Le pertenece a Min -✅️

01/02 ✨

Todos sabían de la, casi, obsesión de la Alfa Min Yoonji con el lindo y recesivo Omega Jung Hoseok.

El mismo Jung no sabe el porqué de su atracción por él, tenía en cuenta que no era muy bonito y que su olor era algo cítrico, a jugo de mandarina y flores otoñales, si bien la fragancia de las flores era muy atractivo, combinado con el néctar de mandarina, no lo hacía muy lindo al olfato, aparte de que no poseía un cuerpo tan deslumbrante, tenía un buen trasero, no lo iba a negar, una cintura delgada pero con pocas curvas y sus muslos no eran muy grandes y regordetes, se mantenía en forma solo por ser un apasionado al baile y con ello tenía un cuerpo delgado, pero no tenía gran cosa como para que una Alfa tan atractiva e intimidante como Min se sintiera interesada en él, simplemente no lo entendía, como muchos de su colegio.

Solo que todos tenían en claro una cosa, y esa era que;... Le pertenecía a Min.

De alguna manera, él y su lobo se sentían halagados por la atención de la Alfa, pero tenía que admitir que también le avergonzaba a veces, pues no había momento en donde la Alfa lo acorralaba y le expresaba sus lujuriosos deseos y le tocaba indecentemente, lo hacía ponerse tenso y nervioso, al igual que avergonzado, pues no importaba donde y cuando, solo lo tomaba desprevenido, lo apegaba contra lo más cercano a su cuerpo y empezaba sus insinuaciones subidas de tono y lo manoseaba como queria, y lo peor de todo era que; ¡no ponía resistencia a ello!. A su lobo le gustaba tanto el acercamiento a la Alfa que se ponía tímido y sumiso, ansioso a lo que Min quisiera hacer con él, y eso lo avergonzaba aún más.

A parte que lo a besado en varias ocasiones, no se acuerda ni cuántas veces le a robado besos, entre tiernos y muy apasionados, a los cuales no pone resistencia alguna y se deja ser, pues su lobo le dice que lo haga y le dejé a la Alfa besarlo como ella quisiera, y ante ello no se resistía, pues tenía claro que, aunque lo hiciera, Yoonji lo dominaría y él se terminaría dejando ser.

A si que así era su relación con la Alfa Min.

Cómo ella también, no sabía el porque de querer tener al castaño cerca y sentir su embriagante olor, para ella era atractivo su olor a néctar de mandarina y flores otoñales con un toque de chocolate, lo que le pareció extraño en un principio, pues sabía que solo parejas destinadas podían captar un tercer aroma, lo cual asumió despues que, aquel lindo y deseable Omega, era su pareja y por eso su constante insistencia de tener y poseer a Jung. Había tardado tiempo para comprenderlo pero una vez que lo hizo, insistió más al Omega para que la aceptara como su Alfa, pero al ser un Omega recesivo, este no podía saberlo, de ser consciente de que ella era su Alfa, su pareja destinada, porque los omegas recesivos no lograban captar al instante a su destinados hasta que estos les llegaba el celo y lo pasaban con ellos.

Yoongi no le faltaba mucho para su segundo celo de ese año, por lo que estaba cortejando al bonito Omega para que pasara con ella su celo y así se diera cuenta que eran destinados y así poder ser algo más. Por eso, determinada a hacerlo, lograría conquistar a su bonito Omega Jung Hoseok para poder al fin estar juntos, siendo una única pareja juntada por la Madre Luna y su Cosmos, lo haría hasta conquistar su corazón y hacerlo suyo, solo suyo.

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- Mío - gruño ronco al oído izquierdo del Omega, al cuál tenía acorralado entre sus brazos y la pared de uno de los tantos salones desocupados a esa hora, pues ya habían acabado las clases.

- Y-Yoonji... - gimió tambaleante al sentir los húmedos besos ser repartidos por su sencible cuello y mandíbula, empezando a excitarse sin querer - para, ah~.

Se removió inquieto al sentir el tacto de la Alfa con su piel debajo de su camisa, sabía que debía detenerla pero su cuerpo no lograba apartarla y solo se entregaba más a los dulces y posesivos toques a su cuerpo. En ese momento se maldecía por ser un Omega, de verdad que lo hacía. Un apretón a sus nalgas lo hizo regresar de sus pensamientos y enfocarse en la Alfa que lo tenía aún acorralado, a de merced sus besos y toques, que se sentían bien a decir verdad.