Ahora por primera vez dije en voz alta lo que he estado pensando hace años y se lo dije a mi gata. Le dije que me quería morir. Creo que ella y yo sabemos muy bien que no he tomado la decisión de quitarme la vida por ella y por mi compañera de años que es una chihuahua negra con blanco. La razón es muy simple, si yo no estoy, ¿quién las cuidará y las amará de la misma manera que lo hago yo? Esa es la única razón por la cual sigo respirando. Mi vida pende de un hilo y yo no sé cómo coser.
Antes de decirle eso, estaba pensando en cuantas pastillas psiquiátricas que tengo en mi cartera me serán suficientes para poderme dormir de una vez y para siempre. Después que le dije eso, ella se me quedó viendo, se estiró y me puso sus lindas y blancas patas encima de mi brazo, eso puede ser una acción normal de cualquier animal doméstico al escuchar la voz de su madre adoptiva ya que, aunque no entienda lo que haya dicho puede ser que ella lo haya tomado como una charla normal en la que no entiende que se está diciendo, pero sabe que le estoy hablando a ella. Pero esa acción, me llenó de amor y de egoísmo porque no quiero que se lo haga a nadie más.
Soy una persona posesiva y no quiero que mis niñas caigan en manos de otras personas, solo yo las entiendo y solo yo las amo. Así que no quiero que ellas se vayan de mi lado y por eso mismo trataré de luchar con mis pensamientos oscuros que me llenan la cabeza. Por esa razón he decidido que al menos ahora no moriré.
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Cartas de tristeza
Non-FictionEspero que mi última carta no sea una triste y con final sangrío.