Las personas que él amaba siempre habían durado un instante, desde siempre había sido así, y si bien era muy doloroso, era algo a lo cual estaba resignadamente acostumbrado.
La primera persona a la que había amado era su madre, Izayoi, hija de un noble arruinado, ella siempre lo trato con cariño y amor, había sido la primera persona que lloro y se preocupo por él, y la había perdido cuando era solo un niño, cuando eso pasó, había tenido que huir de la aldea humana en la que vivían, ya que apenas estuvo desprovisto de la protección de su madre, se vio cazado por los humanos, el hecho de que él había tenido que enterrar a su madre de niño, era un dato que guardaría siempre para él.
La segunda persona que había amado era Kikyo, fue un dulce enamoramiento en donde ambos se vieron cruelmente engañados y separados, donde ella murió y él quedó sellado por 50 años. Hasta que la tuvo de nuevo frente a él cuando fue revivida, pero de igual manera, no había podido salvarla, y termino muriendo en sus brazos mientras que él lloraba.
La tercera mujer que había amado era Kagome, reencarnación de Kikyo, ella, después de su madre, fue la primera persona que se preocupo por él, se había encargado de sanar las heridas viejas de su corazón y le dió grandes enseñanzas, entre ellas, a confiar en los demás y el significado de la verdadera fuerza.
Esas tres mujeres siempre estarían en su corazón.
Kagome venía del futuro, y la conoció por la maldita perla de Shikon, que una vez que desapareció definitivamente de este mundo, se encargó de separarlos por tres años, hasta que por fin el destino se apiadó de su pobre alma, y se la devolvió.
Ella comenzó a entrenar para ser la sacerdotisa del pueblo junto a Kaede, y él siguió trabajando junto a Miroku matando monstruos, comenzaron a vivir juntos en una cabaña que él había construido, y allí vivieron por algunos años junto a sus amigos, más las irritantes visitas de su hermano mayor, Sesshomaru, que venía cada cierto tiempo a ver a la niña humana que era su protegida.
El tiempo pasó y la niña humana creció, convirtiéndose en una mujer adulta de dulce corazón que en cierta forma le recordaba a Kagome, vio como la mirada de su hermano cambiaba cuando estaba con la ahora mujer, y no pudo evitar sentirse molesto y al mismo tiempo algo divertido ¿Que había pasado con su "Yo no herede esas cualidades de mi gran padre, esa misericordia y cariño que sienten hacía los humanos"? Ni él sabía cuándo su hermano cambio tanto, pero no dudo en molestarlo, ahora que su relación había pasado de odio a indiferencia-tolerancia debía aprovecharlo, aunque claro que eso le había ganado una pedrada a la cabeza y unos cuantos abajo, pero no sé arrepentía, eso le pasaba a su hermano por retractarse de sus pasadas palabras de esa forma tal rápida, drástica e irónica.
Habían pasado algunos años cuando se casó con Kagome, si bien llevaban mucho tiempo viviendo juntos como pareja, nunca de lo había pedido, ya que primero quería que Kagome se adaptará a su nueva vida primero.
También estuvo en la boda de su hermano con la chica Rin, hubo dos ceremonias, una humana y una supuesta ceremonia inuyokai, no le prestó mucha atención, estaba algo molesto ya que su exagerado hermano hizo la ceremonia con cierto lujo y se vio obligado a arreglarse, en toda la palabrería le dolían los pies por los zapatos y su mayor deseo era liberar su cabello de la trenza que Kagome le había hecho, igual, poco le importaba guardar las apariencias en esa boda, donde consideraba que la novia era demasiado pura como para estar con el idiota de su hermano.