03 | EL CIELO

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—Wow.

Minho dió una corta risa, antes de asentir.

—Sí, wow.

—Pero... ¿Hace cuánto saliste de ahí? ¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Un par de meses, el tipo que me sacó de ese lugar me llevó a vivir a otra ciudad, luego lo convencí de venir aquí de viaje, entonces escapé.

La mirada del menor lo recorrió con inquietud, con auténtica tristeza producto de la empatía.

—¿Y sabes cuál es la cereza del pastel? —volvió a hablar el castaño animado, inclinándose en dirección al contrario, para agregar—. Que semanas después de que salí de ese lugar, lo cerraron.

—Y eso es... ¿Bueno, o malo?

—Debería de ser bueno... Pero para mí, significa que ya no tengo ningún lugar al que volver.

Sus ojos se cristalizaron por unos instantes, antes de con un par de parpadeos obligarse a no dejar que las lágrimas se asomaran más por su mirada.

—El tipo que me sacó de ahí no es tan malo, me prometió darme una vida estable, lo ha estado haciendo desde entonces —tragó, deseando quitarse el nudo en la garganta—. Pero me da asco, detesto tener que estar cerca suyo, odio ser su maldita mascota a cambio de una vida soportable que al final es solo un piso más de este infierno.

—Entonces escapa de él.

—Eso estoy haciendo.

—No, me refiero a lo que harás después de salir de este bosque, busca una nueva vida, salte del infierno.

¿Salir de él? —sonrió con tristeza.— Eso haré, de verdad.

Hyunjin hizo una mueca, y el silencio amenazó con acompañarlos, pero Minho no lo permitió hablando en seguida, como si no acabara de contar su triste y patética historia a un completo desconocido.

—Es tu turno, quiero escuchar tus tragedias.

—Supongo que ya no puedo negarme.

Minho sonrió levemente.

Y una nueva historia comenzó.

Teniendo un inicio totalmente diferente, uno dónde Hyunjin nació en el hogar más agradable y reconfortante posible, con una madre amable y un padre ejemplar, con una vida estable asegurada, y la desdicha fuera de sus planes.

Un niño obediente, un estudiante prodigio, un muchacho bueno, Hyunjin creció gloriosamente en aquel cielo llamado hogar.

Y por esto mismo su historia es corta, tan corta y simple que parecía un insulto a la historia de Minho.

Pues la vida de Hyunjin llegó a su climax con la decisión de alejarse de su hogar en busca de más cielo, cayendo al vacío en su lugar.

Pero era la beca para la academia más prestigiosa que podía imaginar, ¿Cómo se iba a negar?

¿Y como iba a imaginar que todo aquello era una farsa?

Como trampa para ratones, Hyunjin cayó en ella.

Un joven de familia de buen estatus y que prácticamente lo era todo para sus padres, una víctima perfecta para privar de su libertad y pedir el mundo entero a cambio.

La cabeza de aquel pelinegro tomó el valor de una fortuna, una fortuna que sus padres no poseían, una fortuna que en realidad sería solo la primera de muchas.

Hyunjin fue encerrado por más de dos meses, según sus cuentas.

Hyunjin suplicó por libertad por alrededor de un mes, según sus cuentas.

Pues su garganta se terminó cansando de los sollozos, su voz terminó escondiéndose para ya no recibir golpes en busca de silencio, su esperanza se esfumó como vapor en el aire. Tal vez nunca saldría, tal vez nunca volvería a ver a sus padres.

Pero el milagro más grande posible ocurrió, en forma del descuido más pequeño. Unas simples y tontas llaves olvidadas.

El chico huyó, logro escapar de sus captores y corrió, tal vez solo por horas, tal vez por días, hasta encontrar el escondite perfecto, un bosque vacío de gente y lleno de almas.

Con solo una persona en él.

—Y aquí estoy —finalizó el menor con una amarga gracia.

Minho lo miraba perplejo, sin comprender su tranquilidad al relatar lo ocurrido.

—¿Estás huyendo de tus secuestradores? —preguntó, recibiendo un asentimiento cómo respuesta—. ¡¿Y te das el tiempo de ponerte a comer conmigo mientras me lo cuentas?!

— Ellos ya no podrán encontrarme, tranquilo —rió levemente.

—¿Por qué no fuiste a la policía? ¡¿Qué demonios haces aquí?!

—¡Descansar! Eso hago, quiero aire, quiero olvidarme del pequeño cuarto en el que me tenían encerrado —bufó—. Quiero respirar antes de seguir escapando.

Minho tragó saliva, y a su mente llegó la imagen de la camioneta que había dejado en las afueras del bosque.

Llevó su mano a su bolsillo.

—¿Sabes conducir?

El menor le dedicó una mirada confundida, antes de asentir.

—Si sigues ese listón —señaló el listón guía que había estado dejando todo el camino—. Encontrarás una camioneta —sacó las llaves, ofreciendoselas—. Llévatela, ve hasta una estación de policías y ponte a salvo, por favor.

Hyunjin tomó las llaves, procesando aquellas palabras.

—Pero... ¿Y tú? ¿Cómo harás para irte? También estás escapando de alguien.

—Yo no valgo ni dos centavos, Hyunjin, a mí dejarán de buscarme en dos días, tú debes huir.

El chico se aferró a las llaves, y dedicándole una mirada al mayor, habló:

—Vamonos juntos.

SEA OF TREES┃𝐇𝐘𝐔𝐍𝐇𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora