Prólogo.

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En la maleta verificó todo lo que sería útil para su nuevo viaje fuera del pueblo, acompañada de su padre, su madre y su hermana. Unas largas y merecidas vacaciones luego de mucha planificación. Lo triste era que necesitaba despedirse de sus amistades, algunos familiares. Forks siempre ha sido su hogar.

Bajo la cultura y creencias Quileute, creció acompañada de varias familias que se mantenían unidos por algo muy especial, algo que no se contaba a menos que fueras parte de ello. Por supuesto, el trágico accidente de los Black fue algo que marcó un antes y un después. Jacob perdió a su madre, como consecuencia sus hermanas mayores buscaban la manera de irse a toda costa para no recordar la pérdida, algo que se veía en todos lados. Ellas lo lograron, Jacob no. Billy no permitió que se único hijo se fuera de su lado por supuestas buenas razones. Eso hizo que Kalinda se uniera mucho más a Jacob en aquella dolorosa etapa, así como el resto de la tribu.

—¿Cómo vas, Kalinda? —la voz de su madre, Elia, se oía desde la otra puerta.

—Estoy viendo si falta algo, ya casi termino de vestirme —respondió, cansada de tanto movimiento. Eran las ocho de la mañana y no estaba demasiado alegre.

Su padre, Denahi, tuvo una esplendida idea: despertar a toda la familia a las seis de la mañana con una inocente mentira añadida, que eran supuestamente las diez. ¿Se había equivocado? Para nada, solo creyó que era buena idea moverse con calma, desayunar sin prisa, verificar que a nadie de su familia perdiera algo de camino, ya que no podían regresar a por algo en específico. 

—No encuentro mis lentes —su hermana, Priya, apareció por la puerta—. Son nuevos y ya los perdí, es el tercero que pierdo.

—¿Revisaste el baño? —señaló sin mucho interés, acostumbrada a que su hermana perdiera todo en casa—. Estabas ahí después de mi, sueles dejarlo cuando lavas tu rostro.

La castaña voló a donde se mencionó, poco después, escuchó a Priya gritar con alegría. En un pequeño bolso puso lo esencial: cepillo de dientes, cremas, bloqueador, perfume, pasta dental, hilo dental y se iba sumando algo de maquillaje.

Cerrando su pertenencia y dejándolo sobre la maleta, alguien tocó su puerta aunque estaba abierta. Volteando en esa dirección, un moreno de cabellera larga, escondido en su cortaviento y jeans, sonreía ampliamente.

—Tu padre me dejó entrar —los ojos curiosos de Jacob iban a todas partes, como si no fuera la primera vez que merodeaba por ahí—. ¿Empacaste todo?

—Creo que sí —en un movimiento de mano Kalinda lo invitó a pasar—. Papá nos mintió a todos, estoy despierta desde las seis. Me siento tan cansada, no dormí bien.

—Lo harás en el avión —aseguró el moreno en tanto se sentaba sobre el colchón—. Chica lista, ¿tienen fecha de regreso?

—Ninguna, mi padre se aventó y mi madre no tiene más remedio que seguirlo, esa es su dinámica.

—¿Por qué no te quedas? —sugirió Jacob, las palabras salían de su boca de forma juguetona—. No estarás sola, te cuidaríamos muy bien... viajarás muy lejos, no me verás. ¿Qué hay de divertido en eso?

—No puedo —se disculpó con una dulce sonrisa—. Pero cuando menos lo esperes, estaré de regreso. Creo que lo haré antes de regresar a clases, solo serán dos a tres meses, supongo que menos.

—Una eternidad —se lamentó el muchacho de cabellera larga, su sonrisa desapareció por unos instantes, en esa pausa Kalinda quiso interpretar su mirada—. ¿Me llamarás? Soy tu amigo, no puedes olvidarme.

ONE CHANCE ⸻ JACOB BLACK. (Editando Y Publicando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora