A tope contigo

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- Dime

- Te olvidaste del horario, no lo cogiste.

- Ah

Ostia es verdad. Me cago en la puta, que olvidadizo soy. Me jode muchísimo admitirlo, pero si el tonto de Lucas no me lo hubiera recordado, me voy tranquilamente sin el horario, y adiós muy buenas. Si no organizo mi día, no soy persona. Necesito que todo esté bajo mi control. Si no me da un parraque. Un poco como Sheldon en Big Bang Theory. Pues igual.

- Gracias.

- Nada.

Me sonríe y me hace la señal de permiso para retirarme. Yo le sonrió de vuelta, pero en el momento en el que me doy la vuelta, la querida sonrisa se me borra totalmente de la cara. Mar se percata del pequeño cambio y suspira, rendida, ante mi gesto. Esto es lo que soy. Un tío que no soporta a Lucas, lo tomas o lo dejas. Me coge del brazo y me atrae hacia su cuerpo.

- Podrías ser un poco más majo con él ¿Sabes?

- Tu misma lo has dicho: 'podrías'. Pero no puedo. Fin.

Hecha todo el aire de sus pulmones efusivamente, y ríe rendida por mi cabezonería. Si es que conmigo son solo risas, porque cabreos ya tenemos suficientes al día como para tenerlos entre nosotros. Con el profesor Rivas, por ejemplo.

- Bueno, como sea. Oye, ¿te vas a apuntar para lo de delegado?

- Ostia, se me había olvidado. Sí, sí.

- Bueno, pues te acompaño después de merendar a jefatura, así te apuntas.

- Lo veo genial, cariño.

Mar pone los ojos como platos y comienza a reír como una completa loca. ¿Qué bicho le habrá picado ahora?

Ah, no, espera

Si ya sé porque se ríe

- No me digas...¿No te gusta que te llame 'cariño'?

- No, si a mí me encanta.

- ¿Entonces?

- Es que...no sueles ser tan...¿Cariñoso? No sé cómo decirte.

Estaba sonrojada todo el tiempo. ¿Y Yo? ya ni os digo, porque quedaríamos toda la tarde entera describiendo mi estado. Dejémoslo en encantado. Dios ¿Cómo me puede encantar alguien tanto? Joder, cómo la amo.

- Si tú me lo pides,  puedo hasta darte diabetes de lo dulce que puedo llegar a ser.

- Jaja, vamos, atrévete.

- Ah, con que me estás retando ¿No?

- ¿No estaba claro ya?

La cogí de la mano y la lleve corriendo al patio cubierto. Casi nunca pasa mucha gente por allí. Aparte de algún ratillo de esos que no se juntan con nadie o que van con los amigos a ver cosas raras. Que mal rollo me da esa gente, en serio. Y mira que no hay que juzgar un libro por su portada y eso...,pero, a veces, las primeras apariencias te salvan de conocer a una persona poco deseable.

Llego al patio cubierto y me alegro de no ver a nadie. Pues va a ser que hay alguien, si.

Hugo. El rey de los raritos.

Se percata de nuestra presencia y se va corriendo rapidísimo del lugar. Ni que le fuéramos a pegar o algo, joder. Bueno por lo menos ahora no hay nadie. Tampoco sería muy divertido comer la boca de Mar con público delante. No me va mucho ese rollo, la verdad.

Me siento y atraigo a Mar hacia a mi. Pongo mis dos manos en el su rostro esculpido por los mismísimo dioses y acerco el mía inmediatamente. Me entrego a un apasionado beso que me parece eterno. A cada segundo que pasa no puedo más que pensar en cómo seguir pegado a esos labios que saben a coco. Por el bien de nuestros pulmones nos separamos.

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2022 ⏰

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