Avenida Larco

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                                                    "Lo sabe todo este río;  de él puede aprenderse todo"                                                                                                        Hermann Hesse "Siddharta"


—'1'—

Diego se cubre los ojos del sol. Era principios de Agosto, no debía de hacer tanto sol en las calles, y menos en Lima. Sin embargo, ni el candente sol podría arruinar su día. Acaba de salir de Ibero Librerías con un nuevo libro, Siddharta, había conseguido comprar la edición tapa dura que se encontraba descontinuada desde hacía un par de meses.

Veía la calle del frente , se cuestionaba si se compraba un helado del McDonalds en la paralela de Larco, o del Burger King que estaba en la cuadra 2, ¿quizás ir hasta Larcomar por Pinkberry? No tenía preocupación por el tiempo que le iba a tomar aquello, su madre se encontraba de viaje obligada por el trabajo.

No era un golpe de suerte que su madre le hubiera permitido quedarse solo. A pesar de sus 16 años, era un chico tranquilo. No era mucho de fiestas, y no le gustaba tomar alcohol, ni a su madre ni a él le resultaba agradable el sabor. A pesar de aquello, su madre siempre mantenía un cajón con llave, que contenía un par de botellas de vino —para visitas—. Le gustaba leer, consideraba un pasatiempo entretenido sumergirse en las problemáticas de los personajes y tratar de colocarse en el papel del protagonista. En su cabeza siempre superaba las dificultades que se le planteaban al protagonista, para él cada dificultad le daba más valor a las experiencias vividas, y las experiencias era su sentido de vivir.

Rendido miró a los locales que se encontraban cerca —quizás se decidiría por una tienda de helado finalmente—. A la derecha, no iba a ir pasando Larco, había locales de comida, pero, no le gustaba alejarse tanto. Al frente quedaba McDonalds, debía cruzar dos semáforos separados por el final del parque Kennedy, el estacionamiento de las bicicletas eléctricas, y una pizarra negra exageradamente grande. Esta pizarra tenía mensajes por el día del padre escrito por los transeúntes con tizas. También algunos mensajes vulgares, mensajes vulgares que probablemente habían sido escritos por ebrios durante la noche. Lo visualizó un tiempo, un poco asombrado de cómo habían logrado escribir Tombo chupapinga sin que sea borrado a la mañana siguiente, y más porque había pasado más de un mes y la municipalidad todavía no sacaba aquella pizarra. Le había hecho olvidar la problemática del helado.

Revisó que ningún carro pasara, y cruzó hacia la izquierda por la pista hecha con el mismo ladrillo que la vereda, separado solo por una hilera de barras de hierro.


Una madre llevaba a su hija hacia el parque. Quería que Micaela salga más, y aprovechando el sol del día —Sol que no se ve comúnmente en invierno— la llevó al parque Kennedy. Ahí se iba a encontrar con Rafaela y su madre.

Rafaela, era la mejor amiga de Micaela desde que tenían 4 años, su madre era su compañera de tragos. Se reunían la mayoría de sábados por la noche para tomar una copa de vino mientras sus hijas hacían pijamadas. vivían relativamente cerca, así que era usual que vayan al parque juntas, u otras actividades.


—'2'—

Al cruzar, Diego se encontró con una señora que vendía caramelos, se encontraba con su pequeño que le señalaba un vaso de tecnopor, no había visto uno en años. Al no tener sencillo, no pudo darles. Aunque, no es que no tuviera nada, tenía un libro, no quería dar el libro, pero lo pensaba.

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