única parte.

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Los días tranquilos no eran algo que conociera Casey, o los momentos de tranquilidad en realidad en general, incluso ahora que habían derrotado a los krang y todo estaba en orden no estaba seguro de cómo debería reaccionar al respecto.

Por supuesto que estaba feliz, pero no sabía que hacer a partir de ello.

En apenas un día había visto morir a su maestro Leonardo y luego casi lo pierde de nuevo, en apenas un momento había dejado atrás todo lo que conocía para impedir que el mundo que conocía existiera, y ahora estaba en un nuevo entorno que le resultaba extrañamente conocido y tan desconocido a su vez. 

No puede dejar de observar alrededor a cada paso que da, desde lo alto de los edificio o en la calle sumergida en la oscuridad todo le parece tan curioso que no puede evitar mirar, y es que no importa la calle que cruce, ningún rincón es realmente oscuro en absoluto, no recuerda haber visto un lugar tan iluminado en su vida, y no puede decidir si es bueno o malo este cambio.

De camino a la guarida le es difícil salir de sus pensamientos, se mantiene lo suficientemente cerca de Leo para que note su presencia, apenas un par de pasos atrás, siguiéndolo entre pasos cansados asegurándose de que de verdad estaba bien y si no es así, está listo para sostenerlo si se desplomaba de pronto.

No sería la primera vez que veía a su maestro soportar las heridas con tal de no preocupar a nadie.

Se mantiene en silencio, sin querer aportar nada a la conversación que sostienen todos y sin notarlo hundiéndose cada vez más en su mente, las ideas yendo y viniendo hacia ningún lugar en particular.

Leo le dedica un par de miradas para asegurándose de todavía está siguiéndolo, para luego ofrecerle un par de sonrisas tranquilas y Casey hace un esfuerzo por responderle de igual manera, la sensación de sosiego que le brinda se desvanece tan pronto le deja de mirar.

Incluso cuando hace un pequeño esfuerzo por prestar atención a la conversación no logra entender ninguna oración completa más allá de un par de menciones de su nombre de aquí y allá, la bruma y el zumbido en sus oídos le impide percibir lo que sucede del todo.

Todos hablaban demasiado animados considerando todo lo que acababa de pasar y no lograba entenderles ni entender nada en general, se siente mareado.

Aun así, esta alerta su entorno con la costumbre calando encada paso, guiándolo a través de los túneles de la alcantarilla con sigilo, cuidando cada paso que da, cada sonido que se escucha a la lejanía.

Está tan acostumbrado a vigilar su entorno y todos caminan de manera tan descuidada que le causa un escalofrío.

No parecen saber lo que puede pasar si bajan la guardia, y es que de hecho no lo saben, no sabrían nunca que el caminar de esa forma podría ser mortal en un mundo tan hostil que a cada paso el peligro acecha.

No, no lo saben y probablemente nunca lo sabrían, no puede evitar sentir un poco de envidia ante eso.

Su concentración en su alrededor logra que deje de notar a las personas con las que caminaba, demasiado concentrado en sus propios pensamientos no nota cuando han llegado al lugar, siendo interrumpido en sus pensamientos cuando una mano toca su hombro con suavidad.

Leo se ha girado hacia él, llamando su atención y dedicándole una sonrisa cansada y tan brillante que logra traerlo de regreso de la bruma de sus pensamientos.

—Entonces sígueme, Casey. —dice, su voz mucho mas animada de lo que sus movimientos dejan ver.

Casey le da un asentimiento confuso, no está seguro de a donde quiere que lo acompañe, aun así, no duda ni un momento en seguir a Leo.

Demasiada tranquilidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora