Lugar de tranquilidad

Hoy he dejado atrás una experiencia inolvidable. Hasta ayer era el dueño detodo lo que me rodeaba; Tenía sujeto a mi voluntad todo capricho y antojo. Nadie que estuviera en frente mío se atrevía anegarme cosa alguna que mi boca pidiese.

Recuerdo que todo comenzó cuando repentinamente un auto se estacionó justo en frente de mi. El conductor muy amable me explicaba que me llevaría a un lugar de tranquilidad y sociego, donde me prometía la mejor atención que cualquier cliente decearía y que por nada tendría que pagar un centavo. Allí, el más mínimo factor de distracción y despeje me sacaría sin dudas de mi vida rutinaria.

Y allí estaba yo; rodeado del más sano ambiente que he conocido. En lugar ancho y espacioso junto a compañeros de esparcimiento,
donde los dueños de tal sitio corrían con todos mis gastos. ¿Cómo olvidar aquellos días en que comía y bebía sobre mi suave y acomodado colchón de fina esponja?.¡Como me costó regresar a mi rutina!.¡¿Como me acostumbré a la quietud de aquel lugar!?. Pero sucede que no habría de estar allí para siempre y en algún momento tendría que abandonarlo.

Al llegar la hora de dejar toda mi gloria, y perder todo aquello que tenía a mi servicio; sentí nostalgia y vacilé al marcharme, pero estaba más que claro que tenía que irme. Y otra vez estaba allí, frente al lugar ancho y espacioso; rodeado del más sano ambiente que he conocido. Vacilé otra vez y a punto de marcharme, me percaté que todas mis posesiones ya se habían perdido. Ya no había auto ni chofer amable, no tenía a nadie prestándome servicio. Aquellas comidas y bebidas gratis, se habían esfumado de una forma brusca. De manera que emprendí mi viaje de regreso a casa, a lidiar de nuevo con mi amarga rutina.

Una vez en casa mi sociego acaba
vuelve la nostalgia y ya me siento mal.
¡Que duro fue abandonar la estancia,
De aquel ancho y espacioso cuarto de hospital.