Kurama

Introducción

El kyubi, una masa de odio y rencor que atacara los asentamientos humanos hasta no dejar a ni una sola persona viva. Esa es su reputación, se supone que la es, pero hay algo que le ha molestado desde hace algún tiempo. Hay un sentimiento de molestia al referirse así, como una autoconcepción errónea, algo que no tiene que ver con su nombre real, sino algo distinto.

Recuerdos de algo lejano, vislumbrando en sueños una realidad distinta, solo para que al despertar nada de eso sea grabado en su mente. La sensación de olvidarse algo importante, como si sus recuerdos estuvieran brumosos y faltara una buena parte de ellos. Repasa cada uno de ellos y se da cuenta que no falta ni debe hacer falta nada, pero aun así el sentimiento persiste. Piensa en el genjutsu pero lo descarta después de cientos de intentos.

Su chakra esta bien, su flujo es normal y constante, su cuerpo no tiene problema alguno... salvo su propia incomodidad, desde que comenzó a darse cuenta que algo era distinto, todas sus extremidades comenzaron a sentirse así, había familiaridad pero también extrañeza.

El enorme kitsune trato de ignorar la sensación durante bastante tiempo, había algo mal pero no podía entender el que. Finalmente su incomodidad termino siendo dirigida a una furia, sentimiento que desquitaba con cierto tipo de seres, los asquerosos humanos llenos de sentimientos negativos. Aldeas arrasadas y cientos de montañas aplastadas sufrieron debido a ello.

Mientras se alejaba aun podía oler el aroma de la sangre y el humo, tan familiar y en cierta forma satisfactorio, el sentimiento de tranquilidad al sentir las asquerosas firmas de chakra desaparecer lentamente, la sonrisa entre su hocico zorruno estaba bastante marcada, y luego lo noto. Hasta esa sonrisa, esas sensaciones... todo se sentía extraño.

La pereza comenzó a anidad en lo profundo de su ser, las ganas de una siesta. El biju siempre disfruto de siestas largas y hoy no parecía la excepción. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, lejos de toda amenaza y de cualquier molestia cayo rendido, sin notar lo extraño de la situación.

Durmió plácidamente, relajándose sin saber que pronto en su mente obtendría las respuestas a las dudas que le embargaban después de tanto tiempo.