Me desperté muy feliz. Era 22 de diciembre, mi
cumpleaños, y además celebraba una fiesta chulísima con mis amigos en un club de tenis abandonado. Estaba emocionadisima. Por fin mis padres pensaban que era lo suficiente adulta como para hacer una fiesta por la noche, y encima en un sitio abandonado. Años antes eso habría sido impensable. Por fin había llegado el momento de enseñarles a mis padres que podía ser una niña responsable.
¡Ya eran las diez! Era la hora que acordamos mis amigos y yo para celebrar mi fiesta. Yo ya estaba arreglada para salir. Me despedí de mis padres con un caluroso abrazo y me fui. Cuando llegué allí ya estaban todos esperándome. Me sentía especial por una vez en mi vida. Todos mis amigos empezaron a entregar sus regalos cuando escuchamos un estruendo entre varios árboles. Ahí fue cuando vi que algo se movía. Les dije que me esperaran allí, que iba a ver qué pasaba. Me aleje varios metros en la densidad del bosque que rodeaba el club de tenis cuando de repente...me salió algo por detrás que me agarró con todas sus fuerzas y me tapó con un pañuelo la boca. Intenté chillar pero me fue imposible.Después de 2 días me desperté en una habitación. Una habitación oscura y húmeda. Se escuchaban los ruidos de esos pequeños animales que residían allí. Empecé a sentir un temblor por la espalda, hacía mucho frío, no me acordaba de nada salvo cuando me taparon la boca con aquel pañuelo sucio. Me había quedado inconsciente. Me aclaré. Intenté ubicarme, pero me fue imposible, ya que no había ni siquiera una mísera ventana. Pensé y pensé pero no se me ocurría nada ni nadie que me pudiera haber hecho eso. Pero al final después de haberlo pensado mucho... ¡ya lo sabía!. Ya sabía quién podría haberlo hecho. Esa rata desagradable, ese maleducado, ¡era Él!
Allí estaba mi supuesta sospecha, intentando entrar en ese cuarto deshecho, y yo muy asustada pensando que me iba a morir en ese horrible cuarto, cuando en ese instante las llaves dejaron de girar y la puerta no se llegó a abrir. Fue entonces cuando supe que era mi oportunidad para escapar, ya que pensé que la puerta estaría abierta. Utilice la poca fuerza que me quedaba en el cuerpo para empujar la puerta y salir de allí, cuando de repente, se escuchó un estruendo que provenía de fuera. Aterrorizada y sin nada de fuerza que consumir, hice mi último esfuerzo, pero fue en vano.
Si, seguía en esa horrible y asquerosa habitación con la esperanza por los suelos. Sin saber que hacer, intento tirar la puerta abajo, pero como no, no funcionó. "Era de esperar" me dije a mi misma. Por un momento una idea genial me atravesó la cabeza pero antes de que pudiera darme cuenta ya no me acordaba. Tenía hambre, sed y muchísimo frío y para colmo seguía sin una solución, lo único que se me ocurrió fue sentarme en el suelo a esperar, no sabía que hacía, pero en ese momento era lo único que se me ocurría.
Después de varias horas sentada conseguí dormirme un rato. Una hora después de esa pequeña siesta escuche que volvía a girar la llave. "Aleluya" grité mientras esperaba a que la puerta se abriera. Inocente de mí pensé que venían a rescatarme. De repente se escuchó una voz muy ronca detrás de la puerta que me dijo: "No saldrás de aquí nunca, maldita niña. Me encargaré personalmente de que nadie te encuentre, así que ponte cómoda". Yo, aún así, seguía teniendo una esperanza de que vinieran a rescatarme. Después de un rato me puse a pensar quién sería, ya que aún no tenía nada confirmado. Sólo eran sospechas, hasta que la puerta se abrió y...
Sí, ¡era él! Mi sospecha se había confirmado. Era German Palomares, un antiguo vecino que fue detenido por apuñalar a su propio hermano en un ataque de celos, y que además iba al colegio de mi madre. En ese instante muchas preguntas recorrieron mi mente, ¿Por qué me hace esto? ¿Cómo se enteró de lo de mi fiesta? ¿Quién se lo habrá contado? ¿Cómo es que ya no está en la cárcel? y lo peor es que no tenía respuesta para ninguna.
Después de varios días ahí metida, el frío y la humedad empezaron a calar en mis huesos. La angustia y la desesperación horadaban mi espíritu. Otra hora era inevitable. Empecé a pensar que iba a ser verdad lo que dijo German, eso de que nunca me encontraría nadie y que me pudriría en aquel habitáculo siniestro y asqueroso, que pasaría meses o incluso años allí, hasta que alguien encontrara mi cadáver putrefacto y medio comido por las moscas, cuando me empecé a derrumbar. "Soy idiota" me dije. Por qué habré hecho esa fiesta . ¿Y mis amigos y mi familia ?. ¿Qué pasaría con ellos?. Ahí me di cuenta de que mi destino ya estaba escrito.
Llegó un momento en el que perdí la noción del tiempo. Los días, las horas y los segundos eran todos iguales. Todos los días eran el mismo en ese zulo inhumano. Después de esa reflexión me di cuenta de que era "El día de la marmota". Aquella peli en la que el mismo día se repetía una y otra vez...y como no, yo era "La Marmota". Estaba completamente sola sin ningún contacto con el exterior, llegó un momento en el que pensé que me estaba volviendo ¡loca!
La soledad de mi cautiverio consumía mi alma. En un intento desesperado por evitar el suicidio, esa idea maravillosa de la que anteriormente no me acordaba, volvió a cruzar mi mente. Esa idea maravillosa que evitó que quisiera acabar con mi vida fue inventarme un amigo imaginario... "Emilio, el plato".
Emilio, desde el instante que fue creado, se convirtió en mi mejor amigo. Charlabamos, jugábamos y nos contábamos los problemas el uno al otro fue el único que vivió la misma experiencia traumática que yo. Él estaba ahí cuando lo necesitaba.
¿Era normal que pasara tanto tiempo con Emilio?,me pregunté. Era mi único amigo, el único que me hacía caso, mi compañero, pero claro, después de darle un rato al tarro, me di cuenta de que estaba, definitivamente, volviéndome loca. Sabía que aunque me doliera muchísimo me tenía que deshacer de Emilio cuanto antes, ya que si tenía alguna oportunidad de salir de aquí, la verdad, no me gustaría ir a un manicomio, así que llegó la hora.
Ahora si, con todo el dolor de mi corazón, estampé a Emilio contra el suelo. Pero para mí no era sólo un plato pintado, sino mi mejor amigo. Así que tan pronto lo estampo contra el suelo, me empiezo a derrumbar y me arrepiento de inmediato. Mi corazón se partió en mil pedazos, la angustia era horrible. Así que intentó reconstruirlo. Consigo juntar las piezas, pero no tengo pegamento, así que decidí pisotearlo todo en un ataque de frustración... menos una pieza. La pieza donde estaba su preciosa cara pintada.
German se da cuenta de que lloro altísimo así que empieza a golpear la puerta diciendome que me calle. Yo no podía parar de llorar. Acababa de matar a Emilio, mi fiel compañero, cuando de repente German entra. Ya que pensaba que me iba a pegar, cojo y me escondo detrás de la puerta. ¡Pero no! no me iba a pegar, ni matar, sino que me entregó un plato de comida para que me callara. Le di gracias a dios por haberme proporcionado ese tan delicioso plato de espaguetis de bote y me puse a comer como una cerda, ya que llevaba varios días sin comer. También me dio un vaso de agua, que me lo acabé en menos de diez segundos.
Después de una semana metida en esa habitación, se me ocurre una maravillosa idea, para la que necesitaría solamente a Emilio, o más bien sus restos. El plan era el siguiente: me esperaría a que volviera entrar German y le clavaría el único trozo que conservaba de Emilio, él se sacrificaría por mi, me dije.
¡Por fin! después de varias horas entró German otra vez, era el momento de ejecutar mi plan genial. ¿Saldría bien?, ¿saldría mal?. No sabía nada, pero tampoco era tiempo de ponerse a pensar. Tenía miedo, pero me di cuenta de que con miedo no llegaría a ninguna parte.
Cuando por fin se abrió la puerta del todo yo estaba escondida, así que salté y se lo clavé en toda la cabeza. Se cayó aturdido al suelo tapándose con las manos. Mis sensaciones eran una mezcla de felicidad y miedo. Mi plan había sido ejecutado con éxito, por eso estaba feliz, pero a la vez tenía miedo por si en algún momento se despertaba.
Después de que se cayera aturdido al suelo fui a salir, pero me acordé de Emilio y sabía que no me iría de allí sin él. Empecé a recoger los trocitos de Emilio cuando de repente German se empieza a despertar, así que le apunto con uno de los trocitos de Emilio en la cara. Él intentó defenderse, pero yo me adelanté y le clavé otro trocito en el ojo. Ahora si no se despertaría.
Cogí los trocitos que anteriormente había juntado de Emilio y los metí en una bolsa. Salí corriendo de aquel sótano, pero justo cuando empecé a cerrar la puerta del sótano con German dentro, por supuesto, escucho que empieza a chillar y con el ojo cubierto de sangre empieza a empujar la puerta. Yo utilizo mis últimas fuerzas para pararle. Por fin consigo cerrarla y me llevo las llaves para luego entregárselas a la policía, y justo entonces empieza a golpear la puerta súper fuerte, así que me asusto y salgo corriendo.
Después de unos minutos intentando ubicarme, lo consigo, e inicio mi ruta de vuelta a casa. ¡Por fin, lo logré !. Estaba en frente de la puerta de mi casa, era el gran momento de reencontrarme con mi familia. Toco el timbre y me abren mis padres llorando, nos abrazamos los tres y me empiezan a preguntar qué pasó, etc. Yo les cuento lo sucedido y le entregamos las llaves del sótano de German, a la policía, el cual al final fue detenido y llevado a la cárcel de nuevo. Esto demuestra que pese a estar al borde de la muerte y ser secuestrada por un mes, nunca,pero nunca hay que perder la esperanza.Ah, se me olvidaba, imagino que al igual que yo, os preguntaréis el porqué de mi secuestro.
Pues tras nuestro reencuentro, me armé de valor y le pregunté a mi madre qué sucedió entre ella y Germán en el colegio, para intentar hallar la respuesta a la pregunta que tanto me atormentó durante ese tiempo. Y después de insistirle, por fin mi madre me contó la verdad, no sin sentirse bastante avergonzada.
Resulta que Germán estaba perdidamente enamorado de mi madre, una de las chicas más populares del colegio. Un día, ella y sus amigas , estaban jugando a verdad o reto, cuando la retaron a que le hiciera una broma, de mal gusto, a Germán. Tenía que decirle si quería ser su novio. Obviamente, él dijo que sí. Todo el mundo empezó a reirse de él, y se sintió humillado ante todos. Por lo que Germán juró vengarse algún día.Ya han pasado más de diez años de aquello, y sigo sin poder perdonar a Germán. No tiene justificación alguna lo que me hizo, pero he llegado a la conclusión de que nunca hay que jugar con los sentimientos de las personas, y que hasta el más insignificante de los
actos, puede tener consecuencias.FIN.
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Atrapada en cuatro paredes
Short StoryEs una historia corta sobre el secuestro de una niña, donde se narra la experiencia infrahumana que vive esta chica durante su cautiverio.