La estación. La boleteria. El andén. El tren. Correr. Las puertas. Cruzar. Asientos.
El tren fue arrancando desesperantemente lento. Tan lento que uno casí no se daba cuenta, si estaba distraído, pero si se daba cuenta uno empezaba a sufrir por la velocidad. Era una tortura.
Pero en algún momento arrancó, y empecé a fijarme en otras cosas. Por ejemplo, en el chico que tenía sentado a mi lado. Era un muchacho de mi edad, más o menos. Tenía pelo castaño, y pestañas muy largas, parecía estar sofocado por el calor, por su expresión y porque tenía la cara muy colorada. No respiraba bien, parecía resfriado.
En un momento sacó de su mochila un cuaderno y un lápiz, y se dispuso a dibujar, pero creo que los movimientos del tren lo molestaron demasiado. Pero lo que llegué a ver, trataba líneas seguras, tranquilamente, confiado de que si seguía su procedimiento el dibujo iba a salir bien. Al final lo dejo.
Entonces se acomodo en el asiento para mirar la ventana. El sol le daba en la cara, justo en sus ojazos castaños. De perfil, a penas se veían debajo de la cortina de pestañas tan maravillosas que se traía. Al acomodarse, accidentalmente tocó mi rodilla, y yo me sobresalte. Él no se disculpo ni dijo nada, pareció como si ese torpe movimiento nunca se hubiera dado.
Al parecer, el sol que tanto lo favorecía a él le molestaba, así que bajó un poco la persiana metálica de la ventana. Entonces si se disculpo conmigo, porque pensó que el sol me molestaría. Lo hizo muy amablemente, habló con dulzura casi, conteniendo un interés tímido hacia mí. Eso me sorprendió. Por como me miró, me quedé pasmado. Torpemente le dije que el sol no me molestaba.
Afuera de nuestra linda burbuja de amabilidad, algún idiota puso música en un parlante, demasiado fuerte. No comparto los gustos musicales del tipo, y tampoco su idea de lo que es no molestar en un espacio publico. Además, mi momento venía siendo tan mágico, con el sol, y ese chico, y la ventana y el ruido del tren ... aquella música lo arruinaba.
Y se ve que lo demostré en mi expresión, porque el chico me miró, sonrió, metió una mano en la mochila, sacó unos auriculares y me los ofreció:
- ¿Queres? - Sonrió, entornando los ojos. La visión de su sonrisa me hizo tan feliz, que sonreí también.
- Si, la verdad - Le dije, y me reí.
- Bueno, pero vamos a tener que compartirlos, ¿te molesta?
- En absoluto - A mí cabeza (o a mi corazón) no parecía molestarle demasiado la idea de tener algo que nos una, sea un cable de auriculares, o un recuerdo en el tren.
El chico me pasó un auricular, y se puso el otro. Luego tomó el cable y lo enchufo en lo que yo cariñosamente llamo un "reproductor de bolsillo".
- Perdón, tendremos que conformarnos con el único casete que traje - Se disculpo. Poco me importaba que fuera lo que pusiera, seguro que era algo bueno.
Parecía ya tener todo preparado, por que solo apretó el botón de play y comenzó la música.
Y ahí me desperté.————————》✧《————————
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"Sueños"
Short StoryRelatos cotidianos de personas como vos y yo ... historias que sucedieron, o quizás no, historias reales o fantásticas. Aquellas narraciones que la gente suele perder en su subconsciente, recuperadas y recopiladas en un solo libro. ...