Me levanté sobre las 07:00 A.M, rápidamente me vestí y me dirigí a la puerta del nuevo instituto, lugar donde me encontraría con Sophie e Ivie, mis dos mejores amigas.
Al llegar, nos asignaron un aula, la cual iba a ser la nuestra todo el curso. Las chicas y yo íbamos riendo y bromeando por el pasillo cuando de repente me choqué, pensé que me había chocado con una pared pero al levantar mis ojos vi a un chico alto, de cabello oscuro y unos ojos azules como el mismísimo cielo.
- La próxima vez mira por donde vas, idiota. - añadió él, rodando sus ojos y siguiendo por su camino. -
Decidí ignorarlo y continué caminando junto a las chicas hasta llegar a la clase. Llegamos las primeras y después comenzaron a llegar el resto, incluido el profesor de inglés, el cual iba a ser nuestro tutor este curso.
Cuando nos estábamos presentando escuché una voz que se me hacía conocida.
- Me llamo Samuel, tengo 16 años, estoy en un equipo de fútbol y de mayor me gustaría trabajar como profesor. - añadió con un tono amable, totalmente distinto al que había empleado conmigo en el pasillo.
Al llegar la hora del recreo, las chicas y yo fuimos al parque que había cerca del instituto, allí, desafortunadamente, estaba Samuel junto a Ben y Dereck, sus dos mejores amigos. Tenía la sensación de que estaba siendo observada y mis intuiciones no se equivocaban, ya que, cuando volteé mi cabeza, Samuel y sus amigos me estaban mirando fijamente a la vez que reían a carcajadas.
Decidí ignorarlos y me terminé mi desayuno. Poco después, sonó el timbre anunciando que el recreo había cesado.
Las tres últimas horas pasaron rápidamente y por fin era la hora de volver a casa. Llegadas las 18:00 horas escuché un gran estruendo en la calle por lo que decidí asomarme a la ventana y, al mirar, pude observar que había un camión de mudanza aparcado en la puerta de la casa de frente, lo que significaba que iba a tener vecinos, lo que no imaginaba es que él fuera mi nuevo vecino, él no...
Era Alexander, mi primer y único novio, ahora era mi ex y cada día me mandaba mensajes e incluso me llamaba.
Al día siguiente...
Volví a levantarme a las 07:00 A.M, me vestí rápidamente y salí de casa para dirigirme al instituto.
Cuando comencé a caminar, sentí una presión en mi hombro y al girarme vi a Alexander.
- Vaya, vaya, cuánto tiempo, mi querida Alice. - dijo dedicándome una sonrisa. -
- ¿Podrías dejarme tranquila, Alexander? - respondí algo molesta. - ¿No te das cuenta de que no quiero saber nada de ti? - añadí.-
- Vamos nena, no te hagas la dura. - añadió con ese tono tan molesto suyo, mirándome. - los dos sabemos que me has echado de menos.
Razón no le faltaba, le había echado de menos, pero no pensaba admitirlo.
- ¿Echarte de menos dices? - reí mirándolo. - ni en tus mejores sueños, Alexander, ahora, si me lo permites, debo irme a clase. - dije mirándolo por última vez, comenzando a caminar. -
Al llegar al instituto me dirigí junto a las chicas a la clase, Samuel y sus amigos ya estaban sentados en sus lugares.
El tutor no tardó mucho en llegar.
- Chicos. - se dirigió a nosotros. - hoy les presentaré a un alumno nuevo .
Al principio me encontraba emocionada e inquieta por saber quién era pero toda esa emoción desapareció cuando vi que se trataba de Alexander. El profesor le indicó que se sentara junto a mí, cosa que, como podréis suponer, no me hacía mucha ilusión.
Cuando llegó el recreo, Alexander se acercó a las chicas y a mí, ellas se quedaron embelesadas al verlo y...¿cómo no hacerlo?, él era alto, tenía el cabello oscuro, los ojos azules y una sonrisa encantadora.
Pero Alexander solo era eso, un chico guapo y encantador capaz de enamorar a cualquiera.
Las chicas hablaron con él durante todo el recreo, pero él no les prestaba atención, las miraba de vez en cuando pero rara vez me quitaba el ojo de encima. Lo único que hice fue ignorarlo, si Alexander pensaba que caería en sus redes nuevamente, estaba muy equivocado. El sonido del timbre anunciando el final del recreo me sacó de mis pensamientos.
Las tres últimas horas fueron eternas, así que, el sonido del timbre anunciando que era la hora de irse a casa me hizo más que feliz.
Al salir, me despedí de las chicas y comencé a caminar hacia mi casa, de repente, escuché una voz conocida detrás de mí y dejé de caminar.
- ¡Alice, espérame! - gritó Alexander. -
Me giré, rodando mis ojos, y lo miré atentamente.
- ¿Qué quieres ahora, Alexander?- respondí. -
- Quédate a comer en mi casa. - dijo, mirándome con los ojos llenos de lágrimas. -
¿Que si realmente quería comer en su casa?, sinceramente no, mis ganas eran mínimas pero a pesar de todo lo ocurrido me dolía verle así.
- Está bien, comeré contigo. - añadí, soltando un suspiro. -
Mi respuesta hizo que Alexander sonriera, ahí estaba, su sonrisa encantadora y sincera.
Entramos a su casa, no había nadie, solo él y yo.
- No sabes cuanto agradezco que estés aquí conmigo, Ali. - dijo sonriendo. - ¿Puedo llamarte así?
Ali...así solía llamarme él antes, siendo sincera echaba de menos que me llamara así.
- Claro que puedes. - añadí sonriendo, asintiendo.- ¿Yo puedo llamarte Alex?
Un leve rubor se apoderó de las mejillas de Alex y asintió. Comimos y después Alex me enseñó su casa, tras enseñármela fuimos a su habitación y nos sentamos en su cama, ambos comenzamos a contar anécdotas y no pudimos parar de reír.
Hacía mucho tiempo que no me reía así con alguien, a pesar de todo, esos ratos con Alex sacaban mi parte feliz.
Horas después...
- Bueno, creo que debería marcharme. - sonreí, dirigiéndome a la puerta. - me lo he pasado muy bien contigo, Alex. - añadí, dándole un beso en la mejilla para después marcharme.-
- Alice, espera...
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Bajo Las Estrellas
Teen FictionAlice y sus 2 mejores amigas, Sophie e Ivie, comienzan una nueva etapa. Samuel y sus dos mejores amigos les harán la vida imposible hasta que un día... Odio,rupturas, amistades y amores inesperados surgirán.