-Buenas tardes. Vengo a presentarme para el concurso de maquilladoras. Le hablé amablemente a la joven de cabello cobrizo frente a mí. Su cara sería y sin algún brillo en su mirada me indicó lo cansada que se encontraba de entablar conversaciones con variadas chicas cada día. Así que tome su actitud con calma, poniendome un poco en su lugar sin alterarme demasiado.
Sí decia que no estaba nerviosa mentiria. Había estado toda mi vida deseando ser alguien, y frente a mí se hallaba la posibilidad de serlo.-¿Nombre?. Comentó indiferente mientras mascaba de su chicle exageradamente, abriendo su boca cómo si fuera un camello mascando pasto. Uf, será un día largo.
-Aylin Villegas. Murmure sin ganas. Todo el malhumor de aquella chica aunque no quisiera comenzaba a ponerme de los pelos. La vi anotar mi nombre en una sutil planilla. Valla, había mucho que llenar.
- ¿Dirección? ¿DNI? y coloca también sí eres profesional o no.
Giro la plantilla hacía mí, y comencé a anotar mi dirección junto con mí DNI. Sople un mechon de mi flequillo que se había caído opacando mi vista, y tache la opción de ser una maquilladora profesional. Apenas si había tomado un curso o dos. Lo demás se basaba en tutoriales tomados de Internet.
- ¿Fecha de nacimiento?. Gritó, cuando sacó con brusquedad la planilla de mis manos. Pf, que amable.
- 17 de septiembre. De 1997.
- Eres muy joven. No creo que te tomen.
Su mirada fija, y sin sentimiento alguno estaba posada en mí. ¿Acaso le había pedido opinión? No recordaba haberlo hecho.
- Gracias por tu comentario, pero eso lo decidirán ellos. Sonreí autosuficiente. Era la primera vez en mí vida que desafiaba a alguien que desconocía, siempre había sido pacífica y tímida. Pero la adrenalina de estar tan cerca de cumplir mi sueño me hacía entrever las cosas de otra manera. Todo en mí se revolucionaba. Cómo fuegos artificiales carísimos que eran explotados en año nuevo.
- Bien. Respondió agria. Levantando sus cejas sin asombro, y siguiendo con la lapicera de tinta azul, la planilla que me abriría la puerta hacía mi triunfo.- Sólo firma aquí y ya.
Me indicó una línea fina donde se hallaba mi nombre, y sello del lugar. Tome la fría lapicera entre mis dedos y firmé.
Mi cuerpo comenzó a temblar cuándo un hombre casi de la anatomía de un ropero, me tomó por los hombros y me guío dentro se unas puertas enormes de madera. El olor a pino, y muebles lustrados golpeó mis fosas nasales. Inspire cerrando los ojos, y guardando ese recuerdo para siempre. Al encontrarme en el enorme salón que tenía forma circular, decorado por pilares que sostenían un segundo piso.Había cientos de taburetes, escritorios con decenas de sombras, labiales, ¡De todo! para mi era cómo estar en un paraíso dentro de un sueño.
- Gusteau la señorina número 17.
Un hombre alto y desgarbado, con pinta de hombre fino se acercó a mí. Hablandole a otro que se hallaba de espaldas observando algunas fotografías que traía en sus manos. El hombre desgarbado y alto traía un delgado bigote, muy gracioso. Unos ojos color avellana, y su pelo era sutilmente grisaseo.El que se hallaba de espaldas, se giró. Revelando a un elegante hombre de patillas realmente notables, cejas anchas y ojos reveladoramente grandes. Su cabello era oscuro, más que el marrón de las paredes, y su mandíbula daba a conocer a un hombre bien formado. Sí no lo hallara vestido de bata y bufanda, diría que se trataba de un experimentado militar.
- ¿Señorina...?
Su acento. Sabía que era un hombre extranjero, por su postura. Todo en el demostraba no pertenecer a este país.
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Cielo Azul ©
Teen FictionTodos tenemos a alguien cuidandonos con amor y paciencia. A pesar de nuestras caídas y golpes, ése alguien estará allí, para correr a rescatarnos. Un mundo sobrenatural sin final, llevandote a las barreras de lo desconocido. Donde la inteligencia no...