Esta historia, al igual que otras, es bien viejita, pero quería ver si podía corregirla y actualizarla un poco ya que mi forma de escribir era mucho más básica en aquellos años, 2003. Me trae buenos recuerdos y espero poder subirla completa.
La ladera de la montaña estaba cubierta con una espesa y reciente capa de nieve. La noche anterior había traído consigo la blanca carga. La siempre helada cordillera se extendía hasta donde alcanzaba la vista y al pie de ella, la enorme expansión del valle igualmente cubierto de blanco y verde, perenne vegetación desafiando las inclemencias del clima.
Justo al borde del valle, donde comenzaba a elevarse el terreno, un grupo de conejos pacía alegremente, ignorantes del peligro que los acechaba. La mirada dorada estaba clavada en cada uno de ellos, el blanco pelaje confundiéndose con la nieve lo hacía casi invisible. Se arrastró un poco más cerca y se quedó inmóvil, esperando pacientemente a que una de aquellas saltarinas bolas de pelo se acercara. Un paso, dos pasos, un brinco y un salto y el inocente animalito comenzó a acercarse.
El joven lobezno no pudo menos que relamerse el hocico al ver que el conejo se acercaba. Mientras el viento fuera favorable, su olor no llegaría al conejo y podría sorprenderlo sin hacer el menor esfuerzo por perseguirlo. Uno, dos... tres... Estaba a punto de saltar de su escondite cuando una explosión puso en alerta a todos los conejos, uno de ellos había pegado un brinco y había caído muerto al instante. El resto de los animales desapareció como por arte de magia.
—¡Mi conejo! —exclamó en un corto chillido y se quedó paralizado. En el aire había un olor extraño que le daba comezón. No era el olor del conejo y supuso que debió ser lo que lo había matado. Esperó en su escondite un poco más y finalmente lo vio acercarse. Un humano, con pelaje oscuro en su cabeza que la brisa invernal azotaba. Sus ojos eran azules y estaban llenos de satisfacción cuando se agachó para levantar el conejo. El resto de su cuerpo estaba cubierto por un pelaje blanco que era parecido al de los zorros en invierno. Era casi un camuflaje perfecto, de no ser porque sus piernas estaban cubiertas por algo oscuro.
—¡Mi conejo! —volvió a gemir cuando el humano le dio la espalda. Estaba seguro de que no lo había visto aún, por lo tanto, tenía la ventaja. Aquel era su desayuno y él tenía un hambre voraz y luego de tanto trabajo casi había podido saborearlo. Una parte de su instinto le dictó que no debía acercarse al humano, pero su parte de lobezno impaciente le gritó que la presa era suya.
Salió de su escondite con rapidez, sus pisadas totalmente silenciosas a pesar de su gran tamaño. No hubo sonido alguno siquiera cuando se impulsó y se elevó por el aire, empujando al humano por la espalda y haciéndolo caer de bruces sobre la nieve.
Él había pasado horas acechando a los pequeños animales y no pensaba dejar ir aquel asunto tan fácilmente. Gruñó de forma amenazadora, mostrando los colmillos y resoplando sobre el cuello del humano para mostrar su dominio. Un movimiento en falso y sus colmillos desgarrarían la piel de aquel ladrón. Su cuerpo temblaba por el coraje, pero pudo escuchar claramente la advertencia que venía desde lejos. Uno de sus hermanos había visto lo ocurrido y se había acercado a una distancia segura para intentar que entrara en razón.
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Winter Dogs
FanfictionLos personajes de Yugi-Oh no me pertenecen, tampoco hago dinero con esto. Seto es un mago que tiene un encuentro con un lobo de nieve. El encuentro cambiará la vida de ambos, especialmente la de Seto.