Las historias no siempre comienzan de una forma bonita, no al menos la mía.
Las lagrimas corren por mi rostro a medida que me voy dando cuenta de lo que pasara, mis ojos intentan encontrar la claridad para así no nublar la imagen de la presencia de mi madre en frente mío.
- mami no me dejes... - pido sin poder contener el sonido agudo de mi voz a causa de la suplica en medio de mi llanto.
La mujer frente a mi, aquella que me dio la vida intenta mostrar una sonrisa de tranquilidad, busca que de alguna forma pueda calmarme con ella, pero será muy difícil de conseguir cuando se cual será su final.
- todo estará bien pequeña, mi niña, solo debes hacerme caso - expresa mientras sus dedos pulgares buscan de alguna forma limpiar las lagrimas de mi rostro.
- no... mami no...
- tranquila mi niña, debes pensar que nos volveremos a ver.
Niego, niego una y mil veces.
¿Cómo puede pedirme que crea eso cuando se que nos han descubierto?, ¿Cómo puede pedirme eso cuando ni siquiera intenta cubrir el color plateado de su cabello?
- te harán daño... - espeto tras escuchar el estruendo de unos golpes en la puerta, unos que alertan aun mas a mi madre.
- no lo harán, soy fuerte, ¿recuerdas?, soy una mujer fuerte como mi hija - sus brazos rodean mi cuerpo de una forma tan protectora, tan fuerte, indicando lo que ninguna de las dos quiere decir, lo que ninguna de las dos quiere admitir, pero aun así sabemos que se va a cumplir.
Intento respirar de manera calmada, pero los fuertes golpes, uno tras otro, anunciando como están a punto de entrar a nuestro hogar, a lo que llamábamos hogar, son el claro aviso de que nuestro tiempo juntas esta llegando a su fin.
Mi madre me aprieta un poco mas fuerte a su cuerpo, como si quisiera grabar cada parte de mi cuerpo, como si quisiera perdurar este momento, este sentimiento.
Poco a poco, tras un sollozo de su parte me va alejando de su cuerpo, para así girar su rostro en este frio y oscuro escondite en busca de algo, un artefacto que siempre hemos tenido, que siempre nos ayudo, al menos hasta ahora.
Una sonrisa de alivio se hace notar en su rostro en cuanto sus ojos localizan lo que tanto quería encontrar.
Con nervios latentes en su cuerpo, unos que se hacen notar por el temblor en su mano, toma la peluca de cabellos color naranja potente, para así ubicarlo en mi cabeza y comenzar a acomodarlo lo mejor posible.
Cuando siente que esta de manera perfecta, se aparta un poco mas de mi cuerpo, permitiéndole darme un ultimo repaso antes de tomar una honda respiración.
- de acuerdo mi niña, recuerda nunca quitarte esta peluca, recuerda siempre negar cualquier acusación sobre tu origen - asiento tras soltar un sollozo - y por favor pequeña, sin importar lo que escuches cuando salga, sin importar gritos o cualquier sonido que te angustie o alarme, debes prometer no salir de aquí, no a menos que sientas que no hay nadie.
- mami yo...
- promételo Olivia, sin importar nada, no vas a salir de aquí - no soy capaz de pronunciar palabras, menos cuando varios estruendos se escuchan arriba, algo que alerta aun mas a mi madre - vamos mi niña, promételo, promételo o todo el esfuerzo de tu madre será en vano.
Lloro, mas por dentro que por fuera, lloro al saber porque mi madre quiere que lo prometa, lloro porque quisiera que ella no lo pasara, lloro porque es lo único que puedo hacer.
- lo prometo mami... no saldré ... sin importar nada - culmino tras un sollozo.
Mi madre sonríe, o al menos hace el intento de sonreír.
ESTÁS LEYENDO
Corazón de Algodón
RomanceEl mundo no es justo Esa frase es la indicada para referirse a este mundo, a mi mundo. Siempre lo supe, se encargan de inculcarlo en la mente hasta que sientas que no vales nada, que no cambias nada, que no sirves para nada. Nunca quise ser notada...