún así, después de todo ese tiempo, cuenta la leyenda que aquel cigarro que se sostenía de los dedos tatuados de ese chico arrogante y misterioso, sigue encendido. Un pasado en...