Amor en libertad

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(One shot)

1517- 20 de septiembre

-He mirado tu alma a través de tus ojos cada vez que te beso, he escuchado tu risa que me alegra hasta el día más nublado y ahora me doy cuenta que realmente te amo, te amo como solo he amado una vez pero te prometo que está es la última.- Dana era sincera miraba los ojos del europeo derretirse ante ella, su corazón latia lo más fuerte que se le permitía, sus piernas temblaban.

La noche era oscura el lago del palacio apenas se percataba pero no importa porque Dana de igual manera unió sus labios con el, lo beso, lo atrapó, lo amo, sus labios se entrelazaron siguiendo un paso continuo sus manos se apoyaban en sus hombros y mejillas simplemente se permitieron por una vez dejar de lado sus problemas y enfocarse simplemente en lo que sentían.

[...]

Acto I| El deseo de recuperarme.
1517- 6 de enero

La vida para Dana no había resultado fácil ,en lo absoluto, las tardes de los primeros meses luego de volver del "Nuevo Perú" habían sido una total melancolía recluida en su alcoba solo leyendo algunos libros que dejaba al instante porque le recordaban lo sola que estaba y absorviendose cualquier fruta que se le cruzará en el camino.

Pero el recuerdo de Mateo aún no se esfumaba, recordaba su carta y todas las promesas ilusas que había hecho como si hubiera tenido la certeza de que sería fuerte para superarlo, claramente no lo era.

Pero como su padre siempre decía, hay un rayo de luz que en cualquier momento va a alumbrar tu vida y era totalmente cierto, cuando ese día el correo llegó a la morada de su familia con la aceptación de una universidad londinensa a la cuál había postulado de pura casualidad, hay estaba "aceptada" escrita con tinta en una letra manuscrita preciosa, la vida empezó a tener sentido, tenía que salir adelante, tenia que hacerlo por el, por su amor, por todo lo que nunca fueron y por todo lo que pudieron ser.

Las maletas nunca pensaron menos había dejado una vida atrás en América y ahora iba a dejar otra en España, pero de eso se trata la vida de soltar y crear nuevamente, sus zapatos resonaban en la escalera de madera solo con un objetivo hacerse escuchar que era una persona nueva, fresca y decidida por luchas por sus promesas. Dana.

[...]

El tren había salido de la estación, momentos antes la pelinegra se había bajado. Estaba maravillada por la arquitecta de Londres "la gran capital europea", las casas eran pequeñas la hacían morir de ternura y aunque su hogar por este momento es con su si Tía Marie, se sentía emocionada por los nuevos aires.

El golpe en la puerta resonó en los tímpanos de la pelinegra había golpeado ya tres veces la puerta roja y hasta el momento la presencia de su tía no se presentaba.

-¿Quien es?- una voz grave pero agradable se escuchó adentro de la casa blanca que veía la azabache.

-Soy yo, tía, Dana.

-Oh sí, ¡Dana!- abrió la puerta enseguida y la recibió con un gran abrazo sin percatarse de la harina que estaba en el pelo de la señora.

-Es un gusto verte ¡pequeña! Te ves tan cambiada Dana.- Se quedó un momento admirando a la azabache- Ay, disculpa mis modales pasa querida te agarro la maleta.

-Gracias tía, es un gusto verla.- La casa era un caos, masa de pastel evanaba por el horno cerezas estaban tiradas mientras algunos gatos comían de ellas. -Tia creo que algo está pasando en tu horno.

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