12._Posibilidades

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Después de superar su cambio de aspecto, Mary decidió ir a dormir. Esteban insistió en quedarse para que no estuviera sola. Acabo acostado en el sofá de la sala. No lograba conciliar el sueño y arriba, Mary no hacia otra cosa que ver el techo. Estaba agotada, pero no conseguía dormir. No dejaba de analizar la información obtenida en su insólito viaje. Después de un rato se dió la vuelta hacia la ventana. La luz amarilla de la calle encendía la cortina y ese tono dorado brillante la llevó a los ojos del dios.

Fueron tantas las experiencias y las emociones vividas una tras otra en tan poco tiempo, que apenas estaba asimilando todo. Descubrió respuestas a preguntas tan sencillas como el hecho de que era muy sencillo dominar la terrible fuerza que poseía Whiss. No era diferente a cuando sujetamos una lata de refresco vacía. Cualquiera puede estrujarla aplicando un poco de presión y, sin embargo, de manera inconsciente rara vez cometemos esa imprudencia. Siempre se preguntó si el halo de Whiss le obstruia la vista si miraba al costado, pero resultó que se inclinaba de manera muy natural y apenas recordó que circundaba su cuello, mientras estuvo en el cuerpo del ángel. Había mucha respuestas sí, pero también le surgieron muchas preguntas.   

Mary acabó por sentarse en la cama para repasar algunas cosas. Ser Whiss le dejo huellas imborrables en la mente, en el alma y en el corazón. Los sentidos del ángel eran más agudos. Los colores vibraban , los olores se desglosaban, los sabores, las texturas; todo era mucho más intenso. Y aunque solo percibió el mundo a través del filtro de la piel de Whiss por un día y una noche, fue suficiente para que al regresar a la suya el mundo se le hiciera más opaco, más callado, más sutil. Y no estaba segura si eso era un alivio o un motivo de desazón.

A la escasa luz del cuarto Mary observó sus manos con las palmas hacia el cielo y fijo particular atención en como se movían sus dedos. Los flexionó lenta y repetidamente, a veces todos a la vez; otras uno tras otro. A ratos los extendía y luego los hacia sonar. Se quedó, por varios minutos, estudiando esa fracción de su cuerpo como si fuera la manifestación completa del mismo. Pronto se halló apreciando la complejidad de su estructura nerviosa, muscular, osea y por supuesto sus órganos. Todo era magnífico, pero en comparación a ese otro cuerpo resultaba patético.

De no haber sabido quien y qué era Whiss posiblemente se hubiera sentido aterrada en ese cuerpo, pensó la muchacha, mientras se abrazaba asimisma y se preguntaba que cara pudo poner Whiss cuando leyó aquella nota que le pidió escribir al Pez Oráculo. Estaba segura que el ángel iba a hacer algo para desquitarse, así que ella pensó en un par de cosas para hacerlo también. Algo pequeño, nada insoportable, pues entendía que ella le debió causar varios problemas a Whiss ¿Cómo habrá sido para una criatura como él acabar en un cuerpo tan frágil como el de ella? Posiblemente fue muy conmocionante. Tal vez incluso tuvo miedo de permanecer así para siempre y su para siempre hubiese sido muy breve. Para ella el paso del tiempo, la enfermedad y la muerte eran algo natural, como para cualquier ser humano, pero para Whiss vivir esas experiencias bien podrían haberle costado cosas como su ánimo. Podía parecer que la libertad bien le valdría ese y otros costos, sin embargo ¿Vale la libertad dejar de ser quién eres? Para Mary la inmortalidad y el poder no valían sino era ella misma. Por eso el único momento que atesoró fue estar con el dios dormido.

El paso del tiempo iría desvaneciendo ese instante. Volviendolo el recuerdo de un recuerdo. Por eso con temor intentó repasar los detalles de ese par de horas en la rivera de la cama del dios. No quería olvidar nada. Ni el tranquilo sonido de su respiración, ni el suave calor que irradiaba su cuerpo en esa amplia y fría habitación de piedra. Fue en la intimidad de su cuarto que Mary consiguió la verdadera sensibilidad de tan sublime momento. Allí realmente se le encogió el corazón al haber tenido al dios tan cerca que de estirar la mano lo hubiera tocado. Pero no quiso hacerlo y no se debió solo a que no estaba en su cuerpo, sino al pánico que le dió verlo así: real. La verdad de las cosas es que a Mary le dolió saber que existía y que ella no era parte de su mundo. De su realidad. En ese momento entre sus sentimientos por él existía el hecho de saberlo vivo y jamás poder estar a su lado. Los separaban demasiadas cosas. Otra mujer, una con más coraje, quizá le hubiera dicho la verdad desde el primer momento asegurándose de que él supiera porque llegó ahí. Pero ¿Y luego qué? Suponiendo que él la hubiera correspondido ¿Qué? Esas posibilidades, Mary las considero todas y solo llegó a una conclusión con la que ella se sentía cómoda siendo consecuente con ella. Hasta el último momento se aferró asa posibilidad teniendo un amplio y sobretodo realista panorama de ella.

En la piel de Whiss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora