Cuento #1: El misterio del camino

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Introducción

Durante la primera mitad del sigo 20, gracias a la creciente industria azucarera, el paisaje rural del norte argentino ubicado en el pedemonte, se caracterizaba esencialmente por los cañaverales, cruzados por los rieles del ferrocarril, que servían, entre otras cosas, para trasladar el producto de la molienda.

Era característico de los ingleses, quienes explotaron los trenes en esa época, realizar construcciones subterráneas destinadas a abastecer de agua a las máquinas de vapor. Los pozos llegaban a tener hasta 30 metros de profundidad.

En la década de los 70, los pozos ya no cumplían tal función, pero seguieron existiendo. Fueron los militares, tras el golpe del 76, quienes les dieron una nueva función: ser depósitos de cadáveres de aquellos que iban haciendo desaparecer.

No sabemos cuántos pozos de estas características se utilizaron para tales propósitos. Lo que sabemos es que, en la actualidad, de esos pozos surgen no solo historias de horror, muerte e injusticia. Cerca de esos pozos siempre pasa alguna vía del tren. Cerca de esos pozos hay caminos que ya no llevan a ningún lado. Caminos oscuros, funestos, plagados de extraños sonidos e inquietantes sombras.

Por esos caminos recorren a diario algunas personas que no han abandonado el campo todavía. Trabajadores que terminan su jornada laboral cuando las luces del día ya se han ido hace un rato largo.

Por esos caminos, cerca de esos pozos, hay historias ocultas. Historias que al oírlas, causan escalofríos.

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