"Lucifer's boyfriend"

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— Señor, de nuevo los mismos chicos jugando con la Ouija. Ya los residentes están cansados de ser invocados por sus juegos.

Jungkook chasqueó la lengua y rodó los ojos cansado. Él tenía cosas mucho más importantes que hacer; debía castigar a los enviados hasta el infierno, dejar una que otra tentación en el mundo terrenal para hacer que los tontos humanos caigan y debía darle el informe a Dios de todo lo que ocurría con los pecadores.

Además de dejar salir a sus mejores demonios a la tierra para asustar a los humanos. Esa era su parte favorita, ¡Y debía de ser agradecido por eso! Ya que si no dejase salir a sus chicos, los terrenales no tendrían de que inspirarse para sus películas de “terror".

Terror entre comillas porque era comedia para él y los suyos. Anabelle y la noche del Demonio no existirían si no fuese por él.

Tenía mejores cosas que hacer y no tenía tiempo para unos mocosos que les gustaba jugar con la ouija y fastidiaban a su gente.

—Esos críos me tienen harto —dijo Jungkook con molestia—. Sé que tendré una reprimenda por esto, pero no me importa. La próxima vez que llamen, envíales a Tragus.

El secretario abrió los ojos y se mordió el labio, —¿E-está seguro de e-enviarles a T-tragus?

Jungkook alzó una ceja y en sus ojos destelló un brillo rojo, naranja y amarillo. El fuego vivo en su mirada. El señor del inframundo odiaba ser cuestionado por sus acciones. Si él decía que le enviaran al maldito de Tragus, —maldito en el buen sentido, porque Tragus era una de sus adoraciones— a los mocosos fastidiosos, ¿Quién era este secretario para preguntarle si estaba seguro?

—¿Acaso acabas de cuestionar mis decisiones? —su voz salió lenta pero fuerte. El fuego se avivaba en sus ojos y el Secretario comenzó a temblar de miedo—. Creo que será a alguien más a quien le envié a Tragus.

El secretario sentía sus piernas sacudirse con fuerza y sus ojos llenarse de lágrimas. Apretó la libreta contra su pecho y comenzó a llorar desconsoladamente cuando su Señor se levantó de su asiento y se acercó a él de forma intimidante.

—¡P-por favor, S-señor no me envié con T-tragus! ¡S-se lo s-suplico!

Jungkook sonrió de lado y suspiró con gusto. Escuchar a alguien suplicar desesperadamente para no ser castigado o para conservar su vida, le satisfacía increíblemente; más aún si era por ambos.

Acortó los pasos y tomó a su secretario del cuello para luego estamparlo contra la pared más cercana. El secretario se quejó de dolor, puesto que las paredes de todo el inframundo eran de roca caliente y, a pesar de que él residía en él lugar, en algún momento de su vida fue un humano normal y aún no terminaba de acostumbrarse del todo.

—Mira como ruegas por tu vida, infeliz —dijo Jungkook con ironía— Me recuerdas a alguien, ¿A ti no? —él secretario tragó fuerte al ver la sonrisa socarrona de su Señor—. En estos momentos, donde me ruegas por tu vida con la cara llena de lágrimas y mocos y los pantalones casi meados del miedo, me haces recordar a la pequeña Yorae.

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2022 ⏰

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