CAPITULO 29

26 2 0
                                    


—Gracias —le digo a Jeremy.

Jeremy frunce el ceño. — ¿Por sostenerte la mano todo el vuelo?

Hemos regresado de visitar a sus padres. Su madre había cocinado un pie de fresa y un estofado con verduras muy delicioso. También acompañamos a sus padres a buscar plantas para su jardín y luego cenamos en un restaurante mexicano donde tienen comida para veganos.

Yo no comí esa comida, yo fui por los tacos de verdad.

Luego ellos fueron a su iglesia y yo me quedé limpiando la casa, cuando regresaron me trajeron donas veganas y las comimos mientras alagaban mis habilidades para la limpieza. Su padre me recordó que era la invitada y no debí hacer eso pero se veía impresionado por la manera en que todo estaba ordenado.

—A Dolly le encanta limpiar —contó Jeremy—, es su obsesión.

Y es cierto. Limpio para relajarme, con música los deberes de la casa se vuelven más divertidos. Me gusta escuchar música de corazones rotos mientras limpio y subo el volumen para cantar durante esas actividades. Es terapéutico.

Después de eso, el domingo por la tarde nos regresamos y ahora estoy en el apartamento de Jeremy descansando del vuelo mientras vemos un programa de concursos repetido.

Jeremy sostuvo mi mano cuando regresamos en avión, originalmente me dijo que conduciría hasta allá pero me negué, no quería incomodarlo con eso así que traté de afrontar mi miedo aunque inmediatamente notó que estaba ansiosa, por lo que tomó mi mano y comenzó a hablar conmigo para distraerme.

En el vuelo de regreso ya no me sentía tan tensa pero agradecí que él tomara mi mano, fue agradable sostener su mano por todo el vuelo. No sé qué haré cuando él no esté a mi lado en algún vuelo, digo, no puede estar siempre ahí, ¿No?

—No —corrijo—, por cómo me tratabas en la escuela, eras mi único amigo.

Hoy estaba recordando aquella vez que lloré en los baños, bueno una de las muchas veces, y cuando me lo encontré tuvimos que escondernos para que los profesores que estaban por ahí no nos regañaran. Me alegra que no nos descubrieran, tener un chico en el baño de chicas sería bastante malo y no me imagino que tipo de castigo nos hubieran dado.

— ¿Recuerdas cuando nos escondimos en un baño? —le pregunto.

Jeremy asiente con una sonrisa. —Claro que lo recuerdo, tenía miedo que nos descubrieran.

Me encojo de hombros. —Tenía que pensar rápido.

—Nunca me quisiste decir porque estabas llorando —es cierto, no lo hice.

—Adivina —bajo la mirada.

Jeremy no tiene que decirlo, sabe que la respuesta involucra a Jake. —Nunca había estado con una chica en un baño —dice para relajar el ambiente pues seguro notó mi expresión triste.

Río. —Y yo jamás había estado así de cerca con un chico —admito.

Él sonríe y regresa su mirada al concurso. —Eras mi única amiga.

Rasco mi brazo. — ¿Por qué tú eras como yo? —le pregunto, eso es algo que siempre he querido saber pero nunca he entendido—. Ya sabes, así... sin amigos.

Él no quita la mirada de la televisión. —Era el raro y el feo — ¿Cómo?

Bufo. —No eras ni feo ni raro, ahí vas de nuevo con tus cosas. Tú te enojas que yo te diga que era fea pero tú no eras feo y lo dices igual.

Se encoge de hombros. —Cuando estaba en la escuela anterior se burlaban de mi por mi acento —lo recuerdo, él me contó sobre eso—, y cuando llegué a esa escuela... pues preferí no hablar. Además algunas personas sí llegaron a llamarme feo.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora