Schizophrenia

Simon

Y ahí estaba ella, bajo mi poder, podía hacer lo que quisiera con Verónica. Pero ahí estaba el, justo detrás...

-Matala- Dijo con una sonrisa sádica

-¿No es muy extremo?. La chica solo me trajo una tarta- dije mientras fingia una expresión de tristeza

-¿De cuando aquí tienes sentimientos, Al?- dijo mientras me imitaba, no pude evitar soltar una pequeña carcajada

-¿De cuando aquí tu me dices que hacer, Simon?- apenas digo esto Simon se desvanece en el aire, para luego dejarme solo... ¿O eso creía yo?

-¿Alejandro?- una voz dulce me saca de mis pensamientos para hacerme mirar a la chica que tenia aprisionada entre mis brazos, imagine un par de cosas que podía hacer pero solo la solté.

-¿Si?- dije mientras ella levantaba algo del suelo

-¿Aún la quieres?- para este entonces la tarta yacía en el suelo, sus adornos habían caído al suelo y lo que antes eran unas letras de caramelo que decían:"bienvenido" ahora solo eran pedazos color café tirados en lo que quedaba del pastel.

-Claro- le di una sonrisa falsa para luego tomar la tarta con gentileza.

-Nos vemos luego, Alejandro- dijo mientras bajaba las escaleras. No pude ocultar una expresión de confusión, su reacción era algo nuevo para mi.

-Esta chica había sido agredida por mi hace unos instantes y se fue como si nada, como si yo le hubiera sonreído,- oh, espera, si lo hice.- Dije en mi mente, pero ese no es el punto, la chica que salio hace unos minutos de mi casa es diferente, ha conocido a gente como yo antes, sabe como soy, esta chica, de hermosos ojos azules...

Luego del incidente, fui a tomar una ducha,  ya en la regadera empece a lavar cada parte de mi cuerpo, empezando por mi cuello, bajando mis pectorales, y siguiendo por mis marcados abdominales. Recordé las sesiones de ejercicio que tanto me habían costado, al parecer habían valido la pena. Termine con mi rutina habitual y salí del baño, no era de mi agrado llevar toalla después de la ducha, era un chico de más preferencia al aire fresco, mi cabello húmedo dejaba caer gotas por todo el pasillo, hasta mi habitación. Donde me disponía a escoger ropa, mi armario lleno de ropa azul...

Como sus ojos...

Por alguna razón no había podido dejar de pensar en esta chica, su reacción me hizo confundirme demasiado, ¿Por qué no corrió?
¿Por qué no gritó? ¿Quería que pasara eso?. En ese momento mi cabeza se dividía en dos partes, su manera de actuar hace unos minutos, y la certeza de que esta chica traería mas problemas que cualquier otra cosa.

Ya listo para ir con mi psiquiatra, salgo de la casa mientras miro con el rabillo del ojo la casa aledaña a la mia, una casa de aproximadamente 200 años de antiguedad, definitivamente nada barata, tenia ventanales que parecían sacados de la misma Notre Dame, pero uno estaba abierto, y ahí estaba ella, Verónica.

No puedo describir lo que esta chica me transmitía con su mirada, solo puedo decir que esa mirada... Esos ojos azules... Serian míos.

Sigo caminando por la avenida, por alguna razón mi padre no me dejo traer mi auto aquí, así que tendría que tomar el autobús, solo fue cruzar la esquina cuando veo a lo lejos un vehículo de hojalata color rojo con franjas blancas, solo me tomó unos segundos ubicar en su ruta el nombre de mi destino:"Psiquiátrico New Millenium"

Apenas me acerque al edificio vi como una sombra emergia de atrás de uno de sus pilares

-Simon- dije entre dientes

-Habíamos llegado a un acuerdo Al, ¿Lo olvidas? No tienes que volver a este lugar- dijo mientras me miraba furioso

-Lo recuerdo claramente, pero tú no has cumplido tu parte del trato, así que cierra la boca y lárgate- dije mientras le dí la espalda para entrar al edificio.

Una mano toca mi hombro...

-Sueltame, Simon- dije deteniendome

-¿O si no qué?- dijo entre risas y con un tono arrogante y esa sonrisa en su rostro, como si pudiera convencerme.

Me voltee para darle un golpe, pero apenas mis nudillos golpearon su cara, se esfumó, detesto cuando hace eso. Por lo menos podría ir con el Dr. Michells sin su presencia