El típico cliché.
Morir y renacer en otro mundo conocido. Ya sea como la protagonista, la villana, la hija del villano o como un simple personaje secundario.
Leí muchas historias con este cliché en mí tiempo libre. Pero no espere que me ocurriera a mí.
Tenía veintiún años, era huérfana y había vivido toda mi vida con mi abuela en el campo. Cuando cumplí los dieciocho años me fui a vivir a la ciudad cercana para ir a la universidad.
Mi abuela odiaba las ciudades y quiso que yo las odiara, o más bien les tuviera miedo, para que así jamás la abandonará y me volviera una ermitaño como ella. No quería que estudiara, quería que me ocupara del campo como hacía ella.
Claramente, no le hice ningún caso. Yo odiaba a esa mujer. Así que me fui y entré en la universidad a estudiar lo que me gustaba. Me faltaban años para graduarme pero no me iba mal.
Amaba leer libros de fantasía. Leía muchos libros y manhwas japonesas y coreanas. Sobretodo del tipo de renacer o reencarnar. Siempre eran igual, con historias o finales predecibles.
Llegué al punto de aburrirme.
Y eso, aparentemente, ofendió a un dios random, olvidado en los confines de la historia de la humanidad.
No sé pronunciar su nombre. Tampoco sé leerlo, ni mucho menos escribirlo. Solo sé que es un dios que vive de la imaginación de los humanos.
Y está terriblemente aburrido.
Y cómo a cualquier dios, le encanta joder la vida de los mortales.
Como yo vivía una vida monótona y aburrida, el Dios Raro este, decidió mandar UN JODIDO CAMIÓN A CHOCAR CONTRA EL BUS EN EL QUE IBA.
Obviamente, y como uno esperaría, no sobreviví. Pero mí muerte fue agónica. Tarde dieciséis minutos y medio, de intenso dolor, en morir.
Cuando estaba en el limbo de la vida y la muerte, ese donde uno decide si seguir hacia adelante en la muerte o volver y quedar como fantasma; decidiendo seguir hacia la muerte, este maldito dios se presentó ante mí y me mandó a vivir otra vida, reencarnando en un personaje sin alma, en el universo de un libro que leí hace algunos años.
- Pero es un mundo ficticio- le debatí.
- Es ficticio en el universo de dónde vienes- me respondió- si alguien lo pensó y lo plasmó, entonces existe. Para ti era ficticio, para los que viven en ese universo, el tuyo es de ficción.
Gracias Sr Dios Raro. Ahora siento que me va a explotar la cabeza.
- ¿Por qué me mandas?
- Porque estoy aburrido. Estoy seguro que tu intervención en la historia va a ser, cuánto menos, interesante.
¿QUÉ CLASE DE DIOS ES ESTE?
Maldito hijo de . . .
- ¡¡OYE!!
¡GENIAL!
¡AHORA RESULTA QUE TAMBIEN LEE MENTES!
-No te preocupes, no te voy a dejar sola.
En ese momento me alegré. Al parecer no era tan malo. Claro, eso pensé hasta que me dio. . . eso.
El Dios Raro extendió su mano y sobre ella apareció una esfera de luz. Tras unos instantes, la dichosa esfera de luz se transformó en. . . no se que es eso.
Parecía como una bola de pelos blanca voladora, pero de repente, de entre todo ese pelo, surgieron unas enormes orejas, luego una cabeza de conejo con los ojos lilas.
-¡Hola!- dijo el conejo mágico volador, con la voz más fina e irritante que escuche en mi vida- ¡Seremos amigos! ¿Cómo te llamas?¿cómo me llamo?
¡Genial !Por si faltaba algún elemento cliché en esta locura, ahora tengo un bicho adorable, raro y que además habla!
El Dios Raro me explicó que esa cosa provenía de su esencia divina, parte, de algo así, como su alma.
Sería mi compañero de aventuras. Y mi guía, en caso de no entender o no recordar algo de la historia. Y solo lo podría escuchar yo, para que así no se confundieran los personajes de la novela, ahora personas reales.
Otra cosa que me informó el Dios Raro es que el conejo mágico volador no tenía nombre, para que yo lo nombrara de la manera que más me gustase, así lo sentíria "como si fuera una mascota". Palabras suyas.
Así que lo llamé Comavo.
Abreviatura de "Conejo Mágico Volador"
No me juzguen. No se me ocurrió otra cosa.
De esa forma, y luego de un par de advertencias que no vienen al caso, por parte del Dios Raro, Comavo y yo despertamos en el universo de fantasía de un libro que leí cuando tenía diecisiete o dieciocho años.
Tenía buena memoria, así que recordaba la mayor parte de la historia, pero de todas formas, aunque nunca lo diré en voz alta, agradecía tener a Comavo. Nunca puedo recordar todos los detalles, ni siquiera con mis libros favoritos. Y saber los detalles es importante, más si tu vida depende de ello.
Así que bien Comavo, somos tu y yo, contra un duque, su esposa y sus hijas, un virrey y su sobrino, una joven baronesa viuda, dos cardenales y muchísimas traiciones reales; para que los protagonistas terminen juntos y tengan su tan ansiado "¡Y vivieron felices para siempre!"
¡Ah! ¡Claro!
Y no nos olvidemos del principal detalle, típico de estos clichés.
Renací como la hija del Archiduque.
El Archiduque Alastor Servas LeReon
Y, obviamente, el villano de la historia.
¿Qué puede salir mal?
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Nota de Autora
Biiieeenn
En teoría, esta es mi segunda historia. Pero la primera nunca la termine.
Lo primero es que dudo que esta, la vaya a terminar.
Lo segundo, la historia del universo en la que renació la protagonista, es absolutamente inventada.
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La Maldición de un Dios Aburrido
FantasySolo quería tener una vida tranquila, pero un dios random me odia y me quiere joder. El dios este de mierda me mato y me maldijo. Siempre que muera, renacere en otro mundo, otro universo y deberé ayudar a los protagonistas a salvarse para poder vivi...