The Morgue

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Sólo alguien como él aceptaría trabajar en aquella temporada del año, bajo aquellas circunstancias y aquel día en especial

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Sólo alguien como él aceptaría trabajar en aquella temporada del año, bajo aquellas circunstancias y aquel día en especial. 31 de Octubre de 2016, Halloween.

Cualquier persona en su sano juicio hubiese evitado trabajar ese día, mucho menos si laboraba en el ámbito en el que él lo hacía. Incluso Lee, el encargado del lugar, se estaba por esfumar por esa noche donde no creía que fuese necesaria más su presencia.

-El último de la noche, mi colega y amigo... -Le dijo Hoseok al hombre un tanto bajo, de bata blanca, complexión delgada y piel tan blanca como la nieve; cabello rojizo, ojos miel y facciones gatunas; a su lado. Mientras descubría el cuerpo ensangrentado y apenas reconocible. Min YoonGi casi da un paso atrás al ver aquello, pero mantuvo su postura rígida e imperturbable, como siempre- De nombre, Park JiMin. Murió anoche en un accidente automovilístico, por lo que no necesitas agregar a su expediente la forma de muerte, ya está redactada.

Necesitamos las causas de muerte, él y sus amigos murieron, ninguno sobrevivió. Se dice venían de una fiesta por lo que tal vez haya habido estupefacientes incluidos. Analízala, realiza la autopsia y prepara el cuerpo. Necesito el informe mañana por la mañana sobre mi escritorio -YoonGi tragó duro al no poder despegar su vista de ese muchacho, cada día eran más jóvenes.

Hoseok al ver que no respondió simplemente se deshizo de la bata médica y la echó sobre su silla giratoria antes de encaminarse a la puerta y echarle una última mirada al hombre bajito al fondo, junto al cuerpo - Todo tuyo, Min - Le dijo y en ese momento un fuerte rayo partió la oscuridad mórbida del lugar y el silencio de tajo, trayendo consigo una torrencial lluvia. Lee abandonó la sala, dejándolo allí solo, con no solo el cuerpo de ese chico, sino unos 50 más.

Min lo vio partir, y luego volvió su vista al muchacho junto a él, tendido en esa camilla metálica con hendidura, que protegía al piso de la caída de fluidos corporales no deseados, incluidos sangre y vísceras. Los ojos del chico estaban levemente abiertos, revelando un color verde hermoso en su iris, pestañas largas, cejas pobladas y alineadas. Rostro cincelado y apenas un poco bronceado, prominentes labios ahora pálidos pero que prometían haber sido rosas. Cabello tintado en un color ceniza, perdía, desgraciadamente, su brillo. Un chico bello, "muy bello" pensó Min. Suspiró con pesar y comenzó a preparar todo para comenzar a abrir el cuerpo. Se colocó el látex necesario y equipo médico desinfectado.

Acercó la mesilla metálica con sinfín de bisturíes, cierras y demás artefactos que le servirían para diseccionar las entrañas del joven. Min YoonGi, a pesar de tener apariencia fría y distante, de esas personas que el mundo les pasa igual; conservaba aún un corazón bueno, único y blando.

-Hola Jimin, soy Min YoonGi. Me encargaré de hacer tu autopsia. No te preocupes, no dolerá. Será rápido lo prometo. Solo quiero descubrir las causas de tu muerte y devolverte a tu familia muy pronto, para que te llenen de amor y cariño, sé que lo necesitas... Bien, comenzaré -Le dijo todo aquello con calma, estaba acostumbrado a ello, no era alguien sin alma y a menudo llegaban jóvenes que habían muerto por causas atroces. Su trabajo en aquella morgue a cualquiera le parecería descabellado, pero algunas veces se requería un poco de humanidad para ello. Y a veces agradecía que los cuerpos de esas personas pasaran por sus manos pues sabía perfectamente que nadie les dedicaría la atención y el cuidado, las palabras que ya mismo le había musitado al chico; como él lo hacía. Era simplemente para mantener su alma en paz, porque creía que aun después de la muerte había cierta conexión que llevaba al cuerpo "muerto" a entender.

Sonrió apenas, no era mucho de sonreír, pero lo hizo. Porque en su pecho sentía un calorcito al mirar el bello rostro dormido de ese chico que parecía un ángel, aunque ahora mismo estuviera corrompido y destrozado en sangre.

Una sola incisión; comenzó en la garganta y finalizó bajo el ombligo. Las ropas habían sido meticulosamente guardadas y etiquetadas ya. El chico era corpulento y atlético, por lo que veía. Lo desintegró con el cuidado que mecía, retirando cada órgano y resto que ya no eran necesarios y sustituyendo con bastó aserrín tratado, como relleno. Todo ello con el respeto y cuidado que Gi desbordaba hacía los no vivos. Si él moría algún día, le gustaría que lo tratasen así, que no le hostigaran el cuerpo y lo malograran sin clemencia. Que no abusaran de que ya no podía ni hablar ni moverse.

Prosiguió a suturar con basto hilo la incisión, para que no se abriera o despidiera algún olor subyacente luego. Y luego limpió. Lo limpió de cabeza a pies, llevándose en la esponja mojada los restos de sangre seca; revelando ese perfecto cuerpo, ese rostro cincelado y de tersa piel que yacían ocultos bajo la capa de sangre. Otra apariencia daba ahora y Yoongi estaba menos mortificado por ello.

-Hemos terminado... -Le anunció con calma y media sonrisa al cuerpo sin vida del chico- Espero no haberte incomodado, Jimin -Sonrió un poco de lado mientras se quitaba los guantes de látex de las manos. Hora de hacer el papeleo, así que se encaminó al computador que yacía encendido al fondo del gran cuarto médico, y se instaló cómodamente en la silla giratoria. Tomando el ratoncito cursor, comenzó por llenar cada espació que disponían las hojas de expediente. Esperando también resultados de algunas muestras de sangre y tejidos que había tomado del cuerpo.

Tarareaba una canción mientras imaginaba con saña los cientos de niños que estarían tocando su puerta en ese preciso momento y él no les abriría para responderles al "Truco o Trato" y no les daría dulces. Era malo pesar así, pero le resultaba divertido. Vaya, ni siquiera debería usarse eso del Halloween en Gyeongsang , el pequeño poblado en el que residía apenas a una hora de la ciudad real. Min YoonGi pensó que vivir en un lugar tranquilo era lo mejor, el ajetreo de la ciudad, lejos de brindarle la tranquilidad que buscaba, lo alejaba de ella. Por lo que este pequeño pueblo le vino como anillo al dedo.

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