unique

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Minho siempre ha leído estas novelas cliché donde narran los rayos del sol en la mañana como si fuera lo mejor del mundo. No lo entiende, y nunca lo hará, considerando lo mal humorado que tiende a ser algunas mañanas en las que los "buenos días" no tienen ni un poquito de sentido.

Esta es una de esas mañanas tan desagradables.

Están estos molestos, insoportables y fastidiosos rayos golpeándole de lleno en el rostro, y los odia, mucho, principalmente cuando no ha dormido ni un poco en toda la noche porque ha dejado las tareas de la universidad coleccionarse, hasta llegar a tal grado donde la entrega de cada asignación le ha pisado los talones y se desvela por completo para culminar la asignación.

Y sus ojeras, las puede sentir en su piel aun cuando tiene los ojos cerrados, son un recordatorio para toda la vida de que no debe dejar acumular sus tareas otra vez.

"¡Min! Despierta, cariño. Se te hace tarde para ir a la Universidad."

No quiere, Minho en serio no quiere abrir sus ojos porque está demasiado seguro que será un problema hacerlo, y la sola idea de pensar en ello; lo hace sentir fatigado.

"¡Está listo el desayuno!"

Suspira un poco derrotado porque sabe que Seulgi, su madre, estará los próximos minutos tocando la puerta y llamándolo sin cesar, hasta que se canse y decida levantarse. Es la misma historia todas las mañanas.

Ahora Minho solo puede batallar para abrir los ojos (teniendo en cuenta su inexistente paciencia para tolerar a su madre y su revoltillo mañanero), y resulta agobiante el proceso porque la ventana está abierta, seguramente fue obra de Seulgi, y sus pupilas se ven afectadas por la luz solar.

Parpadea rápido y gira su cabeza, intenta huir del sol, y en el camino se encuentra el calendario que está junto a la cama, pasea su mirada por las "x" hechas con marcador de tinta azul, y se detiene en la última marca hasta dar con el día que aún no ha sido tachado. El día de hoy.

19 de febrero.

Ve la columna en la que están los días de la semana. Es viernes. Recuerda que debe entregar un ensayo y una presentación demasiado tediosa pero que le ha quedado de maravilla, quizás porque estar bajo presión lo obliga a ser más eficiente en menos tiempo, también debe hacer una pequeña presentación y recuerda que debe pasar a pagar la colegiatura antes de que se retrase en el pago por despistado, otra vez.

Entonces es viernes y, por fin, tendrá tiempo para terminar todos sus deberes sin preocupaciones.

Minho niega con la cabeza y se dispone a levantarse, pero un pensamiento lo detiene en seco, porque no puede creer que lo ha olvidado aun cuando ha estado toda la semana con ese tema rondando por su cabeza, sin dejarlo estar ni un solo minuto en paz.

Es viernes y tiene una cita.

"¡Minho!"

"¡Ya estoy despierto, mamá!"

Se pone de pie, ahora con mayor seguridad, pero su visión se desenfoca un poco y unas motas negras le nublan la vista. Espera cinco segundos hasta volver a la normalidad, y en el proceso piensa que no ha tomado sus tabletas de hierro en toda la semana porque lo ha olvidado. Se maldice un poco por ser dependiente de las cápsulas, y anota mentalmente un recordatorio para tomarlas justo cuando termine su desayuno.

Cuando regresa a la normalidad, está listo para comenzar un nuevo día, mientras en su mente está el recuerdo de los ojos azules que está seguro que en un par de horas podrá ver.

"¿Minho?"

Ya el muchacho no tiene ni un poco de paciencia y sólo tiene seis minutos de haberse despertado.

𝗦𝗽𝗶𝗻𝗻𝗶𝗻' 𝗹𝗶𝗸𝗲 𝗯𝗮𝗹𝗹𝗲𝗿𝗶𝗻𝗮 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora