Estoy sentada en la mesa con fregadero no funcionable, mientras tarareo un melodía que había escuchado hace tiempo.
—Jum... Jum... Jum... Jum...
Siento la letra en mi cabeza, pero mi boca no la produce. ¿Cómo se llama esa canción, Dios mío?
Me bajo de la mesa y camino hasta la puerta. Esperando que pasara algún conocido para saludar o solo a ver gente. Miro hacia la derecha y Marcos se acerca bailando, y la canción vuelve a sonar en mi cabeza, pero no la decifro hasta que está menos de un metro de mí.
—Contigo me voy de party, vacilando por la calle —muestras miradas conectan, y al verlo sonreír, hago lo mismo—. Contigo no pienso ni en el día, en los detalles —me señala y siento que me sonrojo—. Contigo todo es sol, playa y arena. Tú eres la melodía que no sale de mi cabeza...
Marcos cantó al ritmo de Joey Montana, y me miraba, me señalaba, me sonreía y se desapareció el medio metro de distancia que teníamos.
La canción se detuvo por unos segundos, pero cuando casi pude sentir la respiración de Marcos chocando con la mía, la canción volvió a sonar y Marcos retoma su cantada, separándose de golpe.
—Dice: oh, oh, oh, oh, oh...
Me quedo paralizada por un momento... Quise que Marcos me besara. ¡Quise que Marcos me besara! No, a mí me gusta...
—¡AH, Marcos! —Maximiliano aparece, saludando a Marcos, quién le devuelve el saludo de la misma forma, después me saluda a mí—. Mano, acompañame a la cancha rapidito.
Marcos hace un ademán con la cabeza en dirección a la cancha y se va con Maximiliano.
Al pasar mi parálisis, me encamino hacia el escritorio vacío de las profesoras. Cómo amo el receso, aunque dure diez minutos. Lo amo.
En la exposición de Inglés, sacamos 19/20 y fuimos la mejor exposición. Dígame si hubiéramos sido la peor... Ahora, tememos que hacer un examen en la pizarra con el mismo compañero de la exposición.
Odio mi vida.
Pero es fácil, le di los conceptos a Marcos y yo me quedé con las oraciones. Depende lo que pregunté la profesora, es quien va a salir a defender el grupo...
... Pero no entiendo un coño sobre los pronombres objetos y lo que tienen que ver con los pronombres personales. ¡¿Por qué Inglés tiene que ser difícil?!
Con mi puño golpeo la mesa y la misma melodía vuelve a mi cabeza. Miro hacia la puerta y Marcos se encuentra ahí, meneandose al ritmo de Joey Montana.
Me levanto y me acerco a él. ¿Qué voy a hacer? Golpearlo si me dice que no ha estudiado nada para mañana.
—¿Estudiaste, Marcos? —le pregunto, enarcando una ceja.
Él deja de bailar y ríe.
—No.
Listo, lo mato.
—¿Qué?
—Tengo que repasar —se encoje de brazos.
No me creo sus "tengo que repasar". Hago un puño con ambas manos para calmar mis ganas de encajarlo un coñazo entre ceja y ceja que lo deje en el piso.
—Tambien quiero las oraciones en pasado.
Ni siquiera se sabe los conceptos y quiere las oraciones. Mi cara debe ser todo un show para que se esté riendo de mí. No puedo más, con mis manos echas puño tomo ambos lados de el cuello de su chemises. Él deja de reír y lo arrastro hacia la pared más cercana para estamparlo sin tanta delicadeza contra la misma.
—Mira, si tú no te aprendes esa vaina...
La música sigue siendo y la rabia que me carcome, va desapareciendo lentamente porque vuelvo a estar a la misma distancia de Marcos de cuando estábamos en la puerta antes de que llegara Maximiliano.
—Yo no voy... —mi voz ha bajado su volumen a la misma que siento su respiración sobre mis labios—... A sacar un cero nueve...
Y Marcos sonríe. Yo me pierdo. Lo beso con La Melodía de fondo, sintiendo que siempre quise hacer eso.
Mis manos dejan de hacer fuerza en el cuello de su chemise y las subo hacia su cuello, acariciando su cabello con cuatro de mis dedos y mis pulgares sobre sus cachetes.
Marcos me besa, yo beso a Marcos. Él pasa sus manos hacia mi cintura y jadeo en sorpresa. Reímos por eso y la canción se acaba, pero nosotros seguimos besándonos hasta quedarnos sin aire. Al separarnos, la canción se repite y...
—Jamás pensé enamorarme así de ti...
Marcos canta el principio de La Melodía.
