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Anoche, mientras veía tu fotografía, mientras sostenía el marco en mis manos, mire con recelo la noche oscura. La mire así porque rompió la promesa que hicimos con ella.

Mi cuerpo sosegado pero impaciente por volver a verte se levantó lentamente alejándose del frío suelo, caminando hacia el balcón de nuestra casa, aquella que construimos juntos con tanto esmero. Llegué a mi encuentro con la luna y con furia derramé gotas saladas que cayeron temerosas en mis manos.

Mis ojos se posaron en las mismas, esas manos que algún día te cuidaron, las apreté con fuerza, intentando recuperarte, imaginando que nuevamente te tengo entre mis brazos, imaginando que nuevamente tu calor y mi frío se hacen compañía, imaginando que somos uno como antes.
Levanté mi cansada mirada hacía la brillante esfera quién solo se burlaba de mi desdicha, solamente contemplaba mi dolor. Le pregunte con la voz hecha un hilo "¿Por qué?" "¿Qué hice mal?" "¿Por qué a mi si ya no puedo más?"

Me quedé en silencio, y me respondió el silencio, ese mismo silencio que me ha estado matando, ese mismo que con esmero se ha empeñado en hundirme, así como algún día lo hice en tu mirar, en tus ojos, en tu rostro. La luz tenue que emano la noche me recordó a ti, a ti nuevamente, siempre pasa lo mismo, te recuerdo con cada cosa presente.
Mi mirada derrochaba pesares, y es que como no hacerlo, si desde que me dejaste mi alma se escapó de mi cuerpo, mi ser desalojó su recinto y mi corazón se despojó de lo bueno.

Amor mío, tú eras todo lo bueno mío, y ahora solo me queda tu foto, esa que muestra nuestro amor en tus ojos, esa que me recuerda cada segundo lo mucho que te extraño.

Nuevamente le grite al firmamento, le reclame por que dejó que te fueras, por qué permitió que me dejaras aquí, en soledad, en amargura.
Nada volvió a ser igual. El tiempo, tan rápido, tan efímero, se fue como la arena en el viento, y por más que avance sin poder detenerlo, no me permite alejarte de mis pensamientos, porque eres mi alimento, eres mi sustento, eres mi consuelo, el consuelo que me anima por el mismo dolor que en mi corazón enterraste.

Los sueños que no pudimos crear no se han quedado en el olvido, cariño mío, siguen presentes en mi mente y en pensamiento todavía, siguen latentes como si fuera el primer día.
Pero tu ya no estas, se ha ido el amor de mi vida, me ha dejado sufriendo, me ha dejado llorando. Dime tú, vida mía ¿Qué haré ahora que de mi lado te has esfumado? Ya no se que hacer con los recuerdos, aquellos que alguna vez me dejaron alegría, ahora me sumergen en profunda melancolía. Cada esquina de mi vida me recuerda a la que contigo compartía, recuerdo absolutamente todo mientras me quema el cuerpo recordarte. Me quema porque no siento que algún día pueda salir adelante, me quema por que sin ti mi historia se vuelve agonizante, cuando antes de tu partida todo a mi alrededor era romance.

Estoy viviendo una pesadilla, estoy muriendo mientras me encuentro en vida, estoy sintiendo que se me va la alegría, porque eras el único motor que le daba fuerza a mi vida.

Rompiste tu promesa, dijiste que nunca lo harías, dijiste que jamás me abandonarías, yo he cumplido con lo que jure aquel día, pero dime tú, ¿Qué pasó con todo lo que me decías? ¿Dónde está tu figura junto a la mía?.

¿Ahora que haré? Cielo, ya no se qué más hacer. Me es imposible creer que a aquella persona que mas amé solo es un recuerdo que vive en mi ser, que ya no eres real, que ya no existes más. Quiero que vuelvas, por favor dime que volverás, dame solo una señal de que aun eres capaz de amar.

Aún siento el aroma a café en la mañana con el que me despertabas, y aunque decías que lo odiabas, amabas su olor porque sabías que ahí yo estaba.