Si en mis primeros días de mi estancia en la mansión de Le Comte me hubieran preguntado qué pensaba de Mozart, habría contestado que me parecía un niño grande, frío como el hielo, arrogante, malcriado, con delirios de grandeza y fobia social.La verdad es que no estábamos en demasiados buenos términos la primera vez que nos conocimos. Bueno, ni la primera vez ni las dos semanas siguientes a mi llegada.
Suerte que con el tiempo cambié de parecer.Recuerdo que, cada mañana, al comenzar un nuevo día, me repetía a mí misma "no se debe juzgar a un libro por su portada". Después tenía mi pelea matinal con Mozart y el pensamiento positivo previo desaparecía por completo de mi mente.
Según yo, ya había leído suficientes capítulos para saber que este libro era demasiado prepotente y mezquino para continuarlo...
Culpa mía por no haberme dado cuenta de que esos supuestos 'capítulos' no dejaban de ser la portada que había creado Mozart a modo de muro.
Esa era su manera de alejar a las personas perjudiciales, o bueno, a las personas en general.En el fondo no me entristece demasiado haber pensado así de él en el pasado. La mala crítica que le dediqué al principio de nuestra historia juntos hizo que, al conocerlo en su totalidad, le apreciase todavía más.
Es curioso que, aquel hombre que conseguía ponerme de los nervios con tan solo cuatro palabras, consiga volverme loca de amor con la misma facilidad.
Fue un gran cambio, no sólo por mi parte al darme el tiempo y la divina paciencia necesarios para conocer al verdadero Mozart, sino también por su parte al abrirse de nuevo a alguien totalmente ajeno a él.No puedo evitar sonrojarme al recordar la primera vez que confesó sus sentimientos. Wolfgang tiene más facetas que movimientos tienen sus obras. Esa misma noche pasó de ser un adorable y sonrojado tsundere a un verdadero lobo hambriento.
De sólo pensarlo me recorre un escalofrío de pies a cabeza. Sus manos desabrochando mi blusa, sus labios recorriendo mi piel, sus colmillos profundizando con tortuosa lentitud en mi cuello...Llevo mi mano a mi cuello en un acto reflejo, casi sintiendo su mordida sobre mi piel. Se me escapa un ligero gimoteo, deseosa de poder disfrutar nuevamente de su tacto.
-¿Tanto placer te produce regar las flores?-
Había olvidado por completo que estaba regando. Estaba tan absorta en mis pensamientos que ni si quiera había notado la presencia de Mozart tras de mí.
Coloca sus finas manos sobre mis caderas y tira suavemente de mi hacia atrás, juntando su pecho contra mi espalda. Sus dedos me acarician los muslos sobre la tela, bajándolos poco a poco a lo largo de mi falda, para volverlos a subir lentamente, arrugando la tela hacia arriba.Ya estaba suficientemente cachonda únicamente pensando en él, ahora su tacto estaba haciendo que me mojara por completo.
-Ah, no. No es eso. Sólo pensaba.- trago saliva, nerviosa. Este hombre saca mi lado más vergonzoso.
-¿Ah, sí?- lleva una de sus manos hasta mi pelo y juega con un mechón de mi cabello enredándolos entre sus dedos- Debías estar pensando en algo muy placentero para ponerte a gemir aquí enmedio, a la vista de todos.- Dejó mi cabello de lado para, ahora, centrarse en mi cuello, acariciándolo con el dorso de sus dedos.
Al momento cerré con fuerza mis muslos intentando satisfacer mi húmeda entrada. Su voz suave y melodiosa ahora tenía un tono dominante. Presentí que, más pronto que tarde, recibiría un castigo.
-Estaba pensando en ti.-como pude, contuve los pequeños sonidos de placer que me hacía soltar Mozart. Con tan sólo rozarme ya conseguía ponerme la piel de gallina.
Sus dedos pararon automáticamente, se quedó callado por unos segundos, su silencio se me hizo eterno en la inmensidad del jardín.
No sabía si había dicho algo que pudiera haberle molestado. Estaba a punto de darme la vuelta para preguntarle si había dicho algo que no debiera cuando, en un abrir y cerrar de ojos, me vi caminando, guiada por su mano, hacia la sala de música.
-Ciérrala- fue lo único que dijo nada más entrar y automáticamente se dirigió hasta su piano.
Después de cerrar la puerta me quedé quieta, en un rincón, viendo cómo ordenaba sus hojas, sacándolas del atril.
Estaba preguntándome intername qué acababa de ocurrir cuando , repentinamente, le veo caminando hacia a mí. Colocó sus delicadas manos sobre mi rostro y con un suave movimiento empezó a devorar mis labios.Era un beso pasional y necesitado. Su lengua dibujaba la silueta de mis labios para después morderlos a placer. Antes de quedarnos sin aire, se alejó de mi boca para dejar más de sus húmedos besos sobre mi piel, ahora expuesta por la agilidad virtuosa de sus manos, que desabrochaban mi camisa con rapidez.
A medida que bajaba hasta mis pechos, intercalaba sus besos con suaves mordidas, que decoraba repasando la marca de sus incisivos con la lengua.Estaba tan absorta en sus caricias que apenas noté cómo me levantó, agarrándome del trasero para dejarme sentada sobre su piano.
-Por tu bien, que esta sea la última vez que me excitas de esta manera en público.- bajó mi sujetador sin siquiera desabrocharlo, dejando mis senos expuestos -La próxima vez no tendré la delicadeza de llevarte a una habitación a parte.- agarró con descaro uno de mis pechos para llevárselo hacia su boca- Dejaré que todos escuchen cómo gimes cuando te esté follando delante de todos.- y con el hambre propio de un animal mordió mi pezón.
Gemí su nombre por la satisfacción y la sorpresa de la mordida. Su dura erección chocaba contra mi entrepierna, simulando estocadas.
Siguió saboreando mis senos, mientras una de sus manos viajaba hasta mis bragas, estuvo estimulándome por encima de la tela hasta que al fin decidió dejar de torturarme. Hizo a un lado la tela para, ahora sí, masturbarme con sus dedos.A cada segundo que pasaba, sentía cómo se acercaba más y más el esperado orgasmos, y entre jadeos se lo hice saber.
-Ya vas a correrte y apenas he empezado a tocarte. ¿Tantas ganas tenías de tenerme entre tus piernas?- cesó el movimiento de su mano, me brindó sus dedos mojados por mis flujos, indicándome que los chupara y, después de empaparlos con mi saliva, se agachó a la altura de mi cintura- Si tanto lo deseas, ¿por qué hacerte esperar?- introdujo sus dedos en mi vagina llegando hasta lo más profundo para, seguidamente, empezar a succionar mi clítoris.
En pocos segundos logré llegar al clímax, empapando toda la boca de Mozart.Se bajó los pantalones apresurado, con ansias de llegar también al orgasmo. Estímulo con la punta de su erección mi entrepierna, me agarró del mentón para mirarme con sus ojos violáceos, llenos de pasión, y de un movimiento entró en mí.
Lo único audible en la habitación eran nuestros gemidos, acompañados de la melodía del piano que causábamos con cada movimiento, cada roce de nuestra piel, cada beso.
-Te quiero- fue lo último que dijo entre gemidos, antes de clavar sus colmillos en mi clavícula, haciendo que ambos lleguemos al orgasmo.
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He tardado un poquitín 🤏 en subir la segunda parte, perdón.
Me sorprendí al ver la buena recibición que tuvo el primer capítulo, eso me ha animado a escribir este segundo one-shot.
Muchísimas gracias a las personas que leyeron, comentaron y añadieron a sus listas esta historia!💖
No sé si es lo que esperábais después de tanto tiempo, espero sinceramente que os haya gustado.
Y eso, dejad sugerencias, preferencias y demás en los comentarios. Os estaré leyendo 🤓✨
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Ikemen Vampire [One Shot Lemon +18] En Español
Fanfiction▫️ One Shots Lemon de todos los personajes del juego otome Ikemen Vampire. ▫️ La historia, aún estando ambientada en el juego, no va a seguir las rutas originales del propio otome. Son momentos +18 compartidos entre lector/a y personaje que no refle...