01 | EL BOSQUE

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Era una mañana tranquila, el cielo aún tenía un color grisáceo debido a las lluvias de la noche anterior, pero según el pronóstico de ese día, no faltaba mucho para volverse soleado.

Una camioneta fue estacionada a las afueras del bosque, el muchacho que la conducía bajó, metiendo las llaves a su bolsillo antes de, colgándose una mochila en el hombro, comenzar a caminar en dirección al frondoso bosque mientras tarareaba una canción. Apenas llegó al árbol más cercano sacó un grueso rollo de listón rojo, amarrándolo al tronco y dando varios tirones para asegurarse de que este no se desataría fácilmente. Después miró a sus espaldas, observando el cielo con claridad por última vez, apreciando los sonidos emitidos por el viento y la fauna del lugar, dando un fuerte suspiro antes de finalmente adentrarse al territorio plagado de árboles.

Y caminó, caminó por minutos sin rumbo alguno, asegurándose de dejar su rastro con aquel listón para no perder el camino de regreso, entonces los minutos se hicieron horas, cantó tres de sus álbumes favoritos mientras tanto, también llegó un punto en el que comenzó a pensar en voz alta para no sentirse tan solo, el listón se terminó justo cuando sus pies comenzaban a cansarse, así que decidió que era el momento perfecto para descansar.

—¿Debías venir justo después de una tormenta, Lee? —se reprochó a si mismo cuando le fue difícil encontrar un sitio donde sentarse, pues todo aún se encontraba mojado.

Así que sacó de su mochila el impermeable que llevaba con él para ponerlo en el suelo y sentarse sobre este, usándolo como un piso limpio improvisado para poder comer.

Disfrutó del silencio mientras comía el almuerzo que llevaba consigo, también del olor a tierra mojada que aún inundaba el lugar.

Hasta que el sonido de unas ramas crujiendo lo hicieron mirar alarmado a la distancia, dejando de masticar incluso, escuchando más y más pasos. Alguien se acercaba.

—Malditos mosquitos, ojalá mi sangre esté contaminada y ustedes se mueran por picarme, hijos de puta.

Aquella frase hizo a Minho perder todo rastro de temor, casi sacándole una risa.

Entonces pudo ver como de detrás de unos de los tantos troncos aparecía un muchacho, dando manotazos al aire e insultando a los insectos, sin notar su presencia en absoluto.

Así que este aprovechó.

—Boo.

—¡AHHHH!

El pelinegro resbaló, cayendo de sentón en las raíces de un árbol y golpeando su cabeza con el tronco de este.

—Mierda —se levantó el castaño de prisa para ir hasta el chico.

La mirada confundida del pelinegro chocó con la suya, liberando un suspiro aliviado al ver que se trataba de alguien aparentemente inofensivo.

—¿Estás bien?

El chico asintió, relajando su cuerpo sin deseo de moverse.

—No se si pueda levantarme, pero sí, estoy bien.

El castaño lo miró con diversión, el contrario arqueó una ceja.

—Haces que casi me parta la cabeza contra el árbol, ¿y ahora te ríes? —y la risa de Minho se hizo presente, provocando la sonrisa del contrario—. No le veo lo gracioso —rió junto al chico.

—Lo siento, no creí que alguien se fuera a asustar solo con eso —dijo aún con diversión en la voz, extendiendo su mano al pelinegro para ayudarlo a incorporarse.

—En otra situación tal vez no, pero estamos a la mitad de la nada y no creí llegar a encontrar a nadie por aquí —se excusó entre pequeñas quejas de dolor, antes de comenzar a sacudir su ropa.

Minho asintió dandole la razón, él tampoco esperaba llegar a encontrarse con alguna persona en toda su estadía dentro de aquel bosque, mucho menos que alguien lo fuese a encontrar ahí.

—¿Estás solo? —preguntó al pelinegro, recibiendo como respuesta un asentimiento—. ¿Qué demonios hace un niño como tú en este lugar?

—¿Niño? Tengo dieciocho.

—Eso solo me confirma que eres un niño.

—¿Qué edad tienes tú?

—Veinte.

Y el menor dió una risita incrédula ante la corta diferencia de edad.

—¿También estás solo?

—Sí.

—¿Pasarás aquí la noche? —se atrevió a preguntar.

El mayor apretó los labios, pensativo, mirando a su alrededor.

—Supongo que sí.

—¿Te molestaría si estoy contigo? Este lugar por la noche debe de ser aterrador.

Minho sonrió con algo de ternura, antes de asentir.

—Pero solo hasta el amanecer, después debo hacer las cosas por mi cuenta.

El menor asintió, no cuestionaría aquello, si el chico iba sin compañía era porque evidentemente quería pasar tiempo solo.

—Hasta el amanecer, después te dejaré seguir con lo tuyo tranquilo.

Minho llevó su mirada al lugar donde poco antes se encontraba comiendo, el pelinegro hizo lo mismo.

—Justo me estaba dando hambre, ¿Puedo unirme?

Y después de una simple aprobación del mayor ambos chicos se sentaron en el suelo, Minho pudo ver a su contrario sacar algo de comida de su mochila, para poco después comenzar a comer juntos.

—Por cierto, mi nombre es Hyunjin —comentó el chico con la boca llena.

—Oh, yo soy Minho.

—¿Y desde dónde vienes?

—Algo lejos, Yokohama.

El pelinegro lo miró con sorpresa.

—¿Japón? Tu nombre me hizo creer que eras coreano.

—Madre coreana, de ahí el nombre —aclaró—. ¿Y tú? ¿De dónde eres?

—Seúl, Corea —remarcó con gracia lo último.

—Ahora cuéntame, ¿Qué problemas tiene un niño como tú? —lo miró con mayor atención, Hyunjin dió una risita.

—¿Por qué tendría problemas?

—¿Por qué más vendrías a este bosque solo? Obviamente tienes problemas.

El chico dió otra risa, pero asintió dandole la razón al final.

—Tienes un punto —señaló, antes de dar un trago a su termo—. Pero en realidad, me interesa más saber de los tuyos

—¿Me contarás después los tuyos?

—Claro.

— Entonces, bien. ¿Por dónde empiezo? —preguntó más para si mismo que para su acompañante—. ¿Quieres la versión larga?

—Tenemos mucho tiempo de aquí al amanecer.

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Historia corta,
capítulos cortitos.

Espero disfruten <3

SEA OF TREES┃𝐇𝐘𝐔𝐍𝐇𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora