nota: entonces, mi amiga tiene un hurón y me pidió que lo cuidase. he estado aprendiendo bastante cosas sobre los hurones, una de ellas es su mal carácter respecto a su espacio personal.
literalmente le he cedido una habitación a esa cosita caprichosa.
Le duele.
Le duele la muñeca, le arde como si se hubiera enjuagado las manos con lava y su muñeca fuera la única afectada.
Harry y Louis esperan en la sala de espera del médico. Harry se ha disculpado unas treinta y ocho veces con Louis, porque es culpable de que la muñeca de Louis esté dañada y se siente sumamente mal consigo mismo. Ha traído a Louis en brazos aunque su omega le dice que está exagerando y que su mano es la que está inmovilizada, no sus piernas.
De todas formas, Harry había entrado en el médico con su omega en brazos. Louis va con un pomposo gorro blanco en la cabeza, una cálida y enorme bufanda de color crema y un jersey blanco. Louis chilla cuando su alfa entra por la puerta como si todo aquello se tratara de una película de acción y Harry fuera el superhéroe que carga con el herido.
"¡Harry!" Le había exclamado Louis, presa del pánico. Tenía una muñeca doblada, lo último que quería era que el salvaje de su marido lo estrellara contra una pared y los dejase pintados.
"No te preocupes, cariño." Le había dicho Harry, pero Louis pensaba que sí que debía preocuparse. "Ya estamos en el médico, te van a atender y después iremos a casa."
"¡Ve más despacio!" Louis se abrazó al cuello de Harry. Su alfa lo cargaba en brazos como el día de su boda, solo que ahora la mano derecha de Louis estaba muy lastimada y estaban entrando en el hospital. "¡Harry, por favor!"
Harry no había escuchado a Louis, su cerebro no podía pensar en otra cosa que no fuera en los médicos. Necesitaba llevar a su omega con los médicos, ellos le vendarían la muñeca, le recetarían calmantes y entonces Harry podría respirar mejor. Se sentía fatal, su instinto animal le gritaba lo poco cuidadoso que había sido con su pareja.
Llevan casados cuatro años y han sido los mejores cuatro años de la vida de Harry. Su omega es el sol de sus mañanas, le gusta despertarse con el pequeño y gruñón Louis que usa las camisetas de Harry como pijama y que le gusta beber té para desayunar. Le gusta que lo primero que ven sus ojos al abrirse sea su pareja.
Habían llegado milagrosamente sanos (menos la muñeca de Louis) a la sala de espera. Harry se sentó en una de las incómodas sillas de plástico azul, esas sillas estaban hechas claramente para alguien más pequeño, así que Harry sobresalía bastante de la silla. Hizo una mueca, pero se quedó sentado con su omega en su regazo.
"¿Estás bien, tienes frío?" Le pregunta Harry, pero no deja que Louis conteste porque ya se está quitando los guantes de las manos para dárselos a su omega. "Ven, dame la mano. La otra, la que no te duele. Ven, aquí. Eso es."