( ˃ᴗ˂ ) ❝Cometió el grave error al dejarse llevar por todo ese coraje después de pasar una cena con esos inútiles alfas de su compañía que no hacían nada más que denigrar y acosarlo por su posición como omega, como si ellos fueran superiores en todo...
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Hubo un delicioso aroma deleitándole la nariz y que poco a poco fue despertándolo. Por puro instinto se estiró por la cama sin abrir los ojos, gimiendo por el crujir de sus huesos y bostezando en grande, luego girando su cuerpo a la derecha con tal de buscar el de su alfa. Su nariz se movió intentando rastrear el aroma fuerte del alfa, pero solo podía hallar ese olor de plátano y vainilla que le recordaba a un smoothie mezclado con el suyo propio, y otro más, la inconfundible esencia del sexo flotando en el aire haciéndole cosquillas.
Asustado, abrió los ojos y dio un brinco en la cama al ver un color de cabello diferente al de los oscuros rizos de su alfa.
Se sentó de golpe, sintiendo su corazón latiendo fuerte y la angustia llenando su sistema poquito a poquito. Podía reconocer muy bien esa cabellera rubia, por supuesto, ni siquiera había tomado demasiado la noche anterior, no estaba siquiera un cuarto de ebrio como para olvidarse que se había enrollado con otro omega sin pensárselo dos veces. No estaba pensando con claridad cuando decidió que sería buena idea seguirle el beso y dejarse llevar, como si él no tuviera una pareja estable que lo esperaba en casa.
En casa.
¡No había llegado a dormir!
Maldiciendo, JungWon saltó fuera de la cama, ignoró el mareo que le provocó tal acción brusca y, completamente desnudo, se dedicó a buscar su ropa. Sus mejillas se sintieron calientes de vergüenza pura al encontrar sus prendas regadas por toda la esponjosa alfombra blanca de la habitación. La tela estaba arrugada y por más que intentó aplanarla con sus manos, los pliegues ya se habían marcado en sus pantalones de vestir y en su camiseta de botones. Usó el espejo de cuerpo entero pegado a una pared y trató de arreglar lo mejor posible todo el desastre que era; desde su cabello revuelto, la ropa desarreglada, la lagaña en sus ojos y la hinchazón de su rostro. ¡Se veía horrible! El olor que traía encima no le estaba ayudando para nada en ese momento, simplemente no podía salir e ir a casa apestando a sexo y a otro omega, necesitaba y le urgía tomarse una ducha para deshacerse de él.
Fue entonces cuando dirigió su vista hacia el cuerpo todavía dormido en la cama, encontrando al omega boca abajo. Con pasos sigilosos se acercó, observando los ojos cerrados y la carnosa boca abultada por la presión de su peso contra la almohada. El chico se veía pacífico e, incluso con todo el desastre que también estaba hecho, también se veía bonito; tenía el pelo hecho un nido de pájaros, la cara igual de hinchada, chupetones rojos alrededor de sus hombros, el olor del sexo fuerte en él. JungWon hizo una mueca al hallar su propio perfume envolviéndolo por completo. Entre la vainilla y el plátano, estaba el durazno y la canela, como una malteada de frutas.
- Oye - le llamó, sacudiendo sus hombros con tal de despertarlo. El omega, si no mal recuerda, de nombre SuNoo, gruñó y frunció el ceño, estirándose para encogerse después y abrazarse a la almohada luego de cubrirse con las sábanas hasta el cuello. JungWon bufó -. Necesito usar tu baño... me urge darme una ducha, oye, ¿dónde está?