𝗜. 𝗖𝗢𝗠𝗢 𝗖𝗢𝗠𝗘𝗡𝗭𝗢́

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Charlie dormía a pierna suelta cuando los golpes en la pared lo despertaron de golpe. No fueron muy fuertes, lo suficiente para despertarlo. Se medio incorporó con rapidez mirando alrededor su desordenado cuarto, tratando de ver que pasaba, terminando por enfocar a su madre en la puerta

—Charlie, cielo, es hora de despertar —dijo su madre. Su tono denotaba urgencia—. Yo debo irme ya a trabajar, ya llego tarde. Ya le he dicho a tu hermano, no lleguéis tarde a clase y recordad que después tenéis que ir a casa de vuestro padre. Y recuerda, el mundo es un lugar terrorífico, ten cuidado. Te quiero. Hasta el domingo.

Su madre desapareció de la puerta en cuanto terminó de hablar. Charlie no tardó en escuchar la puerta principal, pero el se quedó ahí, en la cama, sentado con las sábanas todavía tapándole las piernas. Pestañeó varias veces seguidas tratando de asimilarlo todo, asimilar que era un nuevo día. Somnoliento, giró lentamente la cabeza hacia su mesilla, donde un reloj despertador digital estaba, y eso lo despertó del todo. Al ver la hora se dio cuenta de que no tenía mucho tiempo para prepararse.

—Mierda —murmuró

Se levantó rápidamente con torpeza tirando las sábanas al suelo. Cogió el mismo pantalón del día anterior, comprobando que no oliera y se lo puso, o trató de ponérselo rápidamente dando saltitos a una pierna mientras trataba de introducir la otra. Suerte que se dio cuenta justo a tiempo que se lo estaba poniendo del revés. Aunque no a tiempo para evitar caer de espaldas en su cama. Finalmente, consiguió vestirse en condiciones, se calzó sus deportivas y tomó su mochila para salir corriendo de su habitación. Se topó con su hermano justo en la puerta de la suya.

—¡Spencer! ¿Estás listo? —dijo apresurándolo

—Si, si, estoy —dijo Spencer—. Hay tiempo Charlie, el instituto está cerca, lo sabes.

—Ya, ya, ya, no quiero arriesgarme, el director me dijo que si volvía a llegar tarde, tendría un castigo —explicó rápidamente Charlie mientras ya bajaba las escaleras—. ¡Vamos!

Ambos hermanos salieron de casa. Spencer se aseguró de cerrar bien la casa, y se dirigieron por el camino hacia el instituto. Como había mencionado Spencer, no estaba lejos. Unos cinco minutos andando, por eso ellos no cogían el autobús. Alguna vez su madre los había llevado en coche, sobre todo, si llegaban muy tarde, pero normalmente iban andado.

—Spencer, ¿qué haces? Es por aquí, ¿recuerdas? —Charlie se detuvo confundido cuando su hermano siguió adelante, cuando tenían que haber girado

—Oh, me desviaré un poco, he quedado con Fridge en la casa del terror —dijo Spencer

—¿En serio? —Charlie resopló—. Spencer, de verdad, te ha ignorado desde que comenzamos el instituto. ¿Por qué accediste a "ayudarle" con los deberes?

—Tengo que irme, Charlie —dijo Spencer—. Nos vemos en clase

Spencer siguió con prisas su camino, y Charlie lo miró negando con la cabeza. Finalmente, siguió caminando por donde siempre dejando salir un suspiro de sus labios. Su hermano le preocupaba. Fridge, es decir, Anthony Johnson, había sido su amigo desde pequeños. Charlie podía recordar muchas veces que los tres habían jugado juntos, pero eran sobre todo Fridge y Spencer, eran los mejores amigos. Charlie siempre había sido más social con su hermano y enseguida había hecho otros amigos.

Jumanji: Bienvenidos a la junglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora