Prologo

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Lagon: La cantidad justa

—¡Quiero que te vallas de mi casa! ¡Dejame a mi y a mi hijo de una vez!

Gritos se escuchaban por toda la casa, acompañados con pequeños llantos que provenían de un pequeño recostado en su cuna

—Por favor perdóname Ángel, me equivoqué y lose, mi confusión y mis celos nos llevaron a esto

—No me interesa, no me interesa tus disculpas de rodillas, no me interesa nada de ti, tu pensaste y me dijiste lo peor o ¿acaso no recuerdas como me gritaste mientras estaba en el suelo que era peor que una prostituta? Porque a mí no se me olvida, no se me olvida que despreciaste a mi hijo desde que estaba en mi vientre, yo también te peli de rodillas que me escucharas, que me dejaras explicarte pero sólo me insultaste y me sacaste de tu casa embarazado

—Por favor, cariño estamos casados...

—Lo estamos porque no haz firmado los malditos papeles para el divorcio, no te estoy pidiendo ni un peso Oscar, por favor vete

El Omega siguió llorando mientras caminaba a la cuna del pequeño mientras lo cargaba y arrullaba para calmar el llanto del pequeño mientras evitaba mirar al alfa

—Solo lárgate, vete de mi casa, de nuestras vidas porque el amor que yo sentía por ti se fue en el momento en el que desconfiaste de mi. Desde que me enteré de que tu si me fuiste infiel...

LagonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora